Vol. 73/No. 9      9 de marzo de 2009

El presidente Mahinda Rajapaksa dijo que la ofensiva militar en julio ha forzado a los Tigres de Liberación de Tamil Elan (LTTE) a retroceder a un área de 55 millas cuadradas al norte de la ciudad de Mullaitivu. La ofensiva ha recibido el apoyo implícito de Washington y otras potencias imperialistas, así como el del gobierno de la vecina India.

Antes de la presente ofensiva el LTTE controlaba una ringlera del territorio en el noreste, donde organizaban tribunales de justicia y recogían impuestos.

Sri Lanka es un país semicolonial con una economía basada en las exportaciones de té, caucho y coco. El salario promedio per cápita es de 930 dólares al año. Los hablantes de cingalés forman las tres cuartas partes de una población de unos 21 millones, mientras que alrededor del 18 por ciento, unos 4 millones, son descritos como hablantes de tamil.

Los tamiles están divididos en dos grupos: los tamiles de Sri Lanka y los tamiles de la India. Estos últimos originalmente fueron traídos por colonizadores británicos para trabajar en las gigantes plantaciones de té establecidas en el siglo diecinueve. Los tamiles de Sri Lanka son objeto de discriminación y violencia fomentada por una serie de gobiernos chovinistas cingaleses.

La BBC dijo el 17 de febrero que “unos 50 mil soldados están forzando a los Tigres de Tamil a un área de jungla del noreste después de tomar la zonas claves de Kilinochchi, Elephant Pass y Mullaitivu”.

Amnistía Internacional y Human Rights Watch han acusado tanto al ejército como al LTTE de disparar contra civiles que intentan salir del área.

La ofensiva es la etapa más reciente en la guerra civil de los partidos capitalistas de Sri Lanka contra la lucha de Tamil por la autodeterminación—una guerra que ha costado 70 mil vidas.

El brutal ataque gubernamental ha causado protestas en muchas ciudades del mundo, dirigidas por exiliados de Tamil.  
 
 
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