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Vol. 75/No. 1      10 de enero de 2011

 
Nuevo libro de Fidel Castro
sobre victoria revolucionaria
(especial / reseña)
 
Por todos los caminos de la Sierra: La victoria estratégica por Fidel Castro. En español. 855 páginas (incluyendo más de 200 páginas de fotos, mapas, copias de documentos originales y gráficos de las armas utilizadas por ambos lados en la guerra revolucionaria). Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba.

POR SETH GALINSKY  
Hoy en día, en medio de la peor crisis económica del capitalismo desde la década de 1930, los trabajadores y los jóvenes apreciarán el nuevo libro de Fidel Castro, La victoria estratégica. El libro da una imagen vívida de cómo los trabajadores y los agricultores son capaces de derrotar inclusive al opresor más poderoso que cuente con las armas de destrucción más modernas a su disposición.

A través de La victoria estratégica el lector gana una comprensión de la historia de la Revolución Cubana. Es un excelente relato de la táctica y estrategia militar en las batallas claves que rompieron la espalda del ejército de uno de los regímenes más represivos en América Latina en ese momento. Más importante aún, a través de este libro uno puede obtener una idea del tipo de organización, liderazgo, programas, cuadros, disciplina y funcionamiento desinteresado que es necesario (y posible) para que la clase trabajadora pueda arrancar el poder de manos de los gobernantes adinerados.

El 2 de diciembre de 1956, Fidel Castro y 81 miembros adicionales del Movimiento 26 de Julio viajando en el yate Granma desembarcaron en la provincia de Oriente en Cuba para iniciar una lucha guerrillera para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista apoyada por Washington.

Rápidamente descubiertos por las fuerzas de Batista, la mitad fueron capturados y arrojados a la prisión o asesinados. Durante las próximas semanas, los combatientes que lograron eludir el ejército de Batista se dirigieron a las montañas de la Sierra Maestra, en la parte sureste de la isla. En un poco más de un año, Castro transformó el Ejército Rebelde en una fuerza de combate con experiencia, reclutando campesinos y trabajadores a sus filas, y derrotando los numerosos intentos de Batista para desalojarlos.

Entonces, en abril de 1958, el Movimiento 26 de Julio que estaba en las ciudades lanzó una huelga general, la cual estuvo mal concebida y mal preparada y fue rápidamente derrotada por la dictadura. Batista calculó que el fracaso de la huelga podría desmoralizar a los trabajadores en las ciudades y a los guerrilleros en la Sierra y le permitiría dar un golpe decisivo contra el Ejército Rebelde y la lucha revolucionaria.

La victoria estratégica relata la historia de cómo, en cambio, menos de 300 guerrilleros derrotaron decisivamente la ofensiva de 10 mil soldados fuertemente equipados, en una lucha que duró 74 días sin interrupción, marcando el principio del fin de la dictadura.

El fracaso de la huelga general fue un golpe para los revolucionarios. Para sacar las lecciones de lo que había sucedido, Castro organizó una reunión de la dirección del Movimiento 26 de Julio en las ciudades y en la Sierra, que tuvo lugar en la Sierra Maestra el 3 de mayo de 1958.  
 
Lecciones de la derrota de la huelga
La reunión concluyó que la huelga no salió de la propia lucha y fue organizada de manera sectaria. Aunque sindicatos importantes estaban dirigidos por el Partido Socialista Popular (PSP), un partido aliado a Moscú, los líderes del Movimiento 26 de Julio no trataron de involucrar al PSP en la huelga. El error principal, Castro dijo en una entrevista en la Sierra Maestra en julio de 1958, fue que “el Comité de Huelga cometió el error fundamental de supeditar la movilización de las masas a la acción sorpresiva de milicias armadas”.

"La huelga es el arma más formidable del pueblo en la lucha revolucionaria y la lucha armada debe supeditarse a ella. No se puede llevar al pueblo a una batalla, como no se puede llevar a un ejército si no se le moviliza adecuadamente”, dijo Castro.

Como resultado de esa reunión, el Movimiento 26 de Julio fue reorganizado. Su órgano de dirección se trasladó a la Sierra Maestra, y Fidel Castro fue nombrado secretario general del movimiento.

Los revolucionarios comenzaron a prepararse para la ofensiva del ejército de Batista que sabían llegaría pronto. Desde el desembarco del Granma, los combatientes rebeldes habían consolidado su base de operaciones, no para prepararse para una guerra de guerrillas extendida, sino para acelerar la extensión del movimiento a toda la isla. Establecieron hospitales rudimentarios, una planta que producía carne de vaca salada, una estación de radio, un periódico, una escuela para los nuevos reclutas y una cárcel.

Castro señala que los combatientes rebeldes obtuvieron la mayor parte de sus armas y municiones quitándoselas a los soldados de Batista. Al comienzo del intento del régimen para capturar la Sierra Maestra, las municiones eran tan escasas entre los rebeldes que Castro ordenó un racionamiento cuidadoso de las balas. Fue común que los combatientes rebeldes salieran a batalla con menos de una docena de balas cada uno.

Mientras que la guerrilla mantenía un registro de casi cada bala utilizada, Batista estaba bombardeando posiciones de los rebeldes desde el aire, con cohetes y napalm proporcionados por el gobierno de Estados Unidos.  
 
Radio Rebelde decía la verdad
En contraste con la dictadura, que emitía mentiras con el propósito de confundir al pueblo trabajador sobre el curso de la guerra, Castro dio instrucciones precisas a Radio Rebelde para asegurar que sus emisiones de noticias se adhirieran a la verdad. “Nuestras bajas no las ocultamos porque son bajas gloriosas. Las bajas del enemigo no las exageramos porque con mentira no se defiende la causa de la libertad, ni se destruyen las fuerzas enemigas”.

Los revolucionarios, aunque hacían todo lo posible para detener la invasión de las fuerzas del gobierno, no se deleitaban en la matanza de los soldados. Por lo contrario, el Ejército Rebelde proporcionaba tratamiento médico a los heridos de las tropas de Batista y los trataba con dignidad y respeto. Los guerrilleros aprovecharon cada pausa en los combates para hablar con los soldados del régimen y explicar que era por lo que luchaba el Movimiento 26 de Julio.

Cerca del final de julio, cuando el Ejército Rebelde había derrotado la mayor parte de la fuerza de invasión, una unidad encabezada por Che Guevara rodeó a otra columna del gobierno. Después de consultar con Castro, Guevara envió un mensaje al capitán del ejército que estaba a cargo, ofreciendo a sus tropas salida segura del territorio rebelde, si entregaban sus armas y municiones.

“Debe saber también que está rodeado y no puede esperar ayuda del exterior”, escribió Guevara en un intento de convencer al capitán para disminuir el derrame de sangre.

Si el capitán no aceptaba la oferta de los rebeldes, Guevara le aconsejó que “deje las casas y se proteja en trincheras; todos los altos son nuestros”.

El libro fue editado por el periodista Katiuska Blanco. Ella señaló que el libro fue posible porque Celia Sánchez, líder del Movimiento 26 de Julio y parte del Ejército Rebelde que murió en 1980, recogió todas las notas escritas en la Sierra Maestra, y después del triunfo de la revolución, organizó un equipo que investigara el terreno y entrevistara a muchos protagonistas de la guerra revolucionaria.

Después de derrotar la ofensiva de Batista y destrozar el ejército de la dictadura, el Ejército Rebelde rápidamente organizó para extender su victoria, derrocar a la dictadura y llevar a los trabajadores y los agricultores de Cuba al poder, abriendo el camino a la revolución socialista. La historia del empujón final se relata en un segundo volumen: De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba: La contraofensiva estratégica.  
 
 
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