Nos unimos a miles de trabajadores—desde Puerto Rico hasta Nueva York, al protestar contra la ejecución a sangre fría del independentista puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos por agentes del FBI. Los responsables de su muerte deben ser enjuiciados y encarcelados, desde los que apretaron el gatillo hasta los funcionarios del FBI que dieron las órdenes.
Muy pronto quedó desmentida la afirmación del FBI de que ellos habían disparado en defensa propia y que Ojeda había muerto tras un tiroteo. Decenas de policías fuertemente armados sitiaron la finca donde vivía. El había ofrecido entregarse a un conocido periodista, pero el FBI lo rechazó. Lo hirieron de un balazo en el pecho y lo dejaron desangrar hasta la muerte, esperando hasta el día siguiente para entrar en la casa. Para colmo, escogieron el 23 de septiembre para lanzar su asalto, fecha del Grito de Lares, la principal celebración independentista anual.
El asesinato de Filiberto Ojeda forma parte de la larga historia de ataques del gobierno norteamericano contra el movimiento independentista puertorriqueño. El FBI ha fabricado cargos contra independentistas desde Pedro Albizu Campos del Partido Nacionalista en los años 30 hasta el caso de los 15 de Hartford en los años 80. Agentes federales fueron cómplices en la ejecución en 1978 de dos jóvenes independentistas en Cerro Maravilla. En los últimos años se reveló que el FBI había puesto a decenas de miles de puertorriqueños en sus listas de “subversivos”. Y el año pasado, el FBI allanó la sede del sindicato de los trabajadores de acueductos y alcantarillados en San Juan en medio de una huelga reñida.
Esta historia brutal destaca que, a pesar de llevar el rótulo de “estado libre asociado”, Puerto Rico en realidad es una colonia de Estados Unidos. El grueso de la riqueza de la nación se canaliza a las arcas de las familias multimillonarias de Estados Unidos. Las decisiones fundamentales que afectan al pueblo de Puerto Rico no se toman en San Juan sino en Washington.
Una victoriosa lucha por la independencia de Puerto Rico no solo beneficiará al pueblo de esa nación, sino a la gran mayoría de la población norteamericana. El pueblo trabajador en Estados Unidos y el pueblo de Puerto Rico tienen intereses comunes y un enemigo común: la acaudalada clase gobernante norteamericana, su gobierno y sus partidos gemelos, los demócratas y los republicanos.
Mientras Puerto Rico siga bajo la bota colonial de Washington, la capacidad de lucha y solidaridad del movimiento obrero en Estados Unidos se verá debilitada. Los ataques del FBI contra los independentistas, de no ser resistidos, alentarán arremetidas contra los trabajadores y agricultores en Estados Unidos.
Con el asesinato policiaco de Filiberto Ojeda se pretendía intimidar a todos los que luchan por la soberanía de Puerto Rico. Pero lo que resultó fue lo opuesto. La indignación popular y las protestas subrayan el hecho que los gobernantes norteamericanos siempre subestiman la capacidad del pueblo puertorriqueño de resistir y hacerle frente a Washington.
Los trabajadores en Estados Unidos que hoy día resisten los ataques de los patrones y de su gobierno —desde los mineros del carbón en Utah, que luchan por sindicalizarse, hasta los mecánicos y limpiadores en la aerolínea Northwest—se cuentan entre los mejores aliados potenciales de los que luchan por liberar a Puerto Rico del dominio colonial.
Instamos a los sindicalistas, agricultores, estudiantes y a toda persona de disposición democrática a que se sumen a las protestas para exigir juicio y castigo a los responsables de la muerte de Ojeda.
ĦLiberen a todos los presos políticos puertorriqueños!
ĦIndependencia para Puerto Rico!
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