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   Vol. 71/No. 2           15 de enero de 2007  
 
 
En N.Y. condenan brutalidad policíaca,
intentos de convertir víctima en criminal
(portada)
 
Militante/Dan Fein
Protesta en Wall Street, Nueva York, el 21 de diciembre por la muerte de Sean Bell.
POR DAN FEIN  
NUEVA YORK—Las protestas para exigir justicia para el joven trabajador de 23 años de edad balaceado por la policía el 26 de noviembre continúan aquí mientras funcionarios de la policía han aumentado su campaña para convertir a las víctimas en criminales.

Más de mil personas marcharon en el distrito financiero de Manhattan el 21 de diciembre para protestar el ataque armado. "¡¿Quién es el enemigo número 1? NYPD!" y "¡50 balazos —cárcel para los policías!" fueron algunas de las consignas coreadas.

Sean Bell, un afro-americano desempleado cuando se dio el incidente, fue asesinado cuando la policía abrió fuego contra él y sus dos amigos cuando salían de un cabaret nocturno en Jamaica, Queens. Cinco policías vestidos de civil dispararon 50 tiros a Bell, Trent Benefield, de 23 años, y Joseph Guzmán, de 31, mientras estaban dentro del automóvil de Bell después de celebrar su despedida de soltero. Benefield, quien recibió tres disparos, fue dado de alta del hospital el 5 de diciembre; Guzmán; a quien le dispararon 16 veces, todavía se está recuperando en un hospital en Jamaica, Queens. Ninguno de los tres portaba armas, y los sobrevivientes y testigos insisten en que los policías no se identificaron antes de empezar a disparar.

"Esto no se ha acabado", dijo Jermaine, de 25 años, quien pidió que no publicáramos su apellido. "Tenemos que lograr que arresten y enjuicien a los policías y se obtenga una sentencia rápida”.

Un día antes, 100 personas se reunieron cerca del lugar de la balacera. Muchos trabajadores en rumbo a sus casas después del trabajo se unieron al mitin en esta transitada intersección de Jamaica. Juanita Young, madre de Malcolm Ferguson, quien fue muerto por la policía en 2001 y Margarita Rosario, cuyo hijo y sobrino fueron abatidos por la policía en 1995, hablaron en el mitin.

El 1 de enero varias docenas de amigos y familiares de Bell empezaron una vigilia frente al Precinto 103 de la policía en Queens.

"Buscamos que sean procesados", dijo el primo de Bell Kinglarry Crawford. "No importa si tiene una placa de policía…si eres un criminal, debes ser procesado".

Mientras continúan las protestas, la policía ha continuado su campaña de calumnias contra las víctimas. Funcionarios de la policía anunciaron el 22 de diciembre que el nivel de alcohol en la sangre de Bell al momento de su muerte estaba por encima del limite para manejar de 0.08 por ciento en el estado de Nueva York. "Si los informes son ciertos, su juicio estaba incapacitado", dijo Michael Palladino, presidente del Fondo de la Asociación de Detectives (DEA). "Su comportamiento fue imprudente y peligroso para la vida del oficial a quien atropelló".

Palladino se refería a las acusaciones de los policías de que el carro de Bell golpeó a un detective y después a una camioneta encubierta de la policía antes de que empezaran a disparar. El informe preliminar de la policía y los de los testigos contradicen esta versión, explicando que Bell empezó a manejar solo cuando los policías abrieron fuego contra su carro.

"No importa cual haya sido su nivel de alcohol en la sangre, él es la víctima", dijo Sandford Rubenstein el abogado de la familia Bell.

El 29 de diciembre, un juez desestimó citaciones por desorden y entrada ilegal contra Benefield que datan de 2005 por falta de evidencia. El día anterior, Benefield y otras cinco personas fueron arrestados en una redada de la policía contra juegos de azar en Harlem. Benefield ha negado que él estaba haciendo apuestas. Mientras tanto la DEA ha iniciado una campaña de publicidad pidiendo al público que "espere antes de concluir" hasta que se haya completado la investigación oficial. Un gran jurado está programado a empezar en enero.

En un evento relacionado, un policía fue suspendido por 30 días sin paga el 29 de diciembre por "no asegurar su pistola" cuando mató a Timothy Stansbury, de 19 años de edad, en enero de 2004. Phyllis Clayburne, la madre de Stansbury, denunció la "muy leve sentencia".

"Por eso hacen lo que hacen, porque saben que pueden salirse con la suya", dijo.  
 
 
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