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Vol. 74/No. 20      24 de mayo de 2010

 
Punto de vista de
Malcolm X sobre la religión
(especial)
 
A continuación presentamos la decimoctava parte de una serie que el Militante está publicando con extractos del nuevo libro, Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes, el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Instamos a nuestros lectores a que estudien, discutan y ayuden a vender este libro. Este extracto está basado en un discurso de Barnes en 1987 que aparece en el libro con el título “Malcolm X: dirigente revolucionario de la clase trabajadora”. Copyright © 2009 Pathfinder Press. Se reproduce con autorización.

¿Y respecto a la evolución de las ideas de Malcolm sobre la religión y la política revolucionaria?

Primero, para reducir a un mínimo los malentendidos sobre los puntos políticos que necesitamos aclarar, déjenme recalcar que no estoy poniendo en duda las afirmaciones que hizo Malcolm hasta los últimos días de su vida de que él seguía siendo musulmán.

Se trata de algo distinto. ¿Qué pensaba Malcolm sobre el papel de la religión en el desarrollo de un movimiento revolucionario moderno, de una organización revolucionaria? Repito, no existe una respuesta única que sea válida para las últimas 50 semanas de la vida de Malcolm. Pero es clara la posición a la que llegó antes de su asesinato.

Para empezar, cuando Malcolm hizo pública su ruptura con la Nación en marzo de 1964, la única medida organizativa que anunció fue el establecimiento de una organización religiosa. “Voy a organizar y encabezar una nueva mezquita en la ciudad de Nueva York, conocida como la Mezquita Musulmana, Inc.”, dijo a la prensa. “Esto nos da una base religiosa, y la fuerza espiritual necesaria para librar a nuestro pueblo de los vicios que destruyen el temple moral de nuestra comunidad”…

Sin embargo, apenas unas semanas más tarde, Malcolm ya iba cambiando su énfasis. A medida que se ampliaron las oportunidades para que Malcolm colaborara con otros, él comenzó a subrayar que ser musulmán no era precondición para la acción política conjunta al combatir la opresión de los negros…

Eso lo dejó claro, por ejemplo, en un discurso que dio el 3 de abril en un encuentro en Cleveland, auspiciado por el capítulo local del Congreso por la Igualdad Racial (Congress of Racial Equality, CORE), sobre “La revuelta del negro: ¿qué viene ahora?” La actividad se celebró en una iglesia metodista. Al final de su charla, que Malcolm tituló “El voto o la bala”, dijo que quería añadir “algunas palabras sobre la Mezquita Musulmana, Inc., que establecimos recientemente en la ciudad de Nueva York. Es cierto que somos musulmanes y que nuestra religión es el islam”, dijo Malcolm, “pero no mezclamos nuestra religión con nuestra política ni con nuestra economía, como no la mezclamos con nuestras actividades sociales y civiles; ya no. Mantenemos nuestra religión en nuestra mezquita. Cuando terminan nuestros servicios religiosos, entonces participamos como musulmanes en la acción política, la acción económica y la acción social y cívica. Nos sumamos a cualquiera, en cualquier lugar, a cualquier hora y de cualquier manera siempre que sea para eliminar los males, los males políticos, económicos y sociales que afligen al pueblo de nuestra comunidad”.

Menos de una semana después, cuando Malcolm habló en el Militant Labor Forum en Nueva York la primera de tres veces, planteó lo mismo. Malcolm dijo que aún era musulmán: “Sucede que esa es mi religión personal. Pero en la capacidad en la que estoy actuando hoy, no pretendo mezclar mi religión con los problemas de 22 millones de negros en este país”…

Prácticamente cada discurso durante esas primeras semanas tras su ruptura con la Nación parecía marcar un paso más. Pero fue únicamente cuando Malcolm regresó del primero de los dos viajes a áfrica y al Medio Oriente ese año que emprendió la labor de construir una organización política que estuviera abierta a todos los africano-americanos, sin importar la religión u otras creencias. A fines de junio de 1964 convocó a una reunión pública en Harlem para establecer la Organización de la Unidad Afro-Americana (OAAU)…

No obstante, para junio, Malcolm había dado un paso más: que la religión en sí no puede servir de guía para la acción eficaz en la política moderna. Que hay que separar la religión y las organizaciones religiosas de la organización política, de modo que la gente pueda trabajar conjuntamente en la construcción de una organización política revolucionaria: una forma de actividad práctica que trasciende las creencias o afiliaciones religiosas. “Porque ya sea que fuera metodista o bautista o ateo o agnóstico, [al negro] lo sometían al mismo infierno”, como dijo Malcolm en un mitin en la Iglesia Metodista de Corn Hill en Rochester, Nueva York, apenas cinco días antes de ser asesinado.

Al reunirse con un grupo de jóvenes de Mississippi que visitaban Harlem el día de Año Nuevo de 1965, Malcolm explicó que él y otras personas que habían dejado la Nación del Islam habían reconocido que “nuestro pueblo en este país afrontaba un problema, que no tenía nada que ver con la religión y que estaba por encima e iba más allá de la religión. Una organización religiosa no podía atacar ese problema, por la magnitud y complejidad del problema. Entonces los que estábamos en ese grupo, después de analizar el problema, vimos la necesidad de formar otro grupo que no tuviera absolutamente nada que ver con la religión. Y ese grupo es lo que se llama y lo que se conoce hoy como la Organización de la Unidad Afro-Americana”…

Creo que hoy día valoramos el aporte de Malcolm en este sentido más plenamente que en esa época. Hablando a título personal, yo estaba convencido —y aún lo estoy— de que tarde o temprano Malcolm habría dejado atrás la religión. Pero eso es una cuestión distinta, por supuesto, que nunca se podrá resolver. Lo decisivo es la manera en que Malcolm evolucionaba, en sus palabras y sus hechos, para impulsar actividades políticas comunes por parte de revolucionarios.
 
 
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