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Vol. 75/No. 4      31 de enero de 2011

 
Túnez: Obreros y
jóvenes sacan a tirano
Continúan protestas bajo nuevo régimen
(artículo principal)
 
POR SETH GALINSKY  
Un levantamiento de masas de trabajadores y jóvenes obligó a que Zine El Abidine Ben Ali, el gobernante de Túnez, huyera a Arabia Saudita el 14 de enero. Su derrocamiento, después de 23 años en el poder, fue una sorpresa tanto para París y Washington como para el gobierno tunecino.

Las primeras protestas estallaron en Sidi Bouzid cuando un graduado universitario desocupado que trabajaba como vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, se prendió fuego el 17 de diciembre después de que la policía le confiscara las frutas y verduras que vendía sin permiso y le diera una bofetada frente a la gente. Bouazizi, de 26 años, intentó presentar una queja, pero las autoridades se negaron a aceptarla. Murió el 4 de enero.

Las manifestaciones se extendieron por todo el país, desatando la ira contra el alto desempleo, las alzas en los precios de alimentos y el régimen dictatorial de Ben Ali.

Un día antes de huir, Ben Ali se presentó en la televisión y prometió que no se postularía para ser reelegido en 2014; también recortó los precios del azúcar, el pan y la leche. Ben Ali disolvió el gobierno, prometió nuevas elecciones en seis meses y dijo que pondría fin a la censura del Internet y que permitiría más libertad de prensa. Dijo que había ordenado a la policía que dejara de usar munición real contra los manifestantes.

Resultó ser muy poco, muy tarde. Al día siguiente se realizaron algunas de las manifestaciones más grandes. Muchos gritaban “Ben Ali, ¡fuera!” y “Ben Ali, ¡asesino!” Un manifestante llevaba una pancarta que decía “¡No olvidaremos!”, en referencia a las decenas de manifestantes asesinados por la policía durante las semanas anteriores.

Túnez fue básicamente una colonia francesa desde 1881 y ganó su independencia en 1956, con Habib Bourguiba como primer ministro. En 1975 éste se autoproclamó “presidente vitalicio”. Ben Ali derrocó a Bourguiba el 6 de noviembre de 1987, un mes después de haber sido nombrado primer ministro.

Bajo el puño de hierro de Ben Ali, el gobierno tunecino fomentaba políticas “favorables para la libre empresa”, muy apreciadas por los capitalistas norteamericanos y europeos.

Las empresas farmacéutica Pfizer, electrónica Ericsson y de productos para la salud Siemens establecieron operaciones en el país. La empresa Paradigm Precision Holdings con base en Arizona tiene una planta de repuestos para aviones en las afueras de Túnez, pagando a sus operarios de máquinas solo 280 dólares mensuales.

Los capitalistas franceses fueron los que más se beneficiaron, con unas 1 200 empresas representando el 41 por ciento de la inversión extranjera. Las empresas alemanas, belgas, británicas y españolas también compitieron para asegurarse un pedazo del pastel.

Aunque las inversiones norteamericanas directas fueron pequeñas, el régimen de Ben Ali fue un valioso aliado en la guerra de Washington contra el terrorismo, adoptando medidas severas contra islamistas en Túnez y cooperando estrechamente con la CIA y el FBI.  
 
Alto desempleo entre los jóvenes
Mientras que las cosas iban bien para Ben Ali, sus compinches en Túnez y los capitalistas extranjeros, los trabajadores y las clases medias estaban siendo golpeadas por la crisis económica capitalista mundial. Oficialmente, el desempleo es de un 14 por ciento, pero entre la juventud la cifra alcanza el 52 por ciento. Más de 700 mil tunecinos viven en Francia.

Con la esperanza de poner fin a las protestas, funcionarios tunecinos anunciaron el 17 de enero que estaban organizando una estructura de unidad nacional que incluyera a tres partidos “de oposición” para sustituir al dictador caído. Mohamed Ghannouchi, un antiguo aliado de Ben Ali, encabeza el nuevo gobierno como primer ministro.

Los regímenes árabes en la región están preocupados por el ejemplo del levantamiento tunecino. El 16 de enero el gobierno sirio cambió su curso y aumentó en un 72 por ciento los subsidios para el combustible para la calefacción para los trabajadores públicos. El gobierno jordano anunció 125 millones de dólares en subsidios para combustible y alimentos después de que se dieran protestas la semana pasada.

Poco después de que el dictador tunecino huyera a Arabia Saudita, un pequeño grupo realizó una manifestación en El Cairo, Egipto, coreando, “Ben Ali, dile a Mubarak que un avión lo espera a él también”. El presidente egipcio Hosni Mubarak lleva en el poder casi 30 años y al igual que Ben Ali, ha ahogado a los partidos y periódicos de la oposición.

Washington también está nervioso. En una conferencia en Qatar el 13 de enero, la secretaria de estado norteamericana Hillary Clinton hizo un llamado a la “reforma” y advirtió a los gobernantes árabes que “el pueblo está harto de instituciones corruptas y un orden político estancado?Es hora de ver a la sociedad civil no como una amenaza, sino como un socio”.

Unos días más tarde, el ministro de relaciones exteriores egipcio Ahmed Aul Gheit dijo que “las naciones occidentales y europeas” no deberían inmiscuirse en los asuntos árabes. “Lo que están diciendo sobre la extensión de lo que ha pasado en Túnez a otros países no tiene sentido”, añadió.  
 
 
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