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Vol. 76/No. 21      28 de mayo de 2012

 
Las elecciones en Grecia y
en Francia reflejan crisis
(artículo principal)
 
POR LOUIS MARTIN  
La profundidad de la crisis económica y social en Europa —enraizada en la contracción mundial de la producción y el comercio capitalistas— definió el marco de las elecciones del 6 de mayo en Francia y Grecia. Más trabajadores y capas de clase media, cuyos niveles de vida se están desintegrando, se ven atraídos a lo que consideran como las corrientes más radicales a la derecha e izquierda de la política burguesa.

La Unión Europea, una alianza comercial y monetaria iniciada y dominada por el imperialismo alemán, se está haciendo añicos, lo cual amenaza con iniciar una dinámica incontrolable.

Tanto en Francia como en Grecia, fueron rechazados los políticos y partidos más estrechamente asociados con las medidas de austeridad promovidas por Berlín. Estas medidas anti obreras han devastado las vidas de trabajadores por toda Europa, especialmente en países como Grecia, Irlanda, Portugal y España.

En Francia, el líder del Partido Socialista, François Hollande, fue electo derrotando por un margen estrecho al titular Nicolas Sarkozy, el principal aliado en la Unión Europea del curso de austeridad de la canciller alemana, Angela Merkel.

En Grecia, los dos partidos que habían defendido el pacto de austeridad que la UE impuso a Grecia, el partido Nueva Democracia y el Partido Socialista (PASOK), sufrieron una gran derrota.

Tanto en Francia como en Grecia, las elecciones estuvieron marcadas por una aguda polarización política.

En Grecia, la Coalición de la Izquierda Radical o Syriza, una coalición de grupos de izquierda, quedó en segundo lugar con el 16.8 por ciento de los votos. Golden Dawn —un partido fascista— ganó el 7 por ciento de los votos, ganando 21 escaños.

La atracción hacia Golden Dawn está basada en el descontento con los “usureros del mundo” y el control que tienen sobre Grecia, el temor a la creciente delincuencia, el uso de los trabajadores inmigrantes como chivos expiatorios y la actitud de mano dura del partido.

El 22 de abril en la primera ronda de las elecciones francesas, el derechista Frente Nacional, de Marine Le Pen, obtuvo el 18 por ciento de los votos y el Frente de Izquierda, de Jean-Luc Mélenchon, una coalición de varias organizaciones de izquierda, ganó el 11.1 por ciento.

Los programas de los partidos de “extrema izquierda” combinan el resentimiento antialemán con llamados a un sacrificio más equitativo y mayor intervención del gobierno en la economía capitalista.

Al cierre de la edición, parece que ninguno de los partidos en Grecia es capaz de armar un gobierno de coalición, lo que plantea la posibilidad de que se tengan que realizar nuevas elecciones en junio. Esto los acercaría a un incumplimiento de su enorme deuda por parte del gobierno griego, lo que a su vez quebraría sus relaciones comerciales y financieras como parte de la zona del euro, los 17 países que han adoptado el euro como moneda. Esto provocaría una cascada de efectos en las finanzas capitalistas en Europa, Estados Unidos y todo el mundo.

Hollande propone aumentar algunos gastos del gobierno, dar incentivos fiscales a las pequeñas empresas y la creación de un fondo de ahorro público para canalizar capital a las empresas.

Aunque dijo que quería “cooperar bien e intensamente” con Hollande, Merkel se comprometió a “permanecer firme en cuanto a la austeridad”, informó el Financial Times del 8 de mayo.

‘Llámenlo depresión’

En un artículo titulado “Llámenlo depresión”, la edición del 2 de mayo de la revista británica el Economist describió la dura realidad de la situación económica en Europa, incluyendo el alto creciente desempleo.

Pero lo peor está por venir, según la revista. “La actividad manufacturera está sufriendo una desaceleración fuerte en toda la zona del euro, y su núcleo ya no es inmune”, con la contratación de la manufactura en Francia y Alemania en abril. “Los nuevos pedidos cayeron a un ritmo rapidísimo desde diciembre” y la disminución de los empleos en fabricas afecta a ambos países.

Préstamos masivos a los bancos del Banco Central Europeo, dice la revista, “no parecen haber evitado una fuerte desaceleración del crédito al sector privado”, lo que indica que los esfuerzos para empujar y apoyar al sistema financiero capitalista son cada vez menos eficaces.

 
 
 
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