Vol. 74/No. 29      2 de agosto de 2010

Las acusaciones y las investigaciones demuestran un patrón de brutalidad, violencia y asesinato llevado a cabo por los policías de Nueva Orleans y el encubrimiento de estos por sus jefes. Cinco ex policías ya se han declarado culpables al encubrimiento de los tiroteos y están cooperando con el fiscal.

Desde febrero, los fiscales federales han presentado cargos contra 16 policías activos y ex policías de Nueva Orleans por delitos cometidos en los días después de Katrina. Las más recientes acusaciones son parte de una investigación de por lo menos diez tiroteos hechos por policías en los cuales mataron a cuatro personas.

El día después de que Katrina golpeó Louisiana, dos diques se rompieron, dejando el 80 por ciento de la ciudad bajo las aguas. Mientras los que tenían medios para escapar de la ciudad lo hicieron, decenas de miles de trabajadores quedaron allí y tuvieron que sobrevivir por su propia cuenta. Más de 1 800 personas murieron.

Las agencias policiales se concentraron en proteger a los grandes propietarios e impidieron que las personas obtuvieran suministros necesarios como agua, comida y medicina. Los trabajadores fueron tachados rutinariamente de “saqueadores”. Cuando 300 tropas de la Guardia Nacional de Arkansas llegaron a Nueva Orleans, el gobernador de Louisiana, Kathleen Blanco, dijo, “Estas tropas saben cómo disparar y matar, y están dispuestos a hacerlo si es necesario y espero que sí lo harán”.

En las últimas acusaciones, el sargento Kenneth Bowen, sargento Robert Gisevius, el agente Anthony Villavaso y el ex policía Robert Faulcon fueron acusados de matar a James Brisette, un joven negro de 17 años de edad, y de disparar contra cuatro miembros de su familia en el Puente Danziger.

Susan and Leonard Bartholomew dijeron que caminaban por el puente hacia la tienda de abarrotes con sus dos niños y su sobrino, Brisette, cuando un camión alquilado Budget se detuvo cerca y unos hombres en la parte trasera abrieron fuego contra ellos. Brisette fue acribillado con seis tiros en el torso; el brazo de Susan Bartholomew fue parcialmente destrozado, y su esposo recibió un tiro en la cabeza. La hija de los Bartholomew recibió cuatro balazos. Los policías manejaban el camión sin marca de identidad ni en el camión ni en ellos.

A Faulcon, quien es afroamericano, también se le acusa de disparar contra Ronald Madison, un hombre negro discapacitado mental de 40 años de edad. A Bowen se le acusa de dar de patadas y pisotear a Madison mientras estaba tendido en el suelo moribundo.

Romell Madison, el hermano de Ronald, dijo en una declaración, “Nuestra familia ha esperado mucho tiempo por justicia en este caso”. Sin embargo, Madison dijo que no le interesaba que los policías recibieran la pena de muerte. “No quiero que se ejecute a nadie, pero supongo que tengo que tener presente que ellos ejecutaron a mi hermano”, dijo en una estación televisora local.

Dos otros miembros del Departamento de Policía de Nueva Orleans (NOPD), el sargento Arthur Kaufman y el sargento jubilado Gerard Dugue, son acusados de ayudar a encubrir los tiroteos con la fabricación de testigos, la falsificación de documentos policiales, y plantando un arma en el escenario del crimen.

El 16 de julio, un juez falló que Bowen, Gisevius y Villavaso deberán quedarse en la cárcel, y les negó la libertad bajo fianza porque enfrentan una posible cadena perpetua, o incluso la pena de muerte. Los agentes han sido absueltos dos veces de los cargos estatales en conexión con los tiroteos.  
 
 
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