El Militante (logo)  

Vol. 75/No. 25      11 de julio de 2011

 
Transformando al partido al dirigirse
más ampliamente a la clase trabajadora
(especial)
 
POR STEVE CLARK
Y CINDY JAQUITH
 
OBERLIN, Ohio—Con una pancarta gigante que estaba colgando de la pared detrás del escaño y que contenía el marcador con los resultados de la campaña de ventas de suscripciones del Militante, 350 trabajadores, agricultores y jóvenes dieron inicio a la conferencia de trabajadores activos y educación socialista que comenzó en esta ciudad el 9 de junio. La conferencia estaba auspiciada por el Partido Socialista de los Trabajadores. Además de los participantes de Estados Unidos asistieron trabajadores de Australia, Canadá, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Grecia, Francia y Suecia.

La conferencia de tres días marcó el comienzo de una transformación del partido y del movimiento comunista mundial en respuesta al hecho de que millones de trabajadores y agricultores están más dispuestos a discutir lo que significa para nosotros la actual crisis de la dictadura del capital y lo que podemos y debemos hacer para deshacernos de esta dictadura.

Camino a la conferencia, trabajadores y jóvenes hicieron paradas en pueblos y ciudades para ir de puerta en puerta en vecindarios obreros, presentando el Militante y libros y folletos sobre política obrera revolucionaria.

“La pasamos muy bien cuando veníamos para acá, y una vez más nos dimos cuenta que se puede ir a cualquier comunidad de trabajadores y vender el periódico, explicar que el problema es el sistema capitalista y se puede sostener una conversación”, dijo Helen Meyers, una trabajadora de Des Moines, Iowa, en una nota que fue leída en la sesión inaugural. Viajando en cuatro carros “nos salimos de la autopista en South Bend, Indiana, un pueblo en el que nunca ninguno de nosotros había estado antes, dimos unas vueltas y concluimos que parecía un buen sitio”. En una hora habían vendido siete suscripciones. Los miembros de los equipos de ventas y dirigentes de las ramas del partido anunciaban las cifras totales de las suscripciones vendidas y eran anotadas en el marcador de la pared. Paul Mailhot, miembro del Comité Nacional del PST, informó a los participantes que se habían vendido en conjunto 76 suscripciones en el camino a la conferencia. Eso elevó la cifra total de la campaña de suscripciones de seis semanas a 2 191 nuevos lectores del Militante.

Mailhot hizo un llamado por voluntarios para equipos de ventas que tendrían lugar después de la conferencia para ir a las zonas de las minas de carbón en el suroeste de Pennsylvania, Virginia del Oeste, el sur de Illinois y Alabama, así como a las regiones mineras del oeste en Utah, Nuevo México y Colorado. Se anotaron más de 30 voluntarios.  
 
Ampliamente en la clase trabajadora
En su informe el primer día de la conferencia, el secretario nacional del PST Jack Barnes dijo que el éxito de las ventas de suscripciones al Militante yendo de puerta en puerta no solo se debía a la cantidad de suscripciones, sino sobretodo, a lo que refleja, y como ayuda a avanzar, el esfuerzo para dirigir políticamente y transformar la actividad política semanal actual de las ramas del partido.

Los miembros del partido “se transformaron y comenzaron a transformar a otros en las capas conscientes de la clase trabajadora”, dijo Barnes. El logro marcó la respuesta de un creciente número de trabajadores a la acumulación de las consecuencias del dominio capitalista arruinado por la crisis, desde el desempleo creciente a las brutales guerras imperialistas a las cuales los hijos e hijas de los trabajadores y agricultores son enviados para luchar y morir.

“Grandes momentos decisivos para el partido llegan cuando reconocemos cambios amplios en nuestra clase como este, anticipamos lo que viene y comenzamos a organizarnos y actuar de manera consecuente, sin garantías, sin pagarés, sin fechas límite”, dijo Barnes. “Es un acto de imaginación sobre los cambios políticos a medida que los trabajadores luchan contra los horrores que trae el capitalismo, horrores que ya empezaron.

“Y las conclusiones políticas siempre son las mismas”, dijo Barnes. “Dirigirse más ampliamente hacia la clase trabajadora, con confianza que no tenemos el monopolio de la imaginación de los trabajadores, no monopolizamos la idea de reconocer nuestro propio valor. Y con el conocimiento de que mientras luchemos junto con otros trabajadores, el partido comenzará a deshacerse de los efectos de un largo periodo político de retroceso de nuestra clase”.

Poner a prueba esta mayor respuesta al curso del partido, dijo Barnes, significa llevar el Militante y los libros a la clase trabajadora de una manera más amplia de lo que el partido ha venido haciendo en los últimos años, incluyendo las zonas rurales y los vecindarios donde hay concentraciones de trabajadores que son caucásicos, negros, latinos e inmigrantes.

Para esto se necesita sobrepasar el “prejuicio sindicalista” después de reconocer que como consecuencia de la política procapitalista de la cúpula sindical, gran parte y un número creciente de trabajadores no están sindicalizados hoy en día. Significa comprender que la resistencia a los ataques de los patrones comenzará en la clase trabajadora, tanto entre trabajadores sindicalizados como entre los no sindicalizados. Y, a medida que eso suceda, se planteará la cuestión de la necesidad y la posibilidad de reconstruir y transformar políticamente los sindicatos.

En el segundo día de la conferencia, participantes de un panel compartieron sus experiencias al llevar a la práctica esta línea política, en regiones que van desde Los Angeles, Chicago, la ciudad de Nueva York, Des Moines y Lincoln, Nebraska, hasta Auckland en Nueva Zelanda y Montreal en Quebec.

En un mitin de clausura, Gerald Sanderson de la Liga Comunista en el Reino Unido describió como vendieron 25 suscripciones a trabajadores en Dagenham, una zona obrera del este de Londres, que han sido descartados con desdén por los radicales de clase media como un hervidero de sentimiento antiinmigrante y de personas que votan a favor de los candidatos del Partido Conservador y no los del Partido Laboral.

Vender el Militante en comunidades obreras “me sirvió para entender mejor al periódico” y romper con los estereotipos”, dijo Sergio Zambrana al Militante. Este joven de 21 años, estudiante de la Universidad de Maryland en College Park, formó parte de un equipo que vendió 13 periódicos frente a la Mina Emerald en el suroeste de Pensilvania.  
 
Hambre por libros
En el curso de tales discusiones, miembros del PST encuentran interés entre los trabajadores, no solo por un semanario “publicado en defensa de los intereses del pueblo trabajador”, sino también en libros y folletos. Los títulos de mayor venta han sido El rostro cambiante de la política en Estados Unidos: La política obrera y los sindicatos y Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, ambos por Jack Barnes.

“Estos libros, vistos desde diferentes ángulos, tratan del mismo tema”, dijo Barnes. Los dos “tienen que ver con la dictadura del capital y el camino hacia la dictadura del proletariado”, dijo citando la primera línea de Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero. El uso de estos dos libros por el partido esta convergiendo con el interés por ellos entre los trabajadores.

La rebelión de los Teamsters por Farrell Dobbs tiene que incluirse en la lista, agregó Barnes. El primer libro de una serie de cuatro, es el relato de las huelgas y campañas organizativas en la década de 1930, que transformaron el sindicato de camioneros Teamsters en gran parte del Medio Oeste de Estados Unidos en un movimiento social combativo. Fue escrito por uno de los dirigentes clasistas de estas luchas.

“No es un ‘libro sindical’”, Barnes afirmó. “Es un libro acerca de las batallas de la clase obrera. El relato de Farrell no se inicia en tiempos de un poderoso movimiento sindical —aunque los sindicatos no eran tan débiles como los de hoy (y siguen debilitándose). Farrell expone lo que los trabajadores hicieron, y lo que encontrarán como hacer una vez más, para forjar un movimiento sindical combativo”. Dobbs fue un dirigente central del PST durante décadas.

Estos y otros libros que son esenciales en la labor del PST, dijo Barnes, se mantienen impresos por los esfuerzos de unos 250 partidarios del movimiento comunista, organizados en el Proyecto de Impresión. El trabajo para producir estos libros toma una mayor importancia dado lo que está pasando en la clase trabajadora, dijo.  
 
Crisis capitalista
Barnes describió los efectos agobiantes de la actual crisis del capitalismo sobre los trabajadores, la crisis más profunda desde antes de la Segunda Guerra Mundial. El nivel de empleo a nivel privado está hoy un dos por ciento por debajo de lo que estaba hace una década, la primera vez que ha habido una pérdida de empleos durante un periodo de 10 años desde la década de 1890.

El “relajación cuantitativa” de la Reserva Federal —palabras extravagantes para imprimir dinero en cantidades masivas— no puede frenar su crisis, dijo Barnes, ya que los capitalistas no están gastando en plantas y equipo capaces de expandir su capacidad productiva y absorber mano de obra en gran escala para incrementar la producción. Y los bancos y otras instituciones todavía retienen cantidades masivas de “activos” del derrumbe financiero de 2007-2008, que valen una parte minúscula de lo que sus dueños alegan.

¿Cuál ha sido el resultado de la tan cacareada “reforma financiera” de Washington? Hacia finales del año pasado, Barnes dijo, cuatros bancos poseían un 40 por ciento de todos los préstamos pendientes, y el año pasado tres de estos cuatro acaparaban un 56 por ciento de todas las hipotecas.

Ante la creciente crisis que enfrentan los trabajadores, la cúpula sindical colabora cada vez más de cerca con los patrones, creando cada vez, mayores obstáculos para que los trabajadores luchen con efectividad contra nuestro enemigo de clase, la clase capitalista.

Barnes señaló el ejemplo de los funcionarios del sindicato de los trabajadores automotrices UAW, que anunciaron el 9 de junio que van a proponer a los magnates automotrices en las próximas negociaciones que se ponga en efecto el uso más amplio de la participación en las ganancias, en lugar de aumentos de salarios fijos. Esto es necesario, el presidente del UAW, Bob King, comentó al Wall Street Journal, para que estas empresas “sigan siendo competitivas”.

La política exterior y militar de la administración de Barack Obama es cada vez más aventurera, dijo Barnes. Pretende mantener a “los francotiradores” en su lugar en Afganistán mientras se compromete a reducir las tropas estadounidenses. Cuando los planes de la administración se vienen abajo, así como sucedió en Libia a principios de este año, su tendencia es, dada la presión, aventurarse con actos militares irracionales, con consecuencias peligrosas para el pueblo trabajador del mundo entero.

Un movimiento, no una doctrina
Al responder a las oportunidades de hablar con más trabajadores sobre política, dijo Barnes, no existe un programa que el partido pueda “aplicar” para saber qué es lo siguiente que tenemos que hacer. El comunismo, como lo demostraron Marx y Engels, no es una doctrina sino un movimiento. Se basa en las generalizaciones políticas de las lecciones aprendidas por la vanguardia de la clase trabajadora en su curso hacia la toma del poder obrero.

Si los trabajadores con conciencia de clase no participan en la lucha de clases teniendo esto en mente, dijo Barnes, se desviarán hacia el reformismo o al “socialismo de izquierdas”. Los trabajadores comunistas se unen a otros trabajadores para luchar por todo tipo de demandas inmediatas y democráticas en interés de la clase trabajadora. Pero las concesiones que logremos serán subproductos de la lucha revolucionaria, en el camino hacia el poder obrero, y no del curso de colaboración de clases para “reformar” al régimen capitalista.

Lo decisivo para la clase trabajadora, dijo Barnes, se lucha y se logra en las calles, no con la aprobación de leyes en la legislatura burguesa. Sean los derechos de inmigración, el derecho de la mujer a elegir el aborto, o cualquier otra cuestión política, lo que cuenta no son las leyes sino la relación de fuerzas de clase logradas en la lucha. La aprobación de leyes reaccionarias por sí mismas no registra nada nuevo en la política de clases; alumbra los resultados acumulados de los obstáculos erigidos por los falsos dirigentes del pueblo trabajador y de los oprimidos para poder luchar con efectividad.

Barnes dijo que hoy los trabajadores en Estados Unidos tienen un vivo ejemplo de los hombres y mujeres que en el curso de batallas de clase se transformaron en el tipo de seres humanos capaces de organizar y dirigir una revolución proletaria victoriosa. Sus relatos se presentan, dijo, en la serie de libros de entrevistas con dirigentes revolucionarios cubanos publicados por la editorial Pathfinder, tal como Soldado de la Revolución Cubana: De los cañaverales de Oriente a general de las Fuerzas Armadas Revolucionarias por Luis Alfonso Zayas; Marianas en Combate por Teté Puebla; y otros.

Estos puntos fueron recalcados en una clase por el director del Militante, Steve Clark, sobre “Cómo los trabajadores pueden unirse para transformar las relaciones sociales: lecciones del estado soviético dirigido por los bolcheviques a Che Guevara y la revolución socialista cubana.” Otras clases organizadas durante la conferencia fueron “El levantamiento árabe del 2011, Israel y el camino al poder obrero,” “La clase trabajadora y la transformación de la educación,” y “El derecho al aborto, precondición para la igualdad de la mujer”.

Mary-Alice Waters, miembro del comité nacional del PST y directora de la revista Nueva Internacional, hizo una presentación el segundo día del encuentro sobre “La mujer y la revolución socialista”.  
 
Defender derecho al aborto
Al ir de puerta en puerta con el Militante, dijo, “Estamos aprendiendo de nuevo cómo hablar con sectores más amplios de nuestra clase, no solo sobre cuestiones en las que creemos que están de acuerdo con nosotros o sobre cuestiones con las que nos sentimos más cómodos. Estamos aprendiendo a no evadir discusiones sobre cuestiones sociales y políticas que son fundamentales para avanzar la solidaridad y la capacidad de lucha de la clase trabajadora”.

Entre las más importantes de tales cuestiones —junto con la organización de los trabajadores inmigrantes como parte de la clase obrera y sus sindicatos— está la defensa del derecho de la mujer a decidir si desea o no tener un hijo.

“No habrá una revolución socialista victoriosa en Estados Unidos o en ningún otro lugar sin la organización y movilización de la mujer como parte de las filas combatientes y del liderazgo de esa batalla histórica”, dijo Waters. “Esto quiere decir organizar a mujeres y hombres como parte de una lucha intransigente para eliminar la condición de segunda clase de la mujer, lo cual es imposible mientras los gobernantes capitalistas tengan el poder estatal.

“Y el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo —un derecho que es solo de la mujer, no de una mujer y su esposo, ni de una mujer y sus padres, ni de una mujer y su médico —es una precondición fundamental para participar como iguales en la vida económica, social y política. Es por eso que la defensa del derecho de la mujer a obtener un aborto es una cuestión tan decisiva para un partido obrero revolucionario. Es una cuestión de clase”, dijo Waters.

El gran cambio en las actitudes sociales hacia el derecho al aborto en Estados Unidos, dijo, se muestran en la rápida incorporación de la mujer a la fuerza laboral, sobre todo durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Los avances científicos durante esos años hicieron posible, por primera vez, anticonceptivos seguros y eficaces, mientras disminuían los riesgos de las intervenciones médicas, incluyendo el aborto.

Estos cambios, junto con el impacto de la lucha de masas con bases en el proletariado por los derechos de los negros en Estados Unidos, afectaron profundamente la conciencia tanto de mujeres como de hombres sobre la lucha por la igualdad de la mujer. Para 1973, en parte en respuesta al apoyo creciente por el derecho de la mujer al aborto, la Corte Suprema norteamericana anuló las leyes estatales que penalizaban el aborto.

Desde entonces, dijo Waters, los pasos dados por sectores de los gobernantes capitalistas para echar atrás este derecho han tenido su mayor impacto sobre las mujeres de clase trabajadora y de áreas rurales. Actualmente en el 87 por ciento de los condados en Estados Unidos no hay ni clínicas ni hospitales que provean este procedimiento médico, creando una carga enorme para las mujeres que no pueden pagar los gastos de transporte y alojamiento necesarios para viajar a buscar un proveedor de abortos seguros.

Luther Allen, un trabajador cesanteado de un supermercado de 34 años de edad, vino a la conferencia desde Providence, Rhode Island. Asistió a la presentación de Waters y a una clase sobre el derecho de la mujer a optar por un aborto. Dijo que desde una edad temprana le habían enseñado que el aborto era algo incorrecto. Fue cuando derechistas empezaron a asesinar a médicos y a otros proveedores de este procedimiento en los años 1990, que él empezó a reevaluar su punto de vista. “Tienes a personas que estaban arriesgando sus vidas para proveer abortos a las mujeres”, dijo. “Tuve que ver la cuestión desde una óptica totalmente nueva”.

El ejemplo de la Revolución Cubana y su dirección comunista en la lucha por los derechos de la mujer en cada frente de la vida social y política —no solo desde la victoria de 1959, sino también durante la lucha revolucionaria misma— es “una de las medidas más evidentes del carácter profundamente proletario de esa revolución”, dijo Waters. Anunció que está editando un nuevo libro de Pathfinder que será publicado este año, que contiene entrevistas con Vilma Espín y Acela de los Santos, dirigentes de la lucha revolucionaria en Cuba desde los años 1950 y dirigentes centrales de la Federación de Mujeres Cubanas después del triunfo. Espín murió en 2007.  
 
Acto de clausura
El acto de clausura en la última noche de la conferencia fue presidido por Alyson Kennedy y Róger Calero, dos dirigentes del partido. El director del Militante, Steve Clark, fue el último orador.

En el acto, varios de los participantes hablaron de sus experiencias vendiendo suscripciones al Militante a trabajadores este año. Entre ellos estaba Randy Jasper, un granjero y dirigente de Defensores de los Pequeños Agricultores de Wisconsin; Zach Liddle, un ex estudiante universitario en el área de la Bahía de San Francisco, quien actualmente trabaja en una fábrica industrial y quien se integró recientemente al Partido Socialista de los Trabajadores; Fredy Huinil, un trabajador de un supermercado de Atlanta que también recientemente se incorporó al PST; y dirigentes de las Ligas Comunistas en Australia y el Reino Unido.

También habló Holly Harkness, una partidaria del partido que organiza el centro de distribución de los libros de Pathfinder en Atlanta, y Jeff Powers, un dirigente del Proyecto de Impresión, cuyos voluntarios mantienen disponibles más de 300 títulos de Pathfinder. Esta primavera, estos partidarios del PST y del movimiento comunista mundial organizaron en una semana la impresión y el envío de la traducción en árabe de Ha comenzado el invierno largo y caliente del capitalismo por Jack Barnes, para poder venderla en la Feria del Libro de la Plaza Tahrir en Cairo a finales de marzo.

Los partidarios organizaron un día de reuniones y talleres el domingo después de la conferencia, donde discutieron pasos nuevos y audaces para acelerar la extensión del liderazgo del proyecto y aumentar el número de voluntarios que asuman más responsabilidades.

Powers anunció que el fondo mensual de contribuciones de los partidarios, a través del cual los partidarios y otros se organizan para hacer contribuciones mensuales, estaba colectando 692 mil dólares al año, y que está en camino a superar los 700 mil dólares anuales en julio. Estas contribuciones juegan un papel decisivo en las actividades del PST en la lucha de clases semana tras semana.

Los participantes en la conferencia también recibieron informes diarios sobre el Fondo Capital del PST, que recibe contribuciones de mil dólares o más, además de “bonos” de dinero bañado en sangre pagados por los patrones como sobornos para que los trabajadores acepten los peligros en el trabajo, la aceleración del trabajo, y recortes salariales en vez de luchar a favor de nuestros intereses de clase. El Fondo Capital hace posible proyectos del partido a largo plazo. Veintidós personas hicieron nuevas donaciones durante la conferencia, por un total de 297 200 dólares.

Durante el acto de clausura, una colecta especial de fondos de verano del PST recolectó más de 25 mil dólares en donaciones y promesas para apoyar el trabajo del partido.  
 
 
Portada (este número) | Página inicial | Página inicial en versión de texto