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Vol. 72/No. 19      12 de mayo de 2008

 
Dirigente cubano en gira
de conferencias en México
Libros explican cómo Armando Hart
se hizo ‘revolucionario y fidelista’
(especial)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
ZACATECAS, México—Cientos de estudiantes, profesores, escritores, artistas y otros escucharon a Armando Hart, un dirigente histórico de la Revolución Cubana, durante una gira de conferencias de una semana en las ciudades de Monterrey y Zacatecas, en el norte de México.

Hart fue invitado a hablar sobre “Marx y Martí en la raíces de la revolución socialista cubana” y temas relacionados. José Martí fue el más destacado dirigente antiimperialista de América Latina a fines del siglo 19 y el principal organizador de la lucha final por la independencia de Cuba contra el coloniaje español.

En los eventos celebrados entre el 6 y el 12 de abril se presentaron cuatro libros de Hart y sobre Hart: José Martí: apóstol de Nuestra América; Sin permiso de la OEA; Aldabonazo: en la clandestinidad revolucionaria cubana, 1952-58; y Armando Hart Dávalos: un revolucionario cubano. También se presentó un librito que describe el Fondo Personal de Armando Hart Dávalos, un proyecto para recopilar y publicar sus escritos y documentos históricos de la revolución. Aldabonazo fue publicado por la editorial Pathfinder, los otros cuatro por la editorial mexicana Plaza y Valdés.

En Monterrey, capital del estado de Nuevo León, las actividades se hicieron en el Instituto de Educación Superior José Martí, la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Museo de Historia Mexicana.

En Zacatecas, siete horas al sur de Monterrey, Hart habló en el Instituto de Cultura del vecino municipio de Guadalupe, en el Instituto Zacatecano de Cultura y en el Instituto Tecnológico. Fue el invitado de honor en la develación de un busto de José Martí en Guadalupe y en una recepción en una galería de fotos, recibiendo la bienvenida de la gobernadora de Zacatecas, Amalia García. En Guadalupe, el alcalde Samuel Herrera lo proclamó “huésped distinguido” en una ceremonia en el ayuntamiento. A varios de los eventos concurrieron entre 150 y 200 personas.

En cada una de las actividades Hart habló sobre la influencia del legado antiimperialista de Martí en la generación de cubanos que dirigieron la Revolución Cubana de 1959, la primera revolución socialista en América. Hoy día, argumentó, estas ideas y experiencias revolucionarias son necesarias para aquellos que en todas partes del continente —incluido Estados Unidos— buscan afrontar la crisis social mundial.

En los eventos también hablaron la investigadora cubana Eloisa Carreras; Raúl Rojas, escritor e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Ciudad de México; y Martín Koppel, editor de la Pathfinder y reportero del Militante. En muchas de las actividades los acompañó Eulogio Rodríguez, cónsul cubano en el norte y centro de México.  
 
Lecciones vigentes para hoy
Carreras, quien ha recopilado y editado varios títulos de Hart, dijo que estos libros describen cómo éste “se hizo revolucionario y fidelista”, y por qué las lecciones de la Revolución Cubana siguen vigentes “para poder enfrentar los retos que tenemos por delante en este siglo 21”.

Rojas explicó que en 1955 Hart fue uno de los dirigentes fundadores del Movimiento 26 de Julio, que bajo el liderazgo de Fidel Castro dirigió la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista apoyada por Washington. Hart fue uno de los principales organizadores de la clandestinidad urbana del Movimiento 26 de Julio, el cual dio apoyo vital al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Rojas relató cómo Hart efectuó una fuga audaz de la cárcel en 1957.

Después de que el régimen batistiano fue derrocado en 1959, Hart, a los 28 años, fue nombrado ministro de educación en el nuevo gobierno revolucionario, y dirigió la masiva campaña que eliminó el analfabetismo en 1961. En 1976 fue el primer ministro de cultura de Cuba, y hoy es director de la Oficina del Programa Martiano.

Rojas, editor de los cuatro títulos publicados por Plaza y Valdés, describió el minucioso trabajo que durante dos años se llevó a cabo para producir esos libros. José Martí: apóstol de Nuestra América trata sobre la vida y la obra de Martí. Armando Hart Dávalos: un revolucionario cubano, por Eloisa Carreras, es un esbozo biográfico de Hart.

Sin permiso de la OEA, es un homenaje al dirigente panameño Omar Torrijos. El título es de una cita de un discurso de Fidel Castro en 1976 en que éste señaló que Panamá bajo Torrijos había restablecido las relaciones diplomáticas con Cuba en 1974 “sin permiso de la OEA”, la Organización de Estados Americanos.

Rojas relató que originalmente el libro iba a editarse en Panamá con un subsidio del gobierno de ese país. Pero su publicación coincidió con una cumbre de la OEA en Panamá en el verano de 2007, y el gobierno panameño insistió en que se cambiara el título del libro. Hart rehusó, y el libro se publicó este año en México.

Carreras presentó a Koppel, quien habló sobre el libro Aldabonazo. También agradeció a la editorial Pathfinder por publicar el libro y presentó a los demás miembros del equipo de Estados Unidos que trajo ejemplares de ese título y organizó la exhibición de libros que estuvieron a la venta en todas las actividades: Ellie García, socialista y obrera de la costura en Atlanta; Tom Baumann, miembro de la Juventud Socialista en Nueva York; y Linda Joyce y Pat Leamon, voluntarias del Proyecto de Impresión de Pathfinder en Virginia del Oeste y Carolina del Norte, respectivamente.

Koppel explicó que Pathfinder publicó Aldabonazo, en inglés y en español, “porque el libro es necesario para los trabajadores y los jóvenes que luchan en Estados Unidos y alrededor del mundo”.

El describió la escalada de ataques de los patrones y del gobierno norteamericano contra los derechos y el nivel de vida del pueblo trabajador, y señaló ejemplos recientes de la resistencia obrera, desde las protestas de camioneros independientes contra el alto costo del combustible hasta los próximos actos del Primero de Mayo por la legalización de todos los inmigrantes indocumentados.

“La revolución socialista de Cuba ofrece un ejemplo vivo de cómo luchar, y sobre todo de cómo vencer”, dijo Koppel. “Para los trabajadores combativos y los jóvenes que se ven atraídos a sus luchas, libros como Aldabonazo son armas políticas para hoy y para las batallas de clases que vienen”.  
 
Campaña de alfabetización cubana
En la tarde del 7 de abril se celebró una presentación de libros a la que asistieron unas 100 personas en el Instituto de Educación Superior José Martí, una institución privada que mantiene lazos académicos con la Universidad de la Habana. Esa mañana Hart tomó juramento a la directiva de la Fundación José Martí, nueva organización establecida en Torreón, en el vecino estado de Coahuila, y habló con media docena de reporteros de periódicos y la televisión.

Carlos Caballero, presidente de la Fundación José Martí, habló con entusiasmo sobre las cuatro clínicas oftalmológicas que se han abierto en Coahuila con médicos voluntarios cubanos, como parte de la iniciativa cubana internacional conocida como Operación Milagro. Decenas de miles de trabajadores y niños de Coahuila han sido operados gratuitamente de cataratas para recuperar la vista.

Una reportera le preguntó a Hart, “como líder de la campaña de alfabetización en su país, qué recomendaría aquí, donde hay mucho analfabetismo?”

“No puedo decirles qué hacer aquí”, contestó Hart. “En Cuba hicimos una revolución”.

A Hart le hicieron preguntas sobre la lucha contra el analfabetismo en casi todas las actividades en las que habló. En un evento al que asistieron casi 200 personas en el Museo de Historia Mexicana, auspiciada por la UNESCO y la Sociedad Cultural José Martí en Monterrey, Hart ofreció un relato más detallado de la campaña de alfabetización cubana de 1961. Más de 100 mil maestros voluntarios, en su mayoría adolescentes, fueron al campo, y en un año se redujo el analfabetismo en Cuba del 30 al 4 por ciento, anotó.

“Para que triunfara esta campaña hizo falta apoyo y participación de las masas”, dijo el dirigente cubano. Involucró a los sindicatos, los comités de defensa barriales y las organizaciones de mujeres, campesinos y estudiantes. Cuando contrarrevolucionarios apoyados por Washington asesinaron a alfabetizadores, el pueblo cubano respondió con masivas manifestaciones.  
 
Herencia revolucionaria
La Revolución Cubana, recalcó Hart en cada una de sus charlas, se basa en más de un siglo de continuidad revolucionaria. En los años 20, dirigentes comunistas como Julio Antonio Mella se vieron influenciados por la Revolución Rusa de octubre de 1917 bajo la dirección de V.I. Lenin, al tiempo que rescataron las tradiciones antiimperialistas de Martí. “Necesitamos recuperar nuestra memoria histórica. El pueblo mexicano también tiene tradiciones revolucionarias” dijo, recordando al líder democrático revolucionario Benito Juárez del siglo 19, la revolución mexicana de 1910 y las movilizaciones antiimperialistas que llevaron a la nacionalización de la industria petrolera bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas.

En el evento en la Universidad Autónoma de Nuevo León en Monterrey, a la que asistieron unas 200 personas, en su mayoría estudiantes, Hart explicó que cuando él se incorporó al movimiento revolucionario en los años 50, no se consideraba socialista, aunque en realidad ya estaba influenciado por ideas marxistas.

Hart leyó una cita de la carta abierta que le había escrito al presidente de México en 1956 —en la que solicitaba la excarcelación de Fidel Castro, entonces preso en ese país— declarando que la Revolución Cubana “sentará las bases de una democracia socialista y revolucionaria”.

Tales ideas prosocialistas, dijo, caracterizaron “a mi generación, los que asaltaron el cuartel Moncada [en 1953] y otros” que como Hart no eran del antiguo partido pro-Moscú en Cuba, el Partido Socialista Popular.

Cuando le preguntaron durante el período de discusión qué escritos marxistas recomendaba, Hart instó al público a estudiar la gama más amplia de dirigentes revolucionarios —“en los textos originales”, insistió— incluyendo a Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, José Carlos Mariátegui, Che Guevara y Fidel Castro. Y agregó, “Necesitamos una interpretación antidogmática de Marx y Engels”.

En varias de sus charlas Hart se refirió a su experiencia como ministro de cultura de 1976 a 1997. A principios de los años 70, dijo, “el sectarismo y burocratismo” —lo que en la Unión Soviética se denominaba “realismo socialista”— había incidido en la aplicación de la política cultural. “Yo tuve el honor de ser nombrado ministro de cultura para acabar con eso” y restaurar la política original de la dirección revolucionaria cubana de garantizar la plena libertad de expresión artística.

En el Instituto Zacatecano de Cultura, Hart fue presentado por Pablo González Casanova, una destacada figura académica mexicana. El elogió lo que ha hecho Hart para promover “respeto a las distintas corrientes, gustos e interpretaciones” de expresiones culturales en Cuba.  
 
Cuba no cambia de curso
En los periodos de discusión de todas las actividades hubo preguntas sobre la Revolución Cubana en la actualidad. Una de las preguntas muy comunes era si Cuba cambiará su curso político ahora que Raúl Castro remplazó a Fidel Castro en la presidencia.

Un reportero en el primer evento en Monterrey le preguntó a Hart, aludiendo a recientes medidas económicas, “¿Ha empezado una perestroika cubana con Raúl Castro?” Perestroika se refiere a las “reformas” económicas procapitalistas que aplicó el gobierno soviético a fines de los años 80, antes de su implosión.

“La perestroika murió hace mucho tiempo”, respondió Hart, y agregó que Cuba sigue un camino diferente del de la antigua Unión Soviética. “Nosotros no renunciamos al socialismo”, dijo.

En el encuentro universitario en Monterrey le hicieron una pregunta parecida. Las nuevas medidas anunciadas por el gobierno cubano ¿son un retroceso del socialismo? ¿Está siguiendo Raúl Castro el modelo chino?

“No”, dijo Hart. “Y no creemos en modelos. No seguimos un modelo, seguimos una aspiración, el socialismo, que no tenemos ahora pero que luchamos por alcanzar”.

En el Instituto Zacatecano de Cultura Hart concluyó su charla con un mensaje a la juventud entre los 150 asistentes, muchos de los cuales eran estudiantes universitarios. “Me dirijo a las nuevas generaciones”, dijo. “Necesitamos promover un diálogo de generaciones, entre la que hizo la revolución en Cuba y ustedes, las generaciones que van a dirigir el siglo 21”.

El dirigente cubano apuntó que este diálogo también significa “acercarse a la sociedad norteamericana”. Señaló la presencia de revolucionarios de Estados Unidos en el evento para subrayar su argumento de que los temas políticos que él planteaba son importantes no solo en América Latina sino en Estados Unidos.

Al final de cada evento, miembros del público fueron a la mesa donde compraron libros. Muchos preguntaron a los socialistas de Estados Unidos sobre las condiciones sociales y políticas que los trabajadores enfrentan en ese país. La mayoría dijo que tenían familiares en Houston, Chicago, Nueva Orleans u otras ciudades norteamericanas. Algunos habían oído acerca de las protestas de los camioneros y las manifestaciones pro derechos de los inmigrantes. En las distintas actividades se vendieron más de 200 libros, incluyendo más de 80 ejemplares de Aldabonazo y decenas de ejemplares de los otros libros presentados.  
 
 
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