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Vol. 71/No. 9      5 de marzo de 2007

 
Normalizar relaciones con Corea!
Declaracion del Partido Socialista de los Trabajadores y Juventud Socialista
(especial)
 
A continuación publicamos el saludo enviado por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores y Ben O’Shaughnessy, a nombre de la Juventud Socialista, al Partido de los Trabajadores de Corea el 15 de febrero.

El Partido Socialista de los Trabajadores y la Juventud Socialista envían saludos revolucionarios con ocasión de su día nacional el 16 de febrero. Reafirmamos nuestro compromiso a apoyar aquí en Estados Unidos al pueblo trabajador y la juventud de ambos lados del paralelo 38 por una Corea unificada libre de las tropas y armamentos de Washington. Hacemos campaña en solidaridad con el pueblo de Corea y otros en todo el mundo para exigir un fin inmediato —sin condiciones— a todas las amenazas y sanciones impuestas por Washington, Tokio y sus aliados contra la República Popular Democrática de Corea. Condenamos la cínica manipulación imperialista de tan necesitados alimentos y combustibles como fichas en negociaciones diplomáticas.

Hasta la actualidad, Washington se niega a poner fin a la situación de guerra que ha mantenido contra la RPDC desde 1953 —¡más de un medio siglo!— cuando Washington fue obligado a aceptar un armisticio, que registró la derrota de sus esfuerzos asesinos para dominar la península de Corea en su totalidad. Los gobernantes norteamericanos mantienen unas 30 mil tropas en territorio coreano así como barcos y submarinos con armamentos nucleares en las aguas circundantes. Washington no solo ha bloqueado las transacciones entre bancos estadounidenses y socios bancarios de la RDPC en el exterior, sino que también ha logrado presionar a otros gobiernos, especialmente en Asia, en hacer lo mismo. Bajo la llamada Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación, Washington, Paris y Tokio y sus aliados han declarado su “derecho” a llevar a cabo actos de piratería contra barcos de Corea del norte, interceptando y subiendo a bordo de aquellos que acusan de portar cargamento “sospechoso”. Washington está incrementando la cooperación militar con Tokio sobre “sistemas contra misiles” y disponiéndose a aumentar su “interoperabilidad” con fuerzas armadas imperialistas en Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y por toda Europa.

Con el respaldo de su “coalición de los dispuestos”, Washington está realizando la escalada bélica más grande en Iraq desde la invasión de 2003. Además de desplegar a decenas de miles de tropas adicionales en Iraq, las potencias imperialistas están enviando miles de tropas adicionales a Afganistán, aumentando su armada naval conjunta de portaviones y otros buques de guerra en el Golfo Arabe-Pérsico, lanzando bombas en Somalia, interviniendo militarmente en las Filipinas y reforzando sus fuerzas militares en otros teatros de su “guerra global contra el terrorismo”. Mientras Washington, Tokio, Canberra, Londres, Paris, Ottawa y sus iguales conducen conjuntamente guerras—simultáneamente intensificando sus propias rivalidades por el control de recursos y mercados mundiales—desestabilizan el orden global que los propios imperialistas victoriosos impusieron al final de la Segunda Guerra Mundial. E incitan el derramamiento de sangre encarnizado y la fragmentación de naciones y pueblos en todo el mundo.

Las guerras de Washington en el exterior son parte integra de su guerra contra los derechos y las condiciones de vida y de trabajo del pueblo trabajador en el país. Pero la incesante presión de los patrones contra los salarios, seguridad en el trabajo, seguro social y derechos sindicales está generando consecuencias que los bandidos bipartidistas nunca anticiparon. A medida que la clase obrera resiste estos ataques, se presenta más claramente lo que está en juego políticamente. Por ejemplo, la respuesta de los trabajadores en el norte del Medio Oeste a las redadas de inmigración de gran escala en plantas procesadoras de carne el año pasado —rehusándose a ser acobardados, buscando la manera como luchar, dirigiéndose a los sindicatos y compañeros de trabajo para defenderse —afianza la confianza y perspectiva para aumentar la unidad en acción de la clase trabajadora y sus aliados en defensa mutua.

En este proceso, las luchas del pueblo trabajador en Estados Unidos se fortalecen por la lucha resuelta del pueblo trabajador coreano para reunificar su país unas cinco décadas después de la partición forzada por Washington. En ocasión de su día nacional, el Partido Socialista de los Trabajadores y la Juventud Socialista reiteran nuestra demanda por el retiro inmediato e incondicional de todas las tropas de Estados Unidos y de los armamentos convencionales y nucleares de la península coreana y las aguas circundantes. Apoyamos el llamado de la RDPC por la desnuclearización de Corea. Exigimos que Washington normalice relaciones y descongele bienes activos de Corea en el extranjero. ¡Ya! ¡Sin condiciones!

Y unimos nuestras voces a las de todos los trabajadores del mundo al declarar ¡Corea será una sola!  
 
 
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