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   Vol. 69/No. 38           October 3, 2005  
 
 
Resistencia boricua durante la II Guerra Mundial
Nacionalistas fueron encarcelados por negarse
a luchar por el imperialismo de EE.UU.
(Primera de dos partes)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
Este año, el 60 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el Militant ha publicado artículos para presentar la verdad sobre ese conflicto internacional y exponer las mentiras que promueven los medios noticiosos capitalistas. Uno de los ejemplos de resistencia al imperialismo norteamericano que se destacaron durante esa guerra fue la lucha de los independentistas puertorriqueños.

Los independentistas rechazaron los llamamientos a subordinar su lucha de liberación nacional a la “unidad” con el “democrático” gobierno en Washington y sus aliados contra un grupo de depredadores imperialistas rivales. Al hacer esto, hicieron frente a casos fabricados y persecución por parte del gobierno estadounidense. El Partido Nacionalista, dirigido por Pedro Albizu Campos, encabezó una campaña para desafiar el servicio militar obligatorio impuesto por Washington durante la guerra. Decenas de boricuas fueron encarcelados por negarse a ser carne de cañón en el ejército de sus opresores coloniales.

A mediados de los años 30, la administración de Franklin D. Roosevelt desató una ola de represión contra el movimiento independentista en Puerto Rico. Al mismo tiempo que se daba un auge de batallas obreras en Estados Unidos, iban creciendo corrientes radicales e independentistas entre el pueblo puertorriqueño en respuesta a las condiciones de depresión económica, agravadas por la superexplotación colonial.

Uno de los punto álgidos de estas luchas fue la huelga cañera de 1934. Traicionados por la cúpula sindical colaboracionista dirigida por el proimperialista Partido Socialista, los trabajadores se dirigieron a Albizu Campos en busca de liderazgo. Albizu aceptó, y habló ante concentraciones de miles de trabajadores azucareros.

En 1936 Albizu Campos y otros altos dirigentes del Partido Nacionalista fueron arrestados y enjuiciados bajo cargos fabricados de “conspiración para derrocar el gobierno de Estados Unidos”, “conspiración para incitar a la rebelión contra Estados Unidos” y “conspiración para reclutar a soldados para luchar contra Estados Unidos”. Fueron encarcelados en la prisión federal de Atlanta.

Al año siguiente, la policía disparó contra una manifestación del Partido Nacionalista en la ciudad de Ponce bajo órdenes del general Blanton Winship, el gobernador colonial nombrado por Roosevelt. Por lo menos 20 personas resultaron muertas y 200 heridas en lo que llegó a conocerse como la Masacre de Ponce.

A medida que Washington se aprestaba a intervenir en la Segunda Guerra Mundial en nombre de defender la “democracia” contra el fascismo, el FBI incrementó su espionaje y hostigamiento contra los independentistas puertorriqueños, tanto en la isla como en Nueva York.  
 
‘¿Qué democracia?’
Aún con sus dirigentes centrales entre rejas, los nacionalistas lanzaron una enérgica campaña contra la guerra y por la “desobediencia a la imperialista ley del servicio militar obligatorio”. Una vez promulgada esa ley en 1940, el partido emitió una declaración en la cual afirmó: “Nosotros somos ardientes defensores de la democracia y estamos dispuestos a dar por ella la vida y hacienda en cualquier momento que sea necesario. Pero cabe ahora pregunta, ¿cuál es la democracia que vamos a defender en Puerto Rico? ¿Es la democracia que mantiene en la cárcel a decenas de nuestros hombres más puros incluyendo al Dr. Pedro Albizu Campos?… ¿Es la democracia que sin el debido proceso asesina ciudadanos en los cuarteles de la policía? ¿O es la democracia que barrió las calles de Ponce con sus ametralladoras, hiriendo a más de doscientas personas y asesinando a veinte, entre hombres, mujeres y niños?”

Si a Puerto Rico no se le otorgaba la independencia, subrayó la declaración del partido, “no estamos dispuestos a servir en forma alguna para defender una cosa inexistente en nuestra Patria… En tal virtud, los puertorriqueños deben ignorar todo requerimiento imperialista para el servicio militar que quiere imponerse en nuestro país”.

Ramón Medina, uno de los presidentes interinos del Partido Nacionalista mientras Albizu estaba preso, pronunció un discurso el 2 de marzo de 1941 donde declaró que la guerra era “una simple disputa imperialista por el predominio del mundo”. Según el historiador Ché Paralitici en su libro No quiero mi cuerpo pa’ tambor: El servicio militar obligatorio en Puerto Rico, Medina afirmó que “la guerra mundial era una entre ladrones”. No se trataba “de alianzas con un imperialismo para luchar contra otro. Había que luchar, decía Medina, contra todos los imperialismos”.

Al oponerse intransigentemente a la guerra mundial, los nacionalistas hablaban en nombre de una minoría de puertorriqueños. El Partido Popular Democrático, dirigido por Luis Muñoz Marín, que se había alejado de su posición independentista oficial hacia un acomodamiento con el imperialismo, apoyó la guerra de Washington. Absorbió a muchos elementos reformistas en el movimiento independentista.  
 
Resistencia al servicio militar
Durante la guerra, 65 mil jóvenes en la isla fueron reclutados a las fuerzas armadas estadounidenses. Muchos protestaron contra la segregación racial institucionalizada con la cual se toparon en el ejército norteamericano, el cual clasificaba a los puertorriqueños como “negros” o “no blancos”.

Los habitantes de la isla puertorriqueña de Vieques vivieron en carne propia la “guerra por la democracia” al ser expulsados de sus tierras por la Marina de Guerra norteamericana a partir de 1941. Haría falta seis décadas de lucha para quitar a las fuerzas armadas estadounidenses de esa isla, la cual se utilizó para tiro al blanco y maniobras bélicas.

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, decenas de jóvenes del Partido Nacionalista se resistieron al servicio militar obligatorio y fueron enjuiciados y encarcelados, entre ellos los altos dirigentes del partido. A medida que una nueva dirección los sustituía, también ellos eran arrestados por organizar la resistencia a la guerra imperialista: tres direcciones sucesivas.

Durante la guerra Albizu Campos recibió visitas de funcionarios del Departamento de Estado norteamericano, quienes prometieron ponerlo en libertad a él y a otros nacionalistas con la condición de que suspendieran todas las actividades independentistas hasta después de la guerra. Los patriotas boricuas rechazaron unánimemente la “oferta” degradante.

Albizu completó su condena. En junio de 1943 fue puesto bajo libertad condicional y excarcelado, y se trasladó a Nueva York, pero siempre rehusó aceptar las condiciones de la libertad provisional, afirmando que el gobierno norteamericano no era suyo. No pudo regresar a casa sino hasta 1947.

Los nacionalistas no fueron los únicos en ser encarcelados por oponerse a la guerra imperialista. En 1941 la administración Roosevelt sentenció a 18 dirigentes del sindicato de camioneros Teamsters en Minneapolis y del Partido Socialista de los Trabajadores bajo cargos fabricados de conspiración para derrocar al gobierno de Estados Unidos “por la fuerza y la violencia”. Fue la primera aplicación de la Ley Smith, la notoria “ley de la mordaza”.

El Militant, que reivindicaba la lucha por la independencia de Puerto Rico, apoyó la campaña por la libertad de los nacionalistas presos. En su edición del 16 de junio de 1945, el periódico socialista entrevistó a uno de los que estaban siendo procesados, Julio Pinto Gandía, ex secretario general del Partido Nacionalista.

“Yo no evado nada”, dijo Pinto Gandía al Militant. “Sencillamente me niego a pelear como esclavo de una potencia imperialista. Lucharé cuanto sea necesario, pero solamente por la libertad y la independencia de mi pueblo. Sé que hay muchos jóvenes de Puerto Rico en el ejército de Estados Unidos… Ellos piensan que están luchando por la libertad y la democracia. Pero ya aprenderán… que esa clase de lucha comienza en casa”.

La segunda parte relatará cómo el Partido Comunista, tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico, siguió la línea de Moscú del “Frente Popular”, apoyando a Washington en la guerra y exhortando a los puertorriqueños a subordinar la lucha anticolonial al esfuerzo bélico.  
 
 
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