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Vol. 71/No. 23      11 de junio de 2007

 
N.Y.: policía mata a trabajador inmigrante
Cientos en el Bronx exigen cárcel para policía
(portada)
 
POR RÓGER CALERO  
BRONX, Nueva York, 29 de mayo—La semana pasada, trabajadores en esta ciudad se han unido a protestas para exigir que sea encarcelado el policía que mató a Fermín Arzú, un trabajador afro hondureño de 41 años..

Más de 100 personas asistieron a su funeral el 26 de mayo —junto a familiares, políticos locales y otros— para protestar su muerte y exigir que se presenten cargos contra el oficial de policía Raphael Lora, quien disparó fatalmente contra Arzú la noche del 18 de mayo.

“Estamos cansados del dolor. Queremos justicia”, dijo en el funeral Katherine Arzú, hija de Fermín de 20 años de edad.,.

Temprano ese día, unas 100 personas asistieron al mitin organizado cada semana por la mañana por la Red de Acción Nacional en Harlem, auspiciado por el reverendo Al Sharpton. Fue una protesta por la muerte de Arzú. Sharpton estuvo acompañado por los familiares de Arzú y por Nicole Paultre-Bell, la prometida de Sean Bell, un trabajador afro americano muerto por policías de Nueva York en una ráfaga de 50 balas en noviembre.

Arzú, trabajaba como conserje. Alrededor de las 11:40 p.m. del 18 de mayo, después de dejar a su prometida, Thomasa Sabio en su apartamento,, en el área de Longwood en el sur del Bronx, Arzú chocó su minivan contra un carro estacionado cerca de donde vive Lora en Hewitt Place. Según informes de la policía y de la prensa, Lora salió corriendo de su casa cuando escuchó el accidente, sin uniforme pero con su pistola.

La policía afirma que Lora se acercó a Arzú por el lado del conductor y le pidió su matrícula y licencia de conducir. . Dicen que Arzú iba a abrir la guantera para buscar sus documentos, cuando de pronto comenzó a manejar, tumbando a Lora al piso. Fue ahí cuando Lora dice que comenzó a disparar.

Sin embargo, varios testigos dicen que el oficial nunca se identificó y que el vehículo se movía despacito cuando Lora disparó su arma contra Arzú cinco veces. Una de las balas le entró por la espalda y le perforó el corazón.

“El hombre no más empezó a disparar y después comenzó a correr siguiendo al carro”, dijo un testigo quien pidió no ser identificado, según el New York Post del 20 de mayo.

Marisol Medina, otra testigo, le dijo al Post que ella salió de su casa cuando escuchó el accidente y vio a Lora corriendo en la calle detrás del vehículo.

“De repente ves a este hombre corriendo con una pistola”, dijo Medina. “Todo mundo tenía miedo. Pensamos que iba tras él para matarlo. Parecía un matón con una pistola, vestido de civil”.

“Ahora están diciendo muchas cosas, que estaba tomando”, dijo María Suazo, sobrina de Arzú, refiriéndose a un reporte que dice que Arzú tenía un contenido de alcohol en su sangre de 0.17 al momento del incidente. “O.K. quizás eso sea cierto, pero nadie tiene el derecho de quitarle la vida a otra persona”, dijo Suazo en el mitin el 26 de mayo en Harlem.

“¿Pensaron que no nos importaría porque él era inmigrante?” dijo Sharpton en el mitin. “Queremos que la familia sepa que la comunidad está con ellos”.

Nicole Paultre-Bell dijo que estaba ahí para apoyar a la familia Arzú de la misma manera que la comunidad se había unido para brindarle a ella su apoyo.

Casi todas los entrevistados en el área, en su mayoría trabajadores, se opusieron al homicidio de Arzú.

El barrio donde mataron a Arzú es mixto. Incluye a muchos afro americanos y a una creciente cantidad de inmigrantes, principalmente de México y Centro América. Los últimos incluyen a miles de garífunas, como Arzú, descendientes de indígenas y africanos que habitan la Costa Atlántica, entre Belice y Nicaragua.

Las reacciones entre los afro americanos fueron variadas. Mientras la mayoría se oponen al hecho, algunos son influenciados por prejuicios antiinmigrantes que promueven los medios de difusión y los políticos capitalistas.

Otros, como Rosalind McCullough, cocinera del ejército, dijo que los negros no tienen problemas con los inmigrantes. “Estamos en el mismo barco”, dijo.

“Venimos a trabajar”, dijo Pedro Suazo, un trabajador de hotel. “No molestamos a nadie. Yo conocía a Fermín. Era un hombre muy pacífico, como nosotros. El problema es la policía. Nos tratan como extranjeros, como animales, no como seres humanos”.  
 
 
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