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Vol. 74/No. 43      15 de noviembre de 2010

 
Elecciones no cambian
nada para los obreros
(portada)
 
POR PAUL MAILHOT  
3 de noviembre—Los periódicos, el radio y la televisión están repletos de discusiones sobre los resultados de las elecciones de 2010. Los republicanos ya son la nueva mayoría del congreso; en el senado aunque ganaron seis escaños adicionales aun siguen en la minoría.

Ampliamente visto como un “reproche” de la política del presidente Barack Obama y de la mayoría demócrata en el congreso durante los dos años pasados, las elecciones no señalan ningún cambio para la clase obrera.

En general los políticos que triunfaron hicieron campaña diciendo a que se oponen. Rand Paul, vencedor republicano de la contienda para el senado en Kentucky, y alguien que está estrechamente asociado con el tea party, describió a las elecciones como un mensaje: “El pueblo americano está descontento con lo que está pasando en Washington”. En un editorial, el Wall Street Journal aclaró que, “los votantes aún ven al GOP [el Partido Republicano] con el mismo intenso escepticismo que a los demócratas, una indicación del agrio estado de ánimo del público”.

Con millones de personas sin trabajo, los salarios reales bajando y las condiciones sociales en deterioro, una gran derrota para los que actualmente ocupan los puestos legislativos no fue ninguna sorpresa. La clase media en particular, y muchos trabajadores, tienen miedo de un presente y futuro que parecen más y más fuera de control. El mensaje del presidente Obama que los golpes económicos sufridos por el pueblo trabajador hubieran sido peores si no fuera por sus políticas no fue convincente.

Los candidatos de ambos partidos evitaron discutir que es lo que ellos harían para cambiar estas condiciones, así como siquiera mencionar las interminables guerras en Afganistán y Pakistán, las decenas de miles de tropas que siguen en Iraq y las operaciones militares que están siendo intensificadas en Yemen y otros lugares.

Mucha de la atención de los medios sobre la victoria republicana se ha enfocado en el encono anticipado entre la Casa Blanca de Obama y la entrante mayoría republicana. Se ha dado mucha publicidad a una declaración del congresista John Boehner, probablemente el nuevo presidente del Congreso, según la cual con respecto a la agenda de Obama, “Vamos a hacer todo —y quiero decir todo lo que podamos— para matarlo, pararlo, trabarlo, lo que sea que podamos”. Pero Obama ya ha llamado a Boehner para felicitarlo por las elecciones y proponerle que trabajen juntos.

Entre el discurso sectario y llamados a aceptar acuerdos mutuos, los partidos capitalistas gemelos seguirán buscando un “terreno común” en su campaña en contra el nivel de vida y los derechos del pueblo trabajador a medida que intentan reforzar las tasas de ganancia de la clase gobernante, la clase capitalista. Planes para recortar el Seguro Social, Medicare, Medicaid y otros programas sociales para controlar el masivo déficit presupuestario es la prioridad principal de ambos, los demócratas y los republicanos.

El gobierno no tiene ningún plan para implementar un programa de obras públicas ni ninguna otra medida que cree trabajos. Los dueños de la industria no tienen ningunos planes para aumentar la capacidad productiva y poner a la gente a trabajar.

Aparte de los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores que tenía 33 candidatos para puestos estatales y federales en 11 estados a través de Estados Unidos, los trabajadores tuvieron poca voz en las elecciones. Los funcionarios sindicales continúan su política de desperdiciar grandes recursos en apoyo de las campañas de “amigos” de los trabajadores en el Partido Demócrata. Fue solo por medio de las movilizaciones esporádicas en las líneas de piquetes, en las luchas por la legalización de los trabajadores indocumentados y otras batallas parecidas, que los intereses del pueblo trabajador avanzaron en el transcurso de estas elecciones.

Los resultados de las elecciones no cambiaron lo que el pueblo trabajador sigue enfrentando con la depresión capitalista mundial y las continuas guerras imperialista en el exterior; pero tampoco restringieron el espacio político que existe para que los trabajadores se organicen para luchar a favor de sus intereses de clase, superar divisiones y adquirir confianza en la ruta hacia la conquista del poder político.  
 
 
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