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   Vol. 70/No. 19           15 de mayo de 2006  
 
 
Renace una tradición obrera
(editorial)
 
El Primero de Mayo del 2006 millones de trabajadores no fueron a trabajar en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos. Se volcaron a las calles y exigieron el derecho a la residencia legal para 12 millones de trabajadores indocumentados. Sentaron un ejemplo para todo el pueblo trabajador, demostrando el poder potencial de la clase trabajadora. De esta manera el Primero de Mayo, una tradición de la clase trabajadora celebrada por todo el mundo, esta renaciendo en Estados Unidos.

Lo que sucedió el Primero de Mayo refuta la mentira de los que se oponen a la amnistía para los trabajadores indocumentados alegando que “ˇEllos rompieron la ley para entrar al país!” Los patrones dependen del trabajo de los trabajadores indocumentados. Se aseguran que los inmigrantes continúen cruzando la frontera frecuentemente a través de coyotes que ellos mismos organizan. Y han institucionalizado la superexplotación de estos trabajadores. Esto es lo que las leyes existentes y todas las propuestas de leyes que se están debatiendo en el Congreso están designadas a hacer: no a echar afuera a los inmigrantes sin papeles, sino a permitir que los patrones dividan a la clase trabajadora privando a millones de sus derechos básicos.

La lucha por la residencia permanente inmediata e incondicional para todos los inmigrantes favorece los intereses de todos los trabajadores, agricultores y otros productores explotados.

Los millones que hoy día se ponen de pie y protestan están contribuyendo a derrumbar los prejuicios fomentados por los patrones para debilitar a la clase trabajadora y reducir los salarios de todos. Crean condiciones más favorables para organizar a todos los trabajadores, nacidos aquí o en el extranjero, en sindicatos y para luchar juntos por empleos, y mejores salarios y condiciones de trabajo para todos.

Los voceros capitalistas han advertido: no usen tácticas que antagonicen a los “Americanos”. No alcen sus voces. No ondeen sus banderas. Hablen inglés. Sean patriotas. Dejen las cosas en manos de los legisladores. Y no salgan en huelga. Estas admoniciones cínicas hacen recordar los argumentos usados en los años cincuenta y sesenta, sin resultados, para tratar de detener las marchas de millones de negros, y prevenir que realizaran sentadas y boicots que eventualmente derrocaron la segregación conocida como Jim Crow en el Sur de Estados Unidos.

Los gobernantes estadounidenses temen que las manifestaciones masivas por los derechos de los inmigrantes de hoy en día ganen más apoyo dentro del pueblo trabajador. Podrían inspirar ideas sobre cómo resistir la embestida patronal y ganar. En la arena política, más trabajadores podrían ver la necesidad de actuar independientemente de y en contra de los partidos gemelos del capitalismo, los Demócratas y los Republicanos.

El Primero de Mayo nació en Estados Unidos exactamente hace 120 años. El 1 de mayo de 1886, comenzó una ola de huelgas por todo el país para demandar la jornada laboral de ocho horas. Desde entonces el movimiento obrero a nivel internacional ha celebrado esa fecha y ha honrado a los mártires de Haymarket, los obreros revolucionarios que fueron juzgados en casos fabricados y ahorcados por los capitalistas estadounidenses en Chicago por su participación en esa lucha.

Hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial decenas de miles participaron en mítines para celebrar el Primero de Mayo en Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos. Pero durante la guerra los mal-dirigentes del movimiento obrero, estalinistas y social demócratas, convirtieron las acciones del Primero de Mayo en eventos patrioteros, pro imperialistas y después los cancelaron en nombre de la “unidad nacional” con los patrones en tiempo de guerra. Esa colaboración de clases asesinó el Primero de Mayo en Estados Unidos.

Hoy día, por primera vez en casi siete décadas, el Día Internacional de los Trabajadores llegó a ser una celebración masiva del pueblo trabajador en la baluarte del capitalismo. En Chicago, los principales sindicatos respaldaron la marcha y el mitin. Es testimonio de cómo todo el movimiento obrero en Estados Unidos ha sido fortalecido por los trabajadores nacidos en el extranjero quienes traen sus experiencias y tradiciones de lucha.

Esta es una verdadera causa para celebrar y una conquista desde donde podemos seguir construyendo.
 
 
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