Vol. 72/No. 18      5 de mayo de 2008

La exposición estará abierta hasta el 18 de mayo. Posteriormente se mostrará en el Museo de Arte Latinoamericano en Long Beach, California, del 12 de junio al 31 de agosto. La última muestra será en el Museo Dalí, en St. Petersburg, Florida, del 2 de octubre al 10 de enero.

Hace veinte años una pintura de un artista cubano fue quemada en las calles de la ciudad por cubanos contrarrevolucionarios empeñados en prevenir el debate y el apoyo a la revolución. Estos elementos derechistas tienen menos peso hoy, incluso entre los inmigrantes llegados de Cuba más recientemente.

Más de 800 personas asistieron a la apertura de la exposición “Wilfredo Lam en Norte América”, en febrero. La colección ha continuado atrayendo multitudes sin que se hayan dado incidentes.

Nacido en 1902, Lam era hijo de un inmigrante chino. Su madre era afrocubana. Lam se convirtió en uno de los artistas cubanos más destacados. Participante en el movimiento surrealista de la década de 1930, Lam reflejó las poderosas conquistas sociales y políticas de la revolución anticolonial.

La exposición destaca 64 pinturas, dibujos y otras obras creadas por Lam entre 1927 y 1975, así como una colección de documentos y fotografías describiendo la vida de Lam y su desarrollo artístico durante cinco décadas.

Lam salió de Cuba a los veintitantos años de edad hacia España. Cuando se produjo la guerra civil española en la década de los 30, luchó en el lado republicano.

Poco antes de la derrota de los republicanos por los fascistas, Lam se trasladó a París. Allí se hizo amigo íntimo y colaborador de André Breton, líder del movimiento surrealista y opositor abierto del impacto del estalinismo en los artistas e intelectuales. Lam también fue amigo y se vió influenciado por el pintor español Pablo Picasso, quien impulsó su interés en el arte africano.

Cuando los nazis conquistaron Francia, Lam se trasladó al Caribe, donde colaboró con Aimé Césaire en Martinica y contribuyó a su revista, Tropique. Junto con Breton, Lam visitó Haití donde los artistas presenciaron ceremonias de vudú.

De interés particular en esta exhibición se cuentan varias obras del “periodo cubano” de Lam durante la década de los 40, cuando empezó a dibujar más directamente sobre la cultura afrocubana y sus raíces en Africa, la esclavitud y las ceremonias de santería.

“Había decidido que mi pintura no iba a ser nunca el equivalente de esa música seudocubana para cabaret”, dijo Lam. “Me negué a pintar el cha-cha-cha. Quería con todo mi corazón pintar el drama de mi país, expresando con profundidad el espíritu negro, la belleza del arte plástico de los negros. De esta manera me podía convertir en el caballo de Troya que derramaría figuras alucinantes con el poder de sorprender y de perturbar los sueños de los explotadores”.

Lam regresó a Cuba por primera vez en 1941. Entre 1941 y 1952 vivió y trabajó en La Habana, Nueva York y París. Se asentó en París pero continuó visitando Cuba con frecuencia, contribuyendo con su talento artístico a los murales públicos. En 1981 fue galardonado con la Orden Felix Varela de Primer Grado por su contribución a la cultura.

Lam murió en París en 1982. Como era su deseo, sus restos fueron trasladados a Cuba, donde recibieron un funeral estatal. Fue enterrado en la sección de las Fuerza Armadas del cementerio de Colón, en La Habana, honrándose su participación junto con otros cubanos en la guerra civil española. Cuba celebró el “Centenario de Lam” en 2002.  
 
 
Portada (este número) | Página inicial | Página inicial en versión de texto