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   Vol. 69/No. 48           12 de diciembre de 2005  
 
 
‘La experiencia de Cuba está a su disposición’
Víctor Dreke, embajador de Cuba en Guinea Ecuatorial,
habla en primera feria del libro del país
(Especial)
 
A continuación publicamos extractos mayores de las palabras de Víctor Dreke en el día inaugural de la Primera Feria del Libro de Guinea Ecuatorial, celebrada del 17 al 20 de octubre en el recinto de la Universidad Nacional en Malabo, capital de este país centroafricano. Dreke, embajador de Cuba en Guinea Ecuatorial, estaba presentando De la sierra del Escambray al Congo: En la vorágine de la Revolución Cubana, publicado en español y en inglés por la editorial Pathfinder.

El libro es una entrevista con Dreke sobre sus cinco décadas como luchador revolucionario. El relata su participación desde adolescente en la lucha clandestina y la guerra revolucionaria que en 1959 derrocó a la dictadura de Batista apoyada por Washington, así como su papel como comandante de las unidades voluntarias de trabajadores, campesinos y jóvenes que derrotaron a las bandas contrarrevolucionarias organizadas por la CIA en la sierra del Escambray en la zona central de Cuba a principios de los años 60. El describe su integración en 1965 a la columna de combatientes internacionalistas voluntarios de Cuba —como segundo al mando de Ernesto Che Guevara— que lucharon en el Congo junto a los combatientes congoleses por la liberación.

En 1966-68 Dreke encabezó la misión militar cubana en Guinea-Bissau —que en aquel entonces luchaba por su independencia de Portugal— y en la República de Guinea (Guinea-Conakry). En los años posteriores ha sido un representante de la Revolución Cubana por toda Africa. Dreke ha sido embajador cubano en Guinea Ecuatorial desde octubre de 2003.

Los subtítulos son del Militante.
 

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POR VÍCTOR DREKE  
Queremos expresar nuestro reconocimiento, a nombre de los cubanos en Guinea Ecuatorial y del pueblo de Cuba, por esta magnífica actividad que se da por primera vez en este querido país.

En 1966 tuve la oportunidad de conocer a los primeros ecuatoguineanos que se encontraban exilados en Guinea-Conakry, cuyo presidente en aquel momento era el compañero [Ahmed] Sékou-Touré. Yo jamás nunca pensé que vendría aquí y presentaría un libro en su país, ya libre e independiente.

El 1 de octubre del año 2003, cuando llegamos ya oficialmente como embajador de Cuba ante el gobierno de Guinea Ecuatorial, nos dimos a la tarea de poner todo lo posible a favor del pueblo y del gobierno de Guinea para ayudar en lo poco que pudiera ayudar nuestro pueblo y nuestro gobierno. Y este libro, que se presenta aquí por primera vez públicamente, fue entregado personalmente por mí al honorable señor presidente [Teodoro] Obiang.

Que alegría hace unos días, el 12 de octubre, cuando se celebraba el aniversario 37 de la independencia de este país, y el señor presidente nos decía, “Me leí el libro y me gustó”.

Vamos a hablar un poco del libro. No se asusten por esta fotografía en la portada. Los tiempos han cambiado. Yo fui un joven igual que ustedes, que comencé la lucha a los 15 años. Era un negrito de barrio, de un barrio pobre y humilde con casas de piso de tierra. Allí yo nací. Pero la situación que había aquel momento exigía luchar contra una dictadura —la dictadura de Batista— y eso lo leerán en el libro.

Ingresé al movimiento, mientras estudiaba y trabajaba, y comencé la lucha revolucionaria. Pasó el tiempo. Sufrí prisiones y tuve que salir clandestinamente de mi ciudad, irme a las montañas y unirme a las fuerzas revolucionarias.

En 1959 triunfó la Revolución Cubana. Y con 20 años de edad, al triunfo de la revolución, tuve que desempeñar diversas responsabilidades, que aquí se señalan en el libro. El título que le buscamos al libro es De la sierra del Escambray al Congo: en la vorágine de la revolución cubana. Porque todos los días había algo nuevo en la revolución. Habíamos triunfado pero todavía parte del ejército de Batista existía, aunque el resto había sido derrotado por nuestras tropas, por el pueblo. Todos los días el pueblo de Cuba era atacado.

Y al final el gobierno de Estados Unidos —lo voy a decir bajito aquí, para que nadie se asuste o se ofenda— desembarcó grupos de mercenarios, quienes se alzaron en casi todas las provincias de Cuba, en ese momento seis provincias.

Aquí hay compañeros que han estudiado en Cuba y que saben que en aquel momento era un país de 6 millones —11 millones ahora—, un país de 110 mil kilómetros cuadrados, pequeñito, defendiéndonos de aquel ataque.

En esta foto que aparece aquí, las personas presentes eran obreros, campesinos, estudiantes y otros jóvenes que luchaban para mantener el triunfo de la revolución. Fue muy importante y muy fuerte esta lucha que venció a los mercenarios.  
 
Respeto de la soberanía nacional
En 1965 tuvimos la gran oportunidad que nos dio la revolución, que nos dio Fidel [Castro], de poder venir al continente africano —a Congo-Léopoldville, actual República Democrática del Congo— a combatir junto con el comandante Ernesto Che Guevara y un grupo de 130 compañeros cubanos bajo las órdenes del movimiento de liberación del Congo en aquel momento.

En los países donde hemos estado —en aquella época como combatientes, o ahora ayudando al desarrollo del país— la Revolución Cubana ha tenido y seguirá teniendo presente un principio: los que mandan son los ciudadanos de ese país. Siempre hemos respetado las decisiones de los ciudadanos del país y hemos hecho lo que han dicho, hubiésemos estado de acuerdo totalmente o parcialmente o no de acuerdo. Es el principio del respeto de la soberanía nacional. Por eso, en cualquier actividad en que participe Cuba, ponemos el alma y el corazón, pero en el momento en que la dirección de ese país toma una decisión, nosotros la aprobamos.

Cuando llegamos a Guinea Ecuatorial en 2003, una de las cosas en las cuales pensamos que podíamos ayudar era el desarrollo de la cultura. Llegamos no solamente para ofrecer experiencias, pues no nos creemos ni magos ni sabios. Además no nos gusta hablar de nosotros ni de Cuba. Llegamos para intercambiar y aprender de ustedes, y decirles: aquí está lo poquito que ha hecho Cuba. La experiencia que ha hecho Cuba está a su disposición, la hacen así o no la hacen así. Ese es el principio de la revolución cubana. [Aplausos]

Estamos hoy muy contentos con esta primera feria del libro. Nosotros también comenzamos así con la primera en La Habana. Ahora hacemos la feria en todo el país. Son millones de libros que se venden en la feria del libro de Cuba, que es una feria internacional.

Ustedes llegarán un día a hacerlo en todo el país también. Han arrancado bien, a nuestro criterio, porque lo han hecho con firmeza y en un centro con la juventud.

¿Qué hicimos nosotros en nuestra primera feria? Pues, antes de que terminara, ya estaba formado el comité que iba a hacer la segunda feria y estaba convocada la segunda feria. Y así continuamos.

Nuestro pueblo, como ustedes y como todos los pueblos, tiene una cultura histórica. Pero la cultura es como la planta: hay que abonarla, echarle agua para que siga adelante; si no, va desapareciendo. En nuestro país, que había sido dirigido muchos años por el capitalismo, había que llevar la cultura a las masas, y el gobierno de Cuba se decidió a desarrollar la cultura.

Pero ¿qué pasaba? Nosotros, un país en aquel momento de seis millones de habitantes, teníamos medio millón de analfabetos. Lo primero que se hizo fue la alfabetización de todo el pueblo para que pudieran leer. O si no ¿para quién eran los libros? ¿Quién iba a leer los libros? ¿Los capitalistas, que eran los que ya sabían leer? No. Nos interesaba que los leyeran los jóvenes, y las futuras generaciones, todo el mundo.

Entonces se hizo la campaña de alfabetización. Y el primer libro que se publicó en Cuba después de la revolución —100 mil ejemplares— fue Don Quijote de la Mancha, en marzo de 1959. [Aplausos]

Por eso, yo digo que si nosotros hemos hecho eso, se puede hacer, y sabemos que ustedes lo sabrán hacer. Y podrán contar con la ayuda de Cuba.  
 
Compañeros, donde sea que estemos
En el caso del Congo —que aparece en el libro, junto con otros lugares donde hemos estado, como Guinea-Bissau— dimos nuestra pequeña participación. Perdimos seis compañeros cubanos que murieron combatiendo en el Congo, y compañeros que han muerto en otros lugares, como ustedes saben.

Ha sido otro principio también de la revolución. Aprovecho para decirlo aquí; el otro día se lo explicaba al señor rector. Aunque algún día estarán lejos, seguimos siendo compañeros. No importa en el lugar del mundo que nos encontremos, seguimos siendo compañeros.

Se lo explicaba también a los compañeros de Pathfinder, que han trabajado mucho. Hicieron un gran esfuerzo para hacer este libro, porque a mí me da un poco de pena, aunque no parezca, hablar de mí. Entonces lo lograron ellos, y por eso los felicito siempre.

Nosotros hemos llegado a muchas partes, como estamos aquí ahora en Guinea Ecuatorial. Tenemos aquí a nuestros médicos, agricultores y educadores, según los planes que están acordados con el gobierno.

Pero llegará el día que tendrá que producirse lo que nosotros queremos y luchamos para que se produzca: que nuestros médicos, nuestros técnicos de la agricultura, nuestro personal que apoya a Guinea Ecuatorial puedan ser sustituidos totalmente por compañeros ecuatoguineanos. Ese es el trabajo de Cuba y de los profesores nuestros: formarlos a ustedes para que ocupen su lugar.

Queremos que ustedes se puedan dirigir solos. Lo que hace falta es que los pueblos, después de que se les ayude, se puedan desarrollar solos: que tengan sus propios cuadros que lleven adelante sus propios criterios. Es lo que hicimos nosotros en Cuba.

Este libro habla de guerra, de fuerzas, de muchas cosas que han cambiado con los tiempos. Porque ahora estamos en una batalla ideológica —como lo plantea el comandante Fidel Castro—, una batalla de ideas. ¿Y cuál es la batalla de ideas? Alfabetizar al mundo entero. Curar al mundo entero. Mantener los principios nacionales de cada país.

Los que van a Cuba a estudiar saben que, cuando están ahí, celebran su día nacional, y en ese día —le pueden preguntar a la señora Carmela [Oyono Ayíngono], que estudió en Cuba— se ponen sus ropas tradicionales, hacen sus actividades tradicionales. Porque ése es su país. No le lavamos el cerebro a nadie.  
 
No vinimos a Africa por el petróleo
Y a cambio no nos llevamos nada de Africa, ni de ningún lugar donde estamos. De Africa nos hemos llevado para Cuba solo dos cosas. A nuestros muertos, a los más de dos mil cubanos que han perecido combatiendo en varios países de Africa. Y nos hemos llevado el corazón de la mayoría de los africanos. [Aplausos.]

Pero ni el petróleo ni nada más. Cuando fuimos a Angola jamás le pedimos una gota de petróleo. No fuimos allí por eso. Fuimos porque Angola necesitaba el apoyo de las fuerzas cubanas para que el apartheid no siguiera maltratando y aplastando al país. Y a otros lugares hemos ido porque era necesario.

Ahora hay más de 500 médicos cubanos en Guatemala. No hemos ido ahí a buscar los productos de Guatemala, sino a ayudar a los guatemaltecos ante la desgracia que tienen las secuelas del huracán Stan. Y en estos momentos, médicos cubanos están avanzando con ayuda hacia Pakistán, a pedido del gobierno de allí después del terremoto.

Y a Guinea Ecuatorial tampoco vinimos a buscar nada, solo el corazón de ustedes, porque somos hermanos de ahora y de siempre. Es importante decir esto para los jóvenes, porque algunas veces preguntarán, ¿qué vienen a hacer esta gente? A dar lo poco que tenemos junto a ustedes.

Qué alegría tengo de ver cómo ha progresado Guinea Ecuatorial. No es la Guinea que yo conocí en el año 2000 cuando llegué aquí por primera vez al aeropuerto de Malabo, bajo un torrencial aguacero, y no había luz. Veía allí a dos compañeros con una lucecita alumbrando para bajarnos en el aeropuerto. Ese no es el aeropuerto de Malabo de ahora. Se ha desarrollado.

Y qué otra alegría tenemos de que ya tienen una facultad de medicina. A veces los periódicos no hablan de eso. Hablen de la facultad de medicina y de los médicos que se están formando allí, y de los más de 50 estudiantes de sexto año de medicina, que en las próximas hora llegarán de Cuba acá. ˇDe eso hay que hablar! Porque es la vía del futuro de Guinea Ecuatorial. [Aplausos.]

En Cuba, al triunfo de la revolución, nosotros teníamos seis mil médicos, y nos quedamos con tres mil, porque los “amigos” que viven a 90 millas de nosotros —lo diremos bajito para que no se enteren; ˇtodo el mundo sabe quiénes son!— se nos llevaron tres mil médicos, y nos quedamos con tres mil. Y hoy tenemos 67 mil médicos o más.

Nos damos el gusto de decir que tenemos casi 20 mil médicos en Venezuela. Y tenemos médicos que han ido a Guatemala. El avión no pudo entrar a Guatemala; tuvo que quedarse en Honduras por las condiciones causadas por la tormenta. Ellos salieron por carretera y todavía hay médicos que no han llegado a su destino porque los ríos no dan paso. Son 500 médicos, con sus mochilas al hombro, jóvenes como ustedes. Guatemaltecos que se habían graduado de la Escuela de Medicina en Cuba se unieron al grupo, por supuesto, para responder a la situación de su país.

Todo esto, ¿qué es? Es cultura. Cada cual emplea la palabra que quiera, pero es cultura. Porque la cultura es inmensa, con tantos lugares donde se desarrolla y métodos de desarrollarla. Es lo más importante que tiene un pueblo.

Cuando el pueblo no es culto, sencillamente no puede ser un pueblo libre. Por eso entendemos la frase del presidente Obiang, cuando les dice que más vale un pueblo culto que un pueblo rico. Es verdad, es una riqueza que jamás se la podrán quitar a ustedes.  
 
Soy parte de Africa
Me emocionó mucho la poesía lindísima de la compañera Carmela. Carmela es parte de Cuba, como yo soy parte de Africa.

¿Por qué soy parte de áfrica? Porque tuve la oportunidad de venir a Africa y sudar junto con los africanos, porque tuve la oportunidad de cargar a los africanos y de ver africanos cargando a nuestros muertos en el Congo y en Guinea-Bissau. Por eso yo soy parte de Africa, como ustedes los que estudian en Cuba son parte de Cuba. Su primer país es Guinea Ecuatorial, pero tienen un pedacito de Cuba. Su corazón está en Cuba, como el corazón nuestro está en Africa.

Entonces, este libro lo leerán los jóvenes, y quizás un día se produzca una reunión, y les podremos explicar detalles y dudas que tengan aquí.

Queríamos agradecerles nuevamente a ustedes, al rector, a la dirección organizativa de este evento. Es un evento que marca la pauta a seguir.

Los felicitamos por esta feria del libro, y tendrán el apoyo incondicional de Cuba para su segunda feria del libro. También los exhortamos a que visiten Cuba en la feria del libro en febrero para intercambiar y llevar allí sus libros.

Muchas gracias por dejarnos exponer aquí nuestra pequeña experiencia.  
 
Una pregunta y una respuesta
[Después de la presentación se hizo una pregunta desde el público.]

Pregunta: Nuestro hermano Fidel Castro, en su arenga contra el imperialismo, siempre dice que el cubano tiene “la fuerza del negro, la astucia del indio y la mala leche del español”. ¿Podría comentarnos al respecto? [Risas y aplausos]

Dreke: Es verdad que tenemos las tres cosas. Los indios existían en Cuba, pero desaparecieron, porque los que dicen que nos descubrieron en 1492 liquidaron a todos los indios. Los que nos invadieron y nos colonizaron —por suerte, o por desgracia— fueron los mismos que los colonizaron a ustedes.

¿Y qué tenemos de los negros? Todo. El 10 de octubre de 1868 —por eso, este mes es importante— se alzaron los cubanos en armas contra el gobierno colonial español. El que lideró este alzamiento fue Carlos Manuel de Céspedes, y junto con ellos se alzaron un gran grupo de esclavos. Céspedes les dio la libertad a estos esclavos. Eran los negros africanos que habían mandado para Cuba en aquellos años. Entonces se unieron. Esa es la fuerza de los negros que tenemos nosotros.

Y la mala leche —tenemos que decirlo como ustedes, porque en Cuba eso es una mala palabra, pero aquí parece que no, así que me permiten las compañeras la palabra que voy a emplear—, la mala leche la tenemos porque durante años hemos tenido que enfrentarnos al imperialismo. En 1902, cuando se dice que éramos libres e independientes, no éramos libres: nos impusieron lo que se llama la enmienda Platt, una ley que daba la potestad al gobierno de Estados Unidos de intervenir en Cuba cada vez que le diera la gana. Tuvimos que rebelarnos contra eso.

Después pusieron a sus títeres, a Batista y a otros antes de Batista. Hasta que el día 1 de enero de 1959 triunfó la revolución, con Fidel Castro al frente. Y desde que triunfó la revolución, han querido aplastarnos. Nosotros somos respetuosos, pero no nos vamos a dejar aplastar nunca, ni nos vamos a cruzar de brazos nunca. Ahora las cosas han cambiado y son libros… Que si no, ojalá que no, pero… Bueno, no quiero decir muchas cosas, porque luego dirán que estoy llevando a un acto subversivo aquí. [Risas y aplausos]

Ahora nos estamos enfrentando a más de cuatro décadas de bloqueo total. Pero a pesar de eso, lo que tenemos posibilidad de hacer, aquí lo estamos haciendo con ustedes.

Tenemos que defendernos, como ustedes se defendieron en marzo del año pasado del intento de golpe de estado de los mercenarios. Da la casualidad que vivimos cerca de un lugar que ustedes conocen… Dijimos que no íbamos a hablar de política. [Risas] Los que venían en esa conspiración eran sudafricanos, los sudafricanos que no son amigos nuestros —los que están en el poder sí, Mandela sí—, los que los angolanos y los cubanos habíamos derrotado en Cuito Cuanavale y que les quitamos su fama de guapos y de ser el mejor ejército del mundo después de los norteamericanos.*

Y posiblemente les habrían pasado la cuenta a los pobrecitos cubanos que están aquí, a los médicos cubanos que no son militares y no tienen armas; ni cuchillos tenemos siquiera.

El asunto es que tendrían que matarnos. Podrían venir esos sudafricanos, no solo a pasarle la cuenta al gobierno de Guinea Ecuatorial sino aprovechar y pasársela a los cubanitos que estén aquí. Ellos dirían: ésos fueron los que nos hicieron correr en Angola. ˇSí, corrieron bastante, delante de los angolanos, y nosotros junto con los angolanos! Esa es la realidad.

Entonces la mala leche es para los enemigos. Nosotros ofrecemos corazón y flores para todo el mundo.

Bueno, ¿otra pregunta, que no sea tan lechosa como esa…? [Risas]

[El evento concluyó y el moderador invitó al público a pasar a la compra de libros.]

*En 1988, combatientes cubanos y angolanos derrotaron una invasión de Angola por el régimen sudafricano del apartheid en la batalla de Cuito Cuanavale. En marzo de 2004 fue abortado un intento de golpe contra el gobierno de Guinea Ecuatorial cuando mercenarios sudafricanos y otros fueron arrestados en Zimbabwe y en Guinea Ecuatorial.  
 
 
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