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   Vol. 70/No. 15           17 de abril de 2006  
 
 
Los Angeles: acto por derechos de inmigrantes
marca evento sobre libro de generales cubano-chinos
(especial)
 
POR WENDY LYONS  
LOS ANGELES—El 1 de abril se celebró aquí un animado encuentro para discutir y difundir el nuevo libro de la editorial Pathfinder Nuestra historia aún se está escribiendo: la historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana (ver anuncio).

Muchos de los 110 asistentes habían participado en la masiva movilización del 25 de marzo contra un proyecto de ley que criminalizaría a los trabajadores indocumentados. En el público había jóvenes de secundaria que habían participado en los paros estudiantiles después de la marcha y desafiado los “encierros” decretados por las autoridades escolares. Varios de los presentes habían participado en otras actividades pro derechos de los inmigrantes en Los Angeles y Costa Mesa.

Asistieron también John Wong y otros miembros de la Sociedad Histórica China de California del Sur; Mike Isley, un minero del carbón que había estado en huelga recientemente contra la Asarco en Kearny, Arizona; Norma y Norberto Martínez, cuyo hijo fue muerto por la policía y quienes habían organizado protestas contra la brutalidad policiaca; Ming Tu, gerente de negocios de Amerasia Journal, publicada en la Universidad de California en Los Angeles; y el cineasta Nick Castle. Los participantes llegaron desde San Diego, el área de la Bahía de San Francisco, Santa Cruz, Phoenix y Seattle. Fue el segundo de cuatro eventos regionales (ver anuncio en la portada).

James Harris, del Partido Socialista de los Trabajadores en Los Angeles, inició el mitin con una descripción de la reciente marcha de casi un millón. “Mientras veía pasar por tres horas y media a la gente, apretados de un edificio a otro, pensaba en esa frase del Manifiesto comunista que dice: la burguesía produce a sus propios sepultureros”, dijo. “El capitalismo trajo a toda esta gente a este país y espera que se mantengan callados, que sean obedientes y acepten todo tipo de indignidades. Pero millones están alzando la voz y diciendo No”.

Los principales oradores del mitin fueron Mary-Alice Waters, editora del nuevo libro y miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores; Jacob Perasso, un organizador nacional de la Juventud Socialista; y Patti Iiyama, obrera petrolera y voluntaria del proyecto de impresión de la Pathfinder.

“Ya sea al organizar un paro estudiantil o luchar para fortalecer un sindicato, los militantes de hoy se podrán ver a sí mismos en las páginas de Nuestra historia aún se está escribiendo y aprender valiosas lecciones”, dijo Perasso, quien el día anterior se había unido aquí a un mitin estudiantil contra las leyes antiinmigrantes.

Iiyama, cuyos padres se encontraron entre los 120 mil japoneses encarcelados en campamentos de detención estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, dijo, “Hoy a mucha gente le indigna que conviertan en delincuentes a los inmigrantes, pero la criminalización de los inmigrantes no es nada nuevo”. Desde mediados del siglo XIX, apuntó, los inmigrantes chinos en el Oeste trabajaron en las minas, construyeron los ferrocarriles y cultivaron los campos, pero no se les permitía hacerse ciudadanos, poseer propiedad, traer a mujeres o casarse con mujeres blancas. Sufrieron la segregación y la violencia de turbas linchadoras. Más tarde, los japoneses y otros inmigrantes asiáticos recibieron un trato similar.

Ella citó a Moisés Sío Wong, uno de los tres generales cubano-chinos entrevistados en el libro, quien dice, “¿Cuál es la diferencia de experiencias entre los chinos aquí en Cuba y los de otros países de la diáspora? La diferencia es que aquí se llevó a cabo una revolución socialista. La revolución eliminó la discriminación no solo por el color de la piel. Sobre todo eliminó las relaciones de propiedad que crean la desigualdad no solo económica, sino también social entre el rico y el pobre”.

Waters instó a los presentes a utilizar Nuestra historia aún se está escribiendo “como una impactante introducción a la Revolución Cubana, y a los hombres y mujeres que hicieron la revolución y que hoy día continúan haciéndola”.

Se refirió al recuento testimonial de los tres generales de cómo 375 mil voluntarios cubanos fueron a Angola en los años 70 y 80, dispuestos a dar la vida para derrotar la invasión de ese país por el ejército del odiado régimen del apartheid en Sudáfrica. “Ellos no recibieron a cambio ni un solo diamante ni una sola gota de petróleo. Regresaron solo con los restos de los que dieron la vida. Lucharon para acelerar la llegada del día en que la solidaridad social de los trabajadores que vimos en Nueva Orleans después del huracán Katrina, y en las calles de Los Angeles la semana pasada durante la marcha, dominará el mundo en vez de las relaciones capitalistas de sálvese-quien-pueda”.

Durante la discusión, Pablo, un trabajador oriundo de Chile que había comprado Nuestra historia aún se está escribiendo en la manifestación del 25 de marzo, dijo que el libro era un importante aporte a la historia de la clase trabajadora. “Durante muchos años había visto cómo humillaban a los inmigrantes sin que nadie dijera nada”, dijo. “Ahora vemos cómo la gente despierta, marcha y busca la verdad. Y la verdad es liberadora”.

Otro miembro del público preguntó si muchas personas en Cuba se veían atraídos a la política de “economía del mercado” de los gobiernos de China y Vietnam.

Hoy en Cuba, la idea de que las políticas chinas puedan servir de modelo económico se discute menos que incluso apenas unos años atrás, señaló Waters. Apuntó que el desarrollo de relaciones comerciales con China ha sido importante para la recuperación económica de Cuba tras las escaseces de los años 90 cuando Cuba perdió repentinamente la mayor parte de su comercio con la antigua Unión Soviética. Pero hoy día en Cuba, a diferencia de China, no hay una masiva inversión de capital extranjero, no hay penetración imperialista del sistema bancario, los inversores capitalistas no pueden contratar directamente la mano de obra y nadie paga por la atención médica. “Existe una conciencia de que lo que está haciendo Cuba es singular”, acotó Waters. “Nuestra historia aún se está escribiendo puede ayudar a divulgar el ejemplo de Cuba socialista por todo el mundo”.

La mayoría de los asistentes se quedó para la cena y para continuar la discusión a la vez que disfrutaban de la comida y los refrescos. Los estudiantes de secundaria que se habían sumado a los paros estudiantiles intercambiaron con trabajadores que habían participado en luchas obreras. Muchos aprendieron más acerca de la historia de la inmigración china a California gracias a los miembros de la Sociedad Histórica China, quienes han estado luchando para que se dé un entierro digno a los restos de trabajadores chinos que hace poco fueron desenterrados aquí en una obra ferroviaria (ver artículo en inglés en la página 6).

En el mitin se vendieron 17 ejemplares de Nuestra historia aún se está escribiendo y otros títulos de Pathfinder. Los asistentes contribuyeron más de $4 300 para facilitar la máxima distribución del nuevo libro, incluyendo su mayor disponibilidad en Cuba.

Al día siguiente, jóvenes que habían asistido al mitin se reunieron para aprender más sobre la Juventud Socialista y sus actividades, entre ellas la promoción de la marcha del 20 de mayo en Washington para exigir “ˇManos fuera de Venezuela y Cuba!”  
 
 
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