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Vol. 72/No. 30      28 de julio de 2008

 
Fidel Castro sobre rehenes
en Colombia, lecciones
de la Revolución Cubana
 
POR SETH GALINSKY  
Después de una operación de rescate en la que comandos del ejército colombiano rescataron el 2 de julio a 15 personas secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el dirigente cubano Fidel Castro escribió dos artículos comentando sobre estos eventos. Los artículos, publicados el 3 y 5 de julio en los medios cubanos, han sido ampliamente difundidos en el exterior.

“Observamos con preocupación cómo el imperialismo trata de explotar lo ocurrido en Colombia”, escribió Castro el 3 de julio. También dijo, “Por elemental sentimiento de humanidad, nos alegró la noticia de que Ingrid Betancourt, tres ciudadanos norteamericanos y otros cautivos habían sido liberados”.

Ingrid Betancourt fue secuestrada por las FARC mientras hacía campaña para la presidencia hace seis años. Fue rescatada junto con 11 soldados colombianos y tres ciudadanos estadounidenses empleados por Northrop Grumman Corp. que fueron capturados en 2003 cuando su avión de reconocimiento falló durante una misión “antidrogas” del Pentágono. “Nunca debieron ser secuestrados los civiles, ni mantenidos como prisioneros los militares en las condiciones de la selva”, escribió Castro. “Eran hechos objetivamente crueles. Ningún propósito revolucionario lo podía justificar”.

Los gobiernos imperialistas por todo el mundo han aprovechado el regreso a casa de los secuestrados. Castro señaló que estos gobiernos quieren “desviar la atención internacional de sus planes intervencionistas en Venezuela y Bolivia, y la presencia de la IV Flota en apoyo de la línea política que pretende liquidar totalmente la independencia y apoderarse de los recursos naturales de los demás países al sur de Estados Unidos”.  
 
Participación de Washington
Washington estuvo íntimamente involucrado en la planificación de la operación de rescate de los secuestrados. Aviones de reconocimiento estadounidenses interceptaron conversaciones por radio y teléfonos satelitales y utilizaron equipos de vigilancia de video capaces de penetrar el follaje de la selva, dijo Castro en su segundo artículo el 5 de julio.

Citó al embajador de Estados Unidos en Colombia William Brownfield, quien dijo a la prensa un días después de la operación que “la verdad es que hemos logrado compaginarnos de una manera que pocas veces hemos logrado en Estados Unidos, excepto con nuestros viejos aliados, principalmente de la OTAN”. Brownfield dijo que “en varias ocasiones el gobierno de Estados Unidos tuvo que tomar decisiones en sus más altos niveles” para proceder con la operación.  
 
Décadas de conflicto
Colombia ha sido arruinada por un intenso conflicto de clases que ha durado varias décadas. En su artículo del 5 de julio, Castro señaló que la resistencia armada en Colombia fue iniciada por Manuel Marulanda, un campesino, hace seis décadas.

Marulanda se hizo guerrillero “como reacción ante las matanzas de campesinos perpetradas por la oligarquía”, dijo Castro, y más tarde ingresó al Partido Comunista de Colombia, el cual estaba “bajo la influencia del Partido Comunista de la URSS y no del de Cuba”.

“Nunca el Partido Comunista de Colombia se propuso conquistar el poder con las armas. La guerrilla era un frente de resistencia, no el instrumento fundamental de la conquista del poder revolucionario”.  
 
Ejemplo de Revolución Cubana
Esto contrasta con la experiencia en Cuba, donde una fuerza guerrillera fue organizada por Castro y otros dirigentes con el fin de conquistar el poder de estado lo más rápido posible. Desde el primer choque de los revolucionarios cubanos con las tropas del dictador cubano Fulgencio Batista el 5 de diciembre de 1956, se tomó dos años para que los combatientes derrocaran a la dictadura.

Las guerrillas cubanas insistieron en mantener una moralidad proletaria en la manera en la que condujeron la lucha armada. “En Cuba ganamos nuestra guerra revolucionaria poniendo de inmediato en libertad y sin condición alguna a los prisioneros”, escribió Castro. “Entregábamos a la Cruz Roja Internacional a los soldados y oficiales capturados en cada batalla, ocupando solo sus armas. Ningún soldado las depone si lo espera la muerte o un tratamiento cruel”.

“Marulanda, de notable inteligencia natural y dotes de dirigente, no tuvo en cambio oportunidades de estudio cuando era adolescente”, señaló Castro. “Concebía una larga y prolongada lucha, un punto de vista que yo no compartía. Nunca tuve posibilidad de intercambiar con él”. Marulanda murió hace unos meses.

En 1993 las FARC se separaron del Partido Comunista y Marulanda tomó el mando de la dirección de la guerrilla que “siempre se distinguieron por un hermético sectarismo en la admisión de combatientes y los métodos férreos y compartimentados de mando”, escribió Castro.

Las FARC crecieron a más de 10 mil combatientes, a menudo rivalizando con otros grupos guerrilleros. “Ya entonces el territorio colombiano se había convertido en la más grande fuente de producción de cocaína en el mundo”, dijo Castro. “La violencia extrema, los secuestros, los impuestos y exigencias a los productores de drogas se generalizaron”.

A la vez la situación se hizo más complicada debido a las “fuerzas paramilitares, armadas por la oligarquía, cuyos efectivos se nutrían del enorme caudal de hombres que prestaban servicio en las fuerzas armadas del país y eran desmovilizados cada año sin empleo asegurado”.

Debido a esto, por tres décadas la dirección cubana ha promovido la paz en Colombia, dijo Castro. “Pero no estamos a favor de la intervención extranjera ni con la política de fuerza que Estados Unidos pretende imponer a toda costa y a cualquier precio”.

“Critiqué con energía y franqueza los métodos objetivamente crueles del secuestro y la retención de prisioneros en las condiciones de la selva. Pero no estoy sugiriendo a nadie que deponga las armas, si en los últimos 50 años los que lo hicieron no sobrevivieron a la paz”, dijo. “Si algo me atrevo a sugerir a los guerrilleros de las FARC es simplemente que declaren por cualquier vía a la Cruz Roja Internacional la disposición de poner en libertad a los secuestrados y prisioneros que aún estén en su poder”, escribió.

“Nunca apoyaré la paz romana que el imperio pretende imponer en América Latina”, concluyó Castro.  
 
 
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