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Vol. 74/No. 35      20 de septiembre de 2010

 
Política de Casa Blanca en
contra de Revolución Cubana
(portada)
 
POR SETH GALINSKY  
La administración de Barack Obama recientemente filtró planes a la prensa que mitigarán algunas de las restricciones de viajes y comunicaciones con Cuba. Estas medidas, igual que el actual embargo económico, están diseñadas a promover la oposición interna al gobierno cubano y subvertir la Revolución Cubana.

A pesar de negarse a confirmar los detalles, el vocero adjunto de la Casa Blanca, William Burton, dijo que Obama “continúa haciendo cosas … que contribuyen a crear un ambiente más democrático y extiendan las libertades para el pueblo cubano”.

Según el Miami Herald del 6 de agosto, el cambio principal es la expansión de los viajes existentes entre Cuba y Estados Unidos que tengan “declarados” fines educativos, religiosos o culturales.

Se permitirían los vuelos entre Estados Unidos y Cuba desde unos 35 aeropuertos norteamericanos. Hoy estos vuelos están autorizados solo desde Miami, Los Angeles y el aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York. Las medidas también harían más fácil pagar dentro de Estados Unidos por llamadas telefónicas y otros servicios, dijo el Herald, “con la esperanza de aumentar las comunicaciones entre la isla y los cubanos exiliados”.

Washington ha estado aumentando su ayuda a grupos contrarrevolucionarios en Cuba. En junio, se desembolsaron unos 15 millones de dólares para programas de “Democracia Cuba” de la USAID (Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional), incluyendo 3 millones de dólares para “grupos especialmente marginados para ayudar a “otorgarles poderes”, incluyendo la asistencia para establecer negocios privados.

La USAID se vanagloria de “apoyar directamente” a grupos como las Damas de Blanco que organizan acciones provocadoras contra el gobierno cubano, y de enviar “expertos internacionales” a Cuba para asesorar a grupos “independientes”.

El 5 de agosto, el Departamento de Estado estadounidense anunció que iba a mantener a Cuba en su lista de “estados que apoyan el terrorismo”. El 31 de agosto un tribunal federal de apelaciones confirmó la vigencia de una ley de Florida que prohibe el uso de fondos estatales para viajes académicos a naciones que están en la lista.  
 
Embargo intenta paralizar a Cuba
Desde comienzos de los años 60, todos los presidentes norteamericanos, tanto demócratas como republicanos, han mantenido el embargo económico, comercial y financiero contra Cuba. Su propósito es paralizar la economía del país y castigar al pueblo cubano por haber hecho la revolución que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista, respaldada por Estados Unidos. Salvo de 1977 a 1982, Washington ha prácticamente prohibido los viajes a Cuba para los ciudadanos norteamericanos, con excepción de periodistas y algunos intercambios académicos.

Un aspecto integral de los esfuerzos de Washington ha sido la combinación de acciones armadas violentas contra Cuba, con lo que los gobernantes imperialistas norteamericanos llaman “La Segunda Vía”, crear grupos de oposición política que puedan asistir a derrocar la revolución. Un memorandum de octubre de 1962 del Departamento de Estado, declara que los asesores norteamericanos minimizaban su “participación directa”, mientras se financiaban tales grupos.

En 1992 el presidente George H. Bush firmó la Ley de Democracia Cubana —a menudo conocida como la Ley Torricelli— que hizo más severo el embargo contra Cuba, incluyendo restricciones al envío de dinero y viajes a la isla por familiares en Estados Unidos, aumentando a la vez la organización y financiamiento de la oposición interna como parte de La Segunda Vía.

En marzo de 1996, el presidente William Clinton firmó la Ley Helms-Burton, apretando aún más el embargo y añadiendo castigos contra los empresarios de otros países que invirtieran en Cuba. Clinton justificó la ley como una manera de castigar a Cuba por haber derribado dos aviones hostiles pilotados por contrarrevolucionarios, que en repetidas ocasiones habían violado el espacio aéreo cubano.

En enero de 1999, Clinton anunció que estaba dando los primeros pasos para extender los contactos “entre individuos”, intercambios entre ambas partes de científicos y personal académico con Cuba, dando énfasis a la orientación Segunda Vía.

El presidente George W. Bush restringió los contactos en 2003, imponiendo límites al envío de dinero por los cubanoamericanos a sus familiares en la isla y reduciendo los intercambios culturales y académicos.  
 
Hostilidad EE.UU. a la revolución
El año pasado, la administración Obama empezó a retornar a la orientación Segunda Vía de la administración Clinton, al eliminar las restricciones de los viajes a Cuba por parte de cubanoamericanos y el envío de dinero a sus familiares. Las medidas de la Casa Blanca para aumentar ciertas clases de viajes llegan en el contexto de los retos económicos, sociales y políticos que confronta la Revolución Cubana, en un período de prolongada ausencia de luchas revolucionarias en el mundo y de amplias consecuencias por la crisis económica capitalista en todo el mundo.

Algunos políticos liberales, entre ellos la congresista Barbara Lee de California, que se presentan como “amigos de Cuba”, dicen que las anticipadas medidas de la administración de Obama no son suficientes.

Lee, demócrata y miembro del Comité de Congresistas Negros, emitió una declaración el 18 de agosto titulada: “Señor presidente: levante la prohibición de viajar”. Lee es una de los patrocinadores de la “Ley para reformar las restricciones de viajes y estimular las exportaciones”, un proyecto de ley en el congreso que exige menos restricciones en viajes y de comercio con la nación caribeña.

El embargo de 50 años contra Cuba “no ha derrocado al gobierno de Castro”, argumenta Lee. “Tenemos que intentar un enfoque diferente”.

“Cuando los cubanos empiecen a comprar nuestros productos y establezcan relaciones con los americanos, el sendero hacia el futuro —un sendero democrático y próspero— estará más claro que nunca”, dijo.

Este enfoque también está respaldado por muchos grupos e individuos contrarrevolucionarios dentro de Cuba que quieren restaurar el capitalismo en la isla. Unos 74 “disidentes” cubanos firmaron una carta a la cámara de representantes estadounidense apoyando el proyecto de ley patrocinado por Lee.

En un discurso a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba el 1 de agosto, el dirigente cubano Raúl Castro señaló que la administración de Obama no está disminuyendo la hostilidad de Estados Unidos hacia la revolución.

“En esencia nada ha cambiado”, declaró Castro, “aunque exista menos retórica y se celebren ocasionales conversaciones bilaterales sobre temas específicos y limitados, en realidad, el bloqueo se continúa aplicando”.

“Nosotros seguiremos actuando con la serenidad y paciencia que hemos aprendido en más de medio siglo”, concluyó.
 
 
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