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Vol. 74/No. 33      30 de agosto de 2010

 
Guerrero: Arte inspirado
por ‘causa justa’
(especial)
 
En el siguiente artículo, Antonio Guerrero, uno de los cinco revolucionarios cubanos encarcelados en prisiones en Estados Unidos por casi doce años, nos relata la historia de cómo aprendió a dibujar y a pintar en la prisión.

Conocidos internacionalmente como los Cinco Cubanos, Guerrero, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González, y Fernando González fueron detenidos en septiembre de 1998 en Miami y acusados de cargos falsos que iban desde “conspiración para actuar como agentes de un gobierno extranjero sin haberse registrado como tal”, hasta “conspiración para cometer espionaje” y en el caso de Hernández “conspiración para cometer homicidio”. Los cinco recibieron condenas severas.

Los cinco se encontraban recolectando información sobre grupos de cubanos derechistas exiliados en Florida que, en complicidad con el gobierno de Estados Unidos, tienen un largo historial de realizar actos violentos contra la Revolución Cubana.

Guerrero fue condenado a cadena perpetua más 10 años. El 13 de octubre de 2009, su sentencia fue reducida a 21 años y 10 meses, después de que un tribunal federal de apelaciones fallara que las sentencias de tres de los cinco —Guerrero, Labañino, y Fernando González— eran excesivas. Actualmente Guerrero se encuentra encarcelado en el Instituto Correccional Federal en Florence, Colorado.

El día que recibió su sentencia original, Guerrero dijo a la corte, “Si se me pidiera una cooperación similar, volvería a hacerlo con honor”.

En una entrevista publicada en su edición del 2 de septiembre de 2008 de la revista cubana Bohemia, Guerrero dijo que los Cinco Cubanos no deben ser vistos “en una dimensión distinta a la de millones de compatriotas que cada día lo dan todo por la Revolución, y que podían haber estado en nuestro lugar y habrían actuado exactamente igual. No somos otra cosa que cubanos de estos tiempos, revolucionarios de estos tiempos”.

Guerrero nació en Miami, el 16 de octubre de 1958. Su familia regresó a Cuba en noviembre de ese año y decidió quedarse después del triunfo de la revolución en enero de 1959.

Un libro de poemas escritos por Guerrero en la prisión bajo el titulo Desde mi Altura fue publicado en inglés y en español. Una exhibición de las pinturas de Guerrero con el mismo título está realizando una gira por Estados Unidos. Han habido presentaciones en California, Colorado, Kentucky, Oregon, Washington, y en el Foro Social de Estados Unidos en Detroit. Vea el anuncio de la próxima exhibición en esta página.

Este artículo apareció en el sitio Web del National Committee to Free the Cuban Five bajo el título “Reseña sobre mi creación plástica”.
 

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POR ANTONIO GUERRERO  
15 de noviembre de 2007

A comienzos del año 2003, justo cuando se cumplía mi primer año de reclusión en esta penitenciaría de Florence, Colorado, buscaba, ansiosamente, en qué ocupar mi tiempo lejos de todo el ambiente de tensión y violencia que imperaba en esta prisión.

La poesía había sido un arma eficaz para vencer los largos períodos de injusto castigo en las celdas de los llamados “huecos”, así como los prolongados “lock downs” a que sometían a toda la población penal aquí, tras algún incidente violento. Pero el bullicio constante, en la rutina “normal” de la prisión, no me permitía inspirarme la musa, como que se asustaba y se iba.

Así, un buen día, fui al llamado “Hobby Craft”, (Departamento de Recreación) y me encontré a un recluso impartiendo clases de dibujo con lápiz; básicamente hacían todos algún retrato. Me impactó sobre todo el trabajo del instructor e indagué con él cómo podía participar en su clase. Esta persona resultó ser un gran entusiasta para enseñar lo que sabía, y para más suerte estaba en mi propia unidad de dormitorio.

Me suministró algunos materiales y ya al siguiente día tenía decidido mi primer proyecto: un retrato de mi querida madre.

Aún sin terminar esta primera obra, vino el repentino y vil castigo por el que fuimos aislados en celdas del “hueco”, los Cinco en nuestras cinco prisiones. Era el resultado de la aplicación de Medidas Administrativas Especiales (SAM en inglés) dictadas por una orden del Procurador General. La solidaridad internacional y el enérgico reclamo de nuestros abogados hizo posible que aquel injusto castigo fuera levantado en un mes.

Sucedió que al regresar a mi unidad de dormitorio habían “perdido” mi ubicación y no hallaban celda en donde ubicarme. Me percaté que el recluso, instructor de las clases de dibujo, estaba solo en una celda y le dije al guardia: ponme con él. Se sorprendió porque ese recluso era de la raza negra, lo que llaman aquí un afroamericano y aquí prácticamente nunca se ve, (ni se acepta por los reclusos) que vivan juntos reclusos de diferentes razas o grupos (o pandillas).

Como esperaba, Andre me aceptó en su celda y con esta convivencia comenzó a incrementarse mi interés en el dibujo y formamos una buena amistad.

Todos los días dedicaba varias horas al dibujo; mis primeras cinco obras necesitaron de la ayuda del instructor, pero, recuerdo, vino un “lock down” por casi un mes y Andre me dijo: “Ahora vas a hacer tú solo el retrato”. Y en efecto la obra con los retratos de José Martí y Cintio Vitier la hice durante aquel encierro toda por mí mismo. Cuando terminé, comprendí que ya podía continuar mi camino independiente y fue el momento justo para que esto pasara porque Andre se trasladó a otra penitenciaría en California apenas terminó aquel “lock down”.

Un indio nativo, recluido también en mi unidad, ocupó el lugar de Andre como instructor. Hicimos también buena amistad. Todas las noches trabajábamos juntos en diferentes proyectos. La mezcla de las enseñanzas de Andre y de este nuevo instructor hicieron que yo creara mi propio método de trabajo.

Era capaz de en ocasiones en un día terminar un retrato. Hasta la fecha he realizado más de cien obras con lápiz.

En el año 2005 conocí un recluso que se brindó a enseñarme caligrafía. Mi interés era pasar en limpio los poemarios escritos en estos años de encierro.

Adquirí algunos materiales imprescindibles, pero me percaté que la pintura de agua que usaba como tinta no era buena ni suficiente. Buscando algo que pudiera suplir el lugar de la tinta (que no autorizaban a comprar) en mis manos cayó, de manos de otro recluso, un grupo de tubos de pintura de acuarela. Para lo de la caligrafía fue otro fracaso y me dije y ahora qué hacer con todo esto. Decidí con unas pinturitas pequeñas. Nadie aquí pintaba con esta técnica, por lo que solo conté con la ayuda de algunos libros que había adquirido con las pinturas. Poco a poco fui tomando confianza en mis trazos con los contados pinceles que contaba y fui poniéndome mayores metas.

El color le daba otra vida a mi creación. Me alegraba pintar. En uno o dos días ya terminaba cada obra.

Con la ayuda de una gran amiga de Cuba y de los Cinco, Cindy O’Hara, quien me envió libros y fotos, pude llevar a cabo dos interesantes proyectos en acuarela: Las aves endémicas de Cuba y las especies de guacamayos. Otros amigos solidarios en Estados Unidos, como la incansable Priscilla Felia, me han enviado libros que me han sido muy útiles para mi progreso autodidacta en ésta y otras técnicas.

A finales del año 2005 llegó un recluso de la prisión de Marion en Illinois que comenzó a mostrar unos impresionantes trabajos al pastel en fotos. Lo ubicaron en mi unidad de dormitorio y no tardó en que yo me interesara en esta nueva técnica. Adquirí unos materiales, de acuerdo a sus instrucciones. Tenía una gran disposición de enseñar, pero al poco tiempo tuvo problemas, fue llevado al “hueco” y nunca regresó a la población general.

Otra vez me vi ante la interrogante de qué hacer con los materiales de pintura adquiridos y una vez más recurrí a los libros para adentrarme en una técnica desconocida. Decidí que fuera un retrato del Che mi primera obra al pastel, y tras ella acometí un proyecto de 14 retratos de las más relevantes figuras de nuestra historia. Ininterrumpidamente he continuado empleando los pasteles en mi creación plástica. Lo más reciente en esta técnica han sido un grupo de desnudos con los que he estudiado la figura humana y los diferentes tonos de la piel bajo el efecto de luces y sombras.

Apenas hace dos meses, también de forma autodidacta, incursioné en la pintura en acrílico utilizando una pistola de aire (en inglés se conoce esta técnica como “airbrushing”).

Y no podía faltar que me interesara por el óleo. Aquí sólo autorizan un tipo de pintura de aceite que es soluble en agua y aunque no es la pintura tradicional, tiene bastante similitud en su forma de uso y resultado con esta última. Hasta el momento he terminado cinco obras con esta técnica.

Sin ningún plan ni guía específica, estimo que el haber comenzado con los retratos en lápiz y luego adentrarme en la acuarela, el pastel y por último el óleo ha sido un camino bastante correcto. Claro, que todas estas obras están falta de la profesionalización que da el estudio en una escuela de arte y la guía de algún instructor con verdadero conocimiento de las artes plásticas.

Lo principal, pienso, ha sido vencer el encierro con una actividad sana y útil como es la creación plástica. Cada obra expresa no sólo mi esencia humana sino la de los Cinco, unidos por indisolubles principios.

Lo poco que he aprendido, lo trasmito a otros reclusos con total desinterés y, a veces, gran paciencia.

“La verdad quiere arte”, dijo José Martí y en nuestros corazones reina la verdad, fundida al amor y a la entrega a la causa justa de nuestro heroico pueblo: ¡Ahí está el impulso para cada obra!  
 
 
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