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   Vol. 70/No. 11           20 de marzo de 2006  
 
 
Combatientes cubanos auspician recorrido sobre
libro de entrevistas con generales cubano-chinos
(especial)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
LA HABANA— “¿Cómo es posible que Cuba sea capaz de mandar casi 20 mil médicos a Venezuela y 2 500 médicos a Pakistán como voluntarios, como antes mandamos miles de combatientes a Angola para defender la independencia de ese país?” preguntó el general de brigada Moisés Sío Wong.

“Eso solo es posible porque tenemos una revolución socialista, una revolución que ha formado a nuestro pueblo en un espíritu solidario e internacionalista. Y por eso este libro es importante para las nuevas generaciones. Explica qué es la Revolución Cubana, qué es el socialismo”.

Sío Wong estaba hablando en el Centro Nacional del Combatiente en La Habana ante un público entusiasta compuesto de múltiples generaciones de combatientes revolucionarios así como estudiantes de una escuela secundaria cercana. El mitin del 16 de febrero, al que asistieron unas 125 personas, fue uno de siete eventos celebrados en La Habana y en ciudades por el centro del país para presentar Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana, recientemente publicado por la editorial Pathfinder tanto en inglés como en español.

En el libro Armando Choy, Gustavo Chui y Sío Wong relatan cómo, siendo jóvenes rebeldes de ascendencia cubano-china, se incorporaron a la guerra revolucionaria de 1956-58 que derrocó a la dictadura de Batista apoyada por Washington y que abrió la puerta a la primera revolución socialista de América. Cada uno de los tres, quienes llegaron a ser generales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, hoy día continúan asumiendo importantes responsabilidades directivas.

El libro se presentó en la Feria Internacional del Libro de La Habana, celebrada del 3 al 12 de febrero (ver reportaje en el número del 27 de febrero). La semana siguiente se presentó en tres actividades en La Habana y en cuatro ciudades y pueblos donde se dieron algunos de los sucesos narrados en el libro: Matanzas, Santo Domingo, Santa Clara y Fomento.

Los eventos fueron auspiciados por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, la cual agrupa a 300 mil cubanos que han participado en luchas revolucionarias en Cuba o en misiones internacionalistas en otros países.

Cada uno de los mítines fuera de La Habana fue auspiciado por el gobierno municipal y el Partido Comunista provincial en Matanzas, Villa Clara o Sancti Spíritu. Dirigentes locales del Partido Comunista y del gobierno dieron una cálida bienvenida a los oradores y se sumaron a ellos en la tribuna. En total asistieron casi 600 personas a estas actividades, en su mayoría combatientes revolucionarios —incluidos muchos compañeros de lucha de Choy, Chui o Sío Wong— así como algunos estudiantes de secundaria o universitarios.

Dos de los generales hablaron en cada uno de los mítines, así como Mary-Alice Waters, presidenta de Pathfinder y editora del libro, e Iraida Aguirrechu de la Editora Política, la casa editorial del Partido Comunista de Cuba.

Al presentar a Waters en el Centro Nacional del Combatiente, Aguirrechu señaló que en los últimos años la dirección nacional de la Asociación de Combatientes ha auspiciado varios encuentros —en La Habana y en otras ciudades— para presentar libros de Pathfinder con entrevistas a combatientes revolucionarios cubanos.

Waters explicó que Pathfinder ha publicado Nuestra historia aún se está escribiendo “porque lo necesitan los que se encuentran en las primeras filas de la lucha de clases, donde sea que estén. Porque el ejemplo de la Revolución Cubana no solo es un ejemplo moral, por más importante que sea. Es una lección práctica para nuestra clase sobre cómo luchar, y, lo que es aún más importante, cómo vencer”.  
 
Mitin en Barrio Chino de Habana
Uno de los eventos se celebró en la Casa de Artes y Tradiciones Chinas, en el histórico Barrio Chino de La Habana. La mayoría de las 60 personas presentes estaban envueltas en diversas actividades culturales chinas: desde miembros de sociedades chinas —fundadas en el siglo 19 y a principios del siglo 20— hasta un grupo de jóvenes oficiales de inmigración del Ministerio del Interior que estudiaban chino en esa sede. Muchos dijeron que estaban orgullosos de “nuestros tres generales” y se mostraron entusiasmados con el libro nuevo.

“Este libro es un sueño hecho realidad”, expresó Sío Wong. Dijo al público cómo se había producido Nuestra historia aún se está escribiendo a través de varias entrevistas a lo largo de cuatro años.

Chui explicó que el título nuevo describe cómo decenas de miles de inmigrantes chinos fueron traídos a Cuba bajo condiciones de servidumbre en el siglo 19, así como su papel importante en la historia cubana. “Miles de chinos lucharon en nuestras guerras de independencia, hasta en batallones enteros de chinos. Como dijo entonces el general Gonzalo de Quesada, ‘No hubo un chino cubano desertor. No hubo un chino cubano traidor’”.

Por más de un siglo hubo discriminación contra los chinos en Cuba, sobre todo los chinos pobres, dijo Sío Wong. “Hizo falta una revolución socialista para acabar con esa discriminación sistemática”, apuntó.

Debe conocerse el ejemplo de la Revolución Cubana en todo el mundo, dijo Sío Wong. “Estamos trabajando para que el libro se traduzca al chino también. En China se conoce poco sobre nuestra revolución”.

No es para nadie un secreto, dijo, que entre mediados de los 60 y fines de los 80, las relaciones entre China y Cuba no fueron buenas. Por ejemplo, indicó, “tropas chinas asesoraron a las fuerzas mercenarias de Zaire que invadieron a Angola”, mientras los soldados voluntarios cubanos estaban combatiendo al lado del ejército angolano para repeler la invasión, apoyada por los imperialistas, de los regímenes sudafricano y zaireño.

Por lo tanto, durante esa época “en China no se publicaba nada sobre Cuba, y aquí no se publicaba nada sobre China”, dijo Sío Wong. “Por eso es importante este libro hoy”.

Después de las palabras, varios miembros del público tomaron la palabra. Meiling Wong, de 19 años, instructora de artes marciales y campeona de T’ai Chi Ch’uan, dijo, “A los jóvenes descendientes de chinos, este libro nos permite leer acerca de nuestras raíces. Es un orgullo”. Secundaron sus palabras Carmen Eng, directora de la Casa de Artes y Tradiciones Chinas; Roberto Vargas Lee, presidente de la Asociación Cubana de Wushu; y Li San, dirigente del casino Chung Wah, un importante centro cultural en el Barrio Chino.  
 
Azucareros en lucha revolucionaria
En Santo Domingo, un pueblo de 26 mil habitantes en lo que ahora es la provincia de Villa Clara, el intercambio entre los oradores y el público proletario dio vida a la historia revolucionaria de Cuba. El encuentro se hizo en el Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales, el cual, según dijeron trabajadores del instituto, desempeñó un papel importante en el desarrollo de cultivos resistentes a plagas como parte de los exitosos esfuerzos cubanos para sobreponerse a las escaseces de alimentos de los años 90.

Santo Domingo, informaron muchos residentes, tuvo la mayor proporción de combatientes de cualquier pueblo de la provincia durante la guerra revolucionaria. Fue un baluarte del sindicato azucarero y uno de los pueblos tomados por los azucareros durante la huelga de 1955 de 200 mil cortadores de caña y obreros de ingenio.

Choy, quien habló junto con Chui, explicó que él nació en el pueblo cercano de Fomento y fue a la escuela secundaria en Santa Clara, donde se integró al Movimiento 26 de Julio. En mayo de 1958 se incorporó a una unidad guerrillera bajo el mando del comandante Víctor Bordón, que unos meses después formó parte de la Columna 8 del Ejército Rebelde dirigida por Ernesto Che Guevara. “En la Columna 8 habíamos seis hijos de chinos”, dijo.

“El triunfo de esta lucha, encabezada por Fidel [Castro], abrió la puerta a un cambio total. En aquel entonces, el 99 por ciento de nosotros no nos considerábamos socialistas. No fue por documentos que aprendimos lo que era el socialismo”, dijo Choy al referirse a los jóvenes combatientes del Ejército Rebelde. “Fue porque Fidel nos fue llevando a la toma de medidas que beneficiaban al pueblo cubano”.

Uno de los que tomaron la palabra desde el público en Santo Domingo fue Edelberto González, el comandante de Choy cuando éste se unió al frente guerrillero del Movimiento 26 de Julio en la sierra del Escambray. Conocido por su nombre de guerra, Capitán Cente, él relató cómo Choy dirigió una unidad de combate en la toma del cuartel de Santo Domingo en los días antes del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959.

“Hoy hay que sentirse orgullosos de lo que ha logrado el pueblo cubano. Gracias a esa sangre que se derramó, no hay imperialismo que pueda venir a quitarnos lo que hemos conquistado”, dijo González.

Después del programa, Ricardo Uz y otros obreros explicaron a reporteros del Militante cómo habían organizado células clandestinas del Movimiento 26 de Julio en el ingenio George Washington, propiedad del dictador Fulgencio Batista. “En 1956, en el último día de la zafra, después que todos hubiéramos salido del ingenio, minamos los almacenes de Batista y destruimos 250 mil sacos grandes de azúcar: toda su zafra”, dijo con una sonrisa. Unos 100 de los 300 trabajadores del ingenio estaban comprometidos a la lucha revolucionaria.

Los tres generales también hablaron de sus experiencias en Angola que se narran en Nuestra historia aún se está escribiendo. En el mitin en el Centro Nacional del Combatiente, Chui subrayó que “más de 300 mil cubanos fuimos a Angola entre 1975 y 1990, todos voluntarios” que respondían a la solicitud del nuevo gobierno independiente de Angola para derrotar la invasión por el régimen del apartheid sudafricano.

“Angola es un país con mucha riqueza natural, pero no fuimos ahí por los recursos, ni siquiera por un tanquito de petróleo. Cuando regresamos, solo trajimos a nuestros muertos”, dijo Chui.

Explicó que gracias a estos esfuerzos, “derrotamos al régimen del apartheid y logramos la independencia de Namibia”.

La presentación de Nuestra historia aún se está escribiendo recibió mucha atención en los medios noticiosos. Hubo reportajes en el diario Granma, Prensa Latina, la revista cultural La Jiribilla y varias radioemisoras. Sobre el evento de Santa Clara se informó por televisión en el noticiero nacional de la tarde y en el canal de La Habana, que mostró un segmento de 20 minutos enfocado en la presentación de Waters.

Durante el transcurso de la feria del libro de La Habana y las presentaciones posteriores, se vendieron o distribuyeron 750 ejemplares de Nuestra historia aún se está escribiendo a individuos, organizaciones, bibliotecas y otras instituciones.  
 
 
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