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   Vol. 70/No. 11           20 de marzo de 2006  
 
 
Políticos demócratas, funcionarios sindicales
encabezan campaña chovinista contra Dubai
(portada)
 
POR MICHAEL ITALIE  
En nombre de defender la “seguridad del territorio nativo”, congresistas demócratas de rango y un número creciente de republicanos, junto a una gama de funcionarios sindicales, han estado librando una campaña chovinista contra la inminente adquisición de seis puertos estadounidenses por la Dubai Ports World, propiedad del gobierno de Emiratos árabes Unidos.

Acusando a la Casa Blanca de no librar la “guerra contra el terrorismo” de forma eficaz, los senadores Bárbara Boxer de California, Hillary Rodham Clinton de Nueva York, Frank Lautemberg de New Jersey y Bill Nelson de Florida —todos demócratas— propusieron una ley el 27 de febrero para “prohibir que compañías propiedad de gobiernos extranjeros controlen las operaciones en puertos estadounidenses”.

A la vez altos funcionarios de los Teamsters, de la asociación de estibadores ILA y de otros sindicatos organizaron mítines en diversos puertos a finales de febrero en torno al tema chovinista de “Goodbye Dubai” (Adiós Dubai).

En una declaración del 24 de febrero, el presidente Teamster James Hoffa sostuvo que dar acceso a la DP World a los puertos crearía “un mayor riesgo de infiltración”. Agregó, “deberíamos de estar reforzando la seguridad en nuestros puertos.” La asociación de trabajadores portuarios y de bodegas ILWU exigió que se ejecute con más firmeza la Ley de Seguridad del Transporte Marítimo de 2002, exigiendo incluso que el gobierno “investigue de forma exhaustiva a todos los conductores y pasajeros de vehículos en todas las entradas de las terminales portuarias”.

El presidente George Bush y sus aliados están sacando ventaja de la campaña anti-Dubai liderada por los demócratas para pintarse como los que tienen la preeminencia moral en el debate de la clase dominante sobre cómo ganar “la guerra contra el terrorismo”.

Pero muchos trabajadores portuarios no han mordido el anzuelo. Tras publicar comentarios de neoyorquinos que expresaban preocupación por la “seguridad” al completarse el trato de los puertos, un artículo del Washington Post del 25 de febrero notó, “Curiosamente, el único lugar en Nueva York donde el debate casi no se escuchó fue en los muelles”. Señaló que muchos trabajadores “adoptaron la vieja postura de que un patrón es un patrón y que un contrato se compra”.
 
 
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