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Vol. 74/No. 17      3 de mayo de 2010

 
‘Jalón de oreja’ por
matar a un inmigrante
(portada)
 
POR SETH GALINSKY  
NUEVA YORK—El hombre acusado de matar al inmigrante ecuatoriano Marcelo Lucero en Patchogue, Long Island, fue encontrado culpable el 19 de abril de homicidio no premeditado catalogado de crimen de odio. Fue absuelto de la acusación más seria de asesinato de segundo grado.

“Esto no fue más que un jalón de orejas”, dijo al Militante Walter Sinche, presidente de la Alianza Ecuatoriana Internacional, quien asistió al juicio. “Esto demuestra como funciona el sistema judicial en Estados Unidos. Fue un mensaje a la comunidad” de que las vidas de los inmigrantes valen menos.

Jeffrey Conroy, quien apuñaló a Lucero el 8 de noviembre de 2008, podría recibir una pena de ocho años hasta un máximo de 25 años de prisión cuando sea sentenciado el 26 de mayo. Si hubiera sido declarado culpable del cargo de asesinato el castigo máximo habría sido cadena perpetua.

Una pandilla de siete estudiantes de la escuela secundaria Patchogue-Medford atacó a Lucero, un trabajador de una tintorería, y a Angel Loja, un obrero de la construcción, durante lo que la pandilla denominaba una noche de “brincar a frijoleros” o “brincar a mexicanos”.

Loja en su testimonio en la corte dijo que los matones les habían llamado a él y a Lucero “Mexicanos” e “ilegales”. Uno de los atacantes dijo, “Ustedes vienen a este país para quitarnos nuestro dinero”.

“No son los cargos que queríamos”, dijo Joselo Lucero, el hermano de Marcelo, en una rueda de prensa, aunque esperaba que con el veredicto terminara “la cacería [de inmigrantes], al menos por ahora”.

Grupos en defensa de los derechos de los inmigrantes en Long Island han criticado a la policía por no haber investigado numerosos ataques previos contra latinos.

En el transcurso del juicio se reveló que transcurrieron casi 40 minutos desde el momento en que se hizo la llamada al servicio de emergencia 911 reportando la puñalada, hasta cuando una ambulancia finalmente llevó a Lucero al hospital, a solo tres millas de distancia.

Los abogados defensores de Conroy trataron de culpar a Lucero por la puñalada por haberse defendido quitándose su cinturón y tratar de darles para repeler a sus atacantes.

Lucero se pudo haber ido, dijo Conroy en el estrado, “pero nos persiguió” después que uno de los matones lo golpeó en la cara.

Después del veredicto, la familia Lucero visitó el sitio donde mataron a Marcelo.

“Este es el lugar donde mi hermano rompió las normas (de aguantar la golpiza y callar la boca) y se defendió”, dijo Joselo Lucero a El Diario. “No importa cuantos eran, él no quería que le tratasen como si fuera nada, sino como un ser humano”.
 
 
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