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Vol. 71/No. 20      21 de mayo de 2007

 
¡Cárcel para policías de Los Angeles!
(editorial)
 
Todos los agentes, jefes del Departamento de Policía de Los Angeles (LAPD) y funcionarios municipales que son responsables del motín policiaco del 1 de mayo deben ser enjuiciados y encarcelados sin demora.

Los trabajadores y otros que se oponen a la brutalidad policíaca debemos sumarnos a la protesta del 17 de mayo en Los Angeles para reclamar justicia y reivindicar las demandas del Primero de Mayo: residencia legal para todos los inmigrantes y el cese de las redadas y deportaciones. En una audiencia pública el 8 de mayo, decenas de los lastimados por la policía dieron testimonio y muchos exigieron el despido del jefe del LAPD, William Bratton. Hacen falta protestas no solo en Los Angeles sino en todo el país.

Millones de personas se indignaron al ver por televisión a la policía que lanzaba gases lacrimógenos, daba macanazos y disparaba balas de goma contra la multitud. Muchos trabajadores, especialmente los negros, tienen experiencia con la larga historia de brutalidad de la policía en Los Angeles y pueden identificarse con los inmigrantes que hoy salen a la calle. Con mucha razón, los gobernantes capitalistas están preocupados de que incidentes como este estimulen a más afroamericanos y otras personas a sumarse a una lucha que no solo es para los inmigrantes sino para todo el pueblo trabajador.

El movimiento contra las redadas y deportaciones y por la legalización no es un movimiento mexicano o latino, ni se trata principalmente de inmigración. Es un movimiento obrero. Se propone mejorar las condiciones de vida y trabajo de millones de trabajadores superexplotados, para quienes la legalización es una precondición. Lograr este objetivo beneficiará los intereses de todo el pueblo trabajador.

Las movilizaciones obreras a nivel nacional por la legalización de los inmigrantes indocumentados —incluyendo casi 400 mil el pasado Primero de Mayo y unos 2 millones en 2006— han asustado a la clase dominante estadounidense. En el último año han intentado diversos medios para echar atrás esta lucha: redadas de fábricas, cargos criminales de “robo de identidad” e intentos de desviar la lucha y orientarla a depender del Congreso. Estos ataques van dirigidos especialmente contra trabajadores involucrados en la lucha por la legalización y otras formas de resistencia.

El objetivo de los capitalistas no es expulsar a la mayoría de los indocumentados. Al contrario, los patrones atraen a millones de todas partes del mundo porque los necesitan como mano de obra superexplotada. Las leyes y la migra tienen la función de mantener este sector de la clase obrera como ciudadanos de segunda clase.

Por otra parte, la masiva ola de inmigración refuerza a las filas de la clase obrera. Los trabajadores llegados de otros países se han integrado más y más al proletariado de Estados Unidos y a la política de este país.

Para socavar este peligro a sus intereses, los gobernantes han intensificado sus operativos policiales y otros intentos de mantener a los trabajadores inmigrantes atemorizados, clandestinos, segregados en sus propios barrios y aislados del resto de su clase. Pero sigue ocurriendo lo contrario.

El ejemplo de solidaridad, valor y combatividad que han sentado los trabajadores en las batallas por la legalización y por el cese de las redadas y deportaciones muestra como se va forjando una vanguardia obrera en Estados Unidos. Las acciones de estos trabajadores —principal obstáculo al afán de explotación y saqueo de la burguesía en el país imperialista más poderoso— son el fenómeno político más importante hoy día para los trabajadores y agricultores del mundo.
 
 
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