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Vol. 77/No. 4      4 de febrero de 2013

 
Gabinete de Obama refleja
planes de retiro militar
(portada, comentario)
 
POR JOHN STUDER  
Al comenzar su segundo término el presidente Barack Obama envió al Congreso propuestas para llenar puestos vacantes en su gabinete, incluyendo para el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y el director de la CIA. Las propuestas sientan bases para disminuir el involucramiento militar en el extranjero y realizar recortes más profundos en los gastos bélicos.

Este cambio se basa en la opinión de Obama de que los “intereses de Estados Unidos” —los intereses de los gobernantes acaudalados a quienes él representa— pueden servirse mejor con una combinación de discursos persuasivos y, cuando sean “necesarios”, asesinatos realizados con aviones teledirigidos y por fuerzas especiales.

Obama nombró a John Kerry, senador demócrata de Massachusetts, como Secretario de Estado; Chuck Hagel, ex senador republicano de Nebraska, como Secretario de Defensa; y a su asesor en la Casa Blanca sobre contraterrorismo John Brennan para dirigir la CIA. Kerry y Hagel son veteranos de la Guerra de Vietnam y críticos de la conducta de Washington en esta.

Los tres candidatos encajan bien con la trayectoria de la Casa Blanca. Como Obama, se sienten incómodos con la posición de Washington como la potencia imperialista preeminente del mundo y el uso de la fuerza militar norteamericana. Son apologéticos con respecto a los “excesos” de Washington desde Vietnam a Iraq y el Oriente Medio, y favorecen la idea de “dirigir desde atrás”.

Obama está agrupando “un nuevo equipo de seguridad nacional profundamente sospechoso de la sensatez de las intervenciones militares norteamericanas alrededor del mundo”, comentó el New York Times el 9 de enero. Las acciones de Washington en el mundo serán caracterizadas por la “precaución, la acción secreta y una presencia militar norteamericana modesta alrededor del mundo”, especializándose en “aviones teledirigidos, ataques cibernéticos y fuerzas de Operaciones Especiales”.

“Tenemos que entender las limitaciones de una gran potencia”, dijo Hagel a la revista Foreign Policy en mayo de 2012 al comentar sobre la política de Washington en Siria. “Uno trabaja a través de las instituciones multilaterales que están disponibles, la ONU, la Liga Arabe. Lo último que queremos es una invasión de Siria dirigida por los norteamericanos o por el Occidente”.

Hagel ha dicho que el presupuesto militar está “inflado demasiado ”.

“Menos botas en el terreno”, resumió el comentarista conservador del Times, Ross Douthat, “pero muchos aviones teledirigidos en el aire”.

Los nombramientos se hicieron a la vez que la Casa Blanca está planeando reducir drásticamente el número de tropas en Afganistán en preparación para el retiro de todas las fuerzas de combate antes del 2014. La administración ha dicho que está considerando “la opción de no dejar ninguna tropa norteamericana” allí , reportó el New York Times el 11 de enero.

La perspectiva de la administración es la de la capa social meritocrática de profesionales con pensamiento burgués a la que pertenece Obama y de aquellos en el mundo con quienes él se identifica. Creen que pueden resolver los problemas del mundo si se reunen en un cuarto y trabajan juntos con diplomáticos, profesores, técnicos de organizaciones no gubernamentales y otras personas “inteligentes” en el mundo entero.

Aunque los gobernantes acaudalados no comparten esta perspectiva ingenua del mundo, una sección de la clase dominante está de acuerdo con recortar la intervención y los gastos militares en este momento.

Encabezando el ataque contra el nombramiento de Hagel se encuentran los llamados “neocons”, comentaristas del Weekly Standard, miembros del comité editorial del Washington Post, y personal del American Enterprise Institute y sus compañeros de armas.

Decenas de sus artículos han llenado la prensa burguesa en días recientes criticando la actitud cautelosa de Hagel con respecto a la acción militar contra Irán, sus comentarios que distanciaron sus opiniones con las de figuras del gobierno israelí, y su oposición a promover la acción militar norteamericana en Siria.

Esta oposición refleja un ala de los gobernantes que creen que los intereses del imperialismo norteamericano serían servidos mejor con una fuerza militar más grande y con una mayor voluntad de usarla.

Entre los críticos de Hagel están los “tres amigos” —los senadores republicanos Lindsey Graham y John McCain, junto con el “independiente” Joseph Lieberman— quienes promueven una fuerza militar norteamericana más grande y más robusta.

Otras figuras en el Partido Republicano han abogado a favor de la nominación de Hagel. “Creo que en última instancia está muy bien calificado”, dijo en el noticiero NBC “Meet the Press” Colin Powell, ex Secretario de Estado bajo George W. Bush.

Por otra parte, ultraderechistas como los comentaristas del American Conservative y el ex candidato presidencial Patrick Buchanan, tienen sus propias razones para favorecer por ahora la reducción en la actividad militar norteamericana en el extranjero. Se oponen a las protestas anti-Hagel, y forman parte de la alianza contra la guerra que aglutina a liberales izquierdistas y a los que apoyan la política de derecha ultranacionalista.

Las declaraciones previas de Hagel distanciándose de las acciones del gobierno israelí es un aspecto que ha sido cuestionado en su nombramiento tanto por neocons como por demócratas.

Después de su nombramiento, Charles Schumer y Barbara Boxer, influyentes senadores demócratas de Nueva York y de California que son judíos, indicaron que no estaban seguros si podrían votar por Hagel. Después de hablar con Hagel, ambos anunciaron que apoyarían su nombramiento.  
 
 
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