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Vol. 77/No. 14      15 de abril de 2013

 
(especial)
‘Estoy orgulloso de lo que hizo
nuestro teniente y lo que sigue
haciendo hoy’
 
Militante/Tom Baumann
José Luis Palacio (centro), vino al evento desde Pinar del Río, con Sergio Abreu (izquierda), presidente del ICAP en esa provincia. Gerardo Hernández, jefe de Palacio en Angola, “sabe que siempre voy a estar en la primera trinchera junto con él, luchando por todas las causas por las que luchamos”, dijo Palacio al reportero Martín Koppel del Militante (derecha).

La misión internacionalista en Angola “nos dio más fuerza para luchar por la Revolución Cubana hoy”, dijo José Luis Palacio. Arriba: Palacio (de pie) con otros miembros del pelotón de exploradores en Cabinda, Angola. A la derecha, el Tte. Gerardo Hernández.
 

POR MARTÍN KOPPEL
Y TOM BAUMANN
 
LA HABANA—El sargento José Luis Palacio fue jefe de escuadra en un pelotón de exploradores de 12 hombres en Cabinda, provincia norteña de Angola, en los años 1989 y 1990. El pelotón estaba al mando del teniente Gerardo Hernández Nordelo, hoy conocido mundialmente como uno de los Cinco Cubanos. Hernández actualmente cumple una doble cadena perpetua en una prisión norteamericana bajo cargos amañados de conspiración para cometer espionaje y asesinato.

Hernández y Palacio estuvieron entre los 375 mil cubanos que se ofrecieron como combatientes voluntarios en Angola entre 1975 y 1991. Los internacionalistas cubanos combatieron junto a las fuerzas armadas de la recién independizada nación de Angola —que acababa de librarse de casi cinco siglos de coloniaje portugués— para derrotar repetidas invasiones por parte de las fuerzas armadas del régimen sudafricano del apartheid y sus aliados.

El Militante conversó con Palacio en una presentación, celebrada en La Habana el 21 de febrero, del libro Los Cinco Cubanos: Quiénes son, por qué les fabricaron un caso, por qué deben ser libres (ver artículo en esta página).

Hoy Palacio es militante del Partido Comunista de Cuba y trabaja como mecánico de refrigeración y climatización en un almacén frigorífico en Pinar del Río, Cuba occidental. Relató sus experiencias en Angola en una entrevista publicada por primera vez en 2006 en el periódico pinareño Guerrillero. Esa entrevista, “Doce hombres y dos gatos: con Gerardo Hernández y su pelotón en Angola”, se reproduce en Los Cinco Cubanos, publicado por la editorial Pathfinder.

Acompañado por Sergio Abreu, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) en Pinar del Río, Palacio viajó a La Habana para asistir a la presentación del libro.

MARTÍN KOPPEL: Cuando partiste para Angola tenías 28 años; eras miembro entonces de la Unión de Jóvenes Comunistas. ¿Qué significó para ti la misión internacionalista de Cuba en Angola?

JOSÉ LUIS PALACIO: Ha sido para mí un gran orgullo que este libro haya recogido las experiencias y vivencias nuestras en Angola.

En Angola pasamos la mayor escuela que pudimos haber pasado. Allí veíamos cosas que en nuestra patria ya no existen. Eso nos hizo más orgullosos de la Revolución Cubana. Nos dio más fuerza para luchar por la revolución hoy.

La misión cubana ayudó a Angola a defender su independencia. A raíz de la misión se acercó el fin del apartheid. Se puso bien en alto que nosotros somos internacionalistas que lucharemos por una causa justa en cualquier parte del mundo.

Muchos éramos muchachos cuando fuimos a Angola. No sabíamos mucho del mundo. Con los años, hemos adquirido ya un cierto desarrollo como revolucionarios, y nos damos cuenta de cómo nos ayudó aquella misión. Me ayudó a mí. Y también ayudó a Gerardo.

Cuando oí la noticia de que mi teniente Nordelo —como cariñosamente lo llamábamos— estaba preso allá en Estados Unidos, fue una tristeza para mí. Pero para mí es un orgullo, es un aliento, lo que él hizo, lo que sigue haciendo hoy. Él sabe que siempre voy a estar en la primera trinchera junto con él, luchando por todas las causas por las que luchamos en el mundo.

Cuando se escriba la historia de la humanidad, tiene que haber una página para los cinco héroes cubanos. Son héroes internacionalistas, son héroes mundiales.

KOPPEL: ¿Qué nos puedes decir acerca de Gerardo, a partir de tus experiencias de trabajar con él?

PALACIO: Lo primero que recuerdo de Gerardo como dirigente es la fraternidad que tenía él con nosotros. Siempre estuvo muy preocupado por sus subordinados. Tenía la capacidad de ver cuando tenías problemas, si te sentías triste o inquieto. Te decía, “¿Qué te pasa: te sientes mal? ¿Te escribieron? ¿Qué tú tienes?”

Siempre estaba atento. “Vamos a salir de exploración. ¿Limpiaste el fusil? ¿Llevas las balas?” Siempre estaba presto para todo esto.

Nordelo nunca jamás le alzó la voz a nadie. Jamás maltrató a nadie. Si tú no comprendías una cosa, si no la hacías bien, él no se ponía bravo. Te la volvía a explicar. “Esto es así, esto es asao”. Hasta que tú la supieras bien. Hasta que tú dominaras cualquier tarea.

En el ejército siempre hay oficiales que son muy rectos y tienen mucho carácter. Nordelo no era así. Él era una gente afable, jovial. Nunca paró en firme a nadie para decirle cuatro cosas. Cuando te quería decir algo que hiciste mal, te decía:

“Ven acá pinareño, échate pa’cá. Oye, hiciste esto, compadre, ¿Qué pasa? No lo hagas más”.

“No teniente, yo no lo voy a hacer más. Yo le prometo”.

“Bueno. Ahora vamos a jugar pelota”.

Era una gente así. Por eso lo respetábamos.

A Nordelo le gustaba mucho hacer caricaturas. Le gustaba mucho leer. Y especialmente incitaba a la gente a que leyera. Decía que leer abría la mentalidad. Él decía: “Si no quieres ir a la escuela, no vayas, pero lee. Para que tengas un mejor entendimiento”.

TOM BAUMANN: ¿Qué tipo de libros leía?

PALACIO: Él leía muchos libros revolucionarios, libros del Che y otros. Cuando encontraba en alguna página algo que se relacionaba con nosotros, decía, “Ven acá, muchacho, mira esto. Mira lo que dice esto”.

La noche antes de irse, cuando él ya cumplió la misión en Angola, le hicimos una despedida. Yo me acuerdo lo último que nos dijo cuando ya se iba el camión.

“Muchachos”, dijo, “no me hagan quedar mal. Pongan siempre bien en alto la Revolución Cubana.” Eso a mí nunca se me olvida.

Ya él montado en el camión, todos nosotros gritamos, “¡Teniente!” Lo queríamos mucho. Y nunca lo hicimos quedar mal.

KOPPEL: ¿Cómo eran las relaciones entre los cubanos y los angolanos en el pelotón?

PALACIO: Teníamos buenas relaciones. Nosotros los estábamos entrenando militarmente. Y ellos querían aprender. Ellos sabían que nosotros nos iríamos algún día y ellos se quedaban allí.

En nuestro pelotón había dos hombres de las FAPLA [Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola], Basquito y Pembele. Llevaban muchos años en las fuerzas armadas. Venían del sur de Angola, pero estaban con nosotros en Cabinda, en el norte. Ellos eran dos más como nosotros en el pelotón de exploración. ¡Hasta hablaban español como los cubanos!

KOPPEL: ¿Cómo decidiste ir a Angola?

PALACIO: Me reclutaron como reservista. Pidieron que yo fuera por mi especialidad como tanquista; yo era artillero de tanque. Entonces habían regresado muchos tanquistas y teníamos que mandar el relevo allá. El comité militar aquí en Cuba me citó.

En Angola no ejercí como artillero. Formaba parte de la brigada de tanques en Cabinda, pero me pusieron en el pelotón de exploración. Era para mixturar, como yo soy negro. Para que me vieran como si fuera angolano: de la UNITA [la fuerza aliada a Sudáfrica] o de las FAPLA.

KOPPEL: Te pidieron que fueras, pero tú y otros combatientes cubanos en Angola fueron como voluntarios, ¿no?

PALACIO: Cuando te cita el comité militar, te preguntaban, “¿Usted está dispuesto a cumplir misión internacionalista?” Si uno dice que sí, bien. Si uno dice que no, bien.

Yo pudiera haber dicho que no. Que tengo que cuidar a mi madre, que tengo hijos. Que yo tengo esto u otro y no quiero ir. Y no pasaba nada. Tú seguías con tu vida. Yo tengo compañeros que dijeron, “Mira, yo no voy”, y hoy son dirigentes.

Yo fui a Angola, primeramente, porque era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas. Yo tengo mis principios. Y dije, “Sí, yo voy, pa’lante”.

Cuando regresé a casa después de la cita con el comité militar, el padre mío me preguntó, “¿Y qué dijiste?”

“Dije que sí”.

“Está bien”, dijo.

¡Si yo hubiera dicho que no…!

BAUMANN: ¿Tu papá era militante del partido?

PALACIO: Mi papá, ya fallecido, no era militante, pero apoyaba la revolución. Mi papá era cristiano. Igual que mi mamá es cristiana. Ella apoya la revolución. Los dos entendían la causa por la que luchábamos. Ellos estuvieron de acuerdo en que yo me fuera.

KOPPEL: ¿Qué trabajo hacían tus padres?

PALACIO: Mi papá era electricista. Mi mamá era enfermera y trabajaba en un hospital de Pinar del Río. Ya está jubilada.

Ahora mismo, cuando yo venía de Pinar del Río para la presentación del libro acá, mi mamá me dijo, “¡Te invitaron, te invitaron!” Ahora, cuando yo le traiga este libro, se va a poner aún más orgullosa.

Es un orgullo para cualquier cubano haber cumplido misión en Angola. Fueron 50 mil hombres en la etapa en que yo estuve, y todos aportamos un granito de arena a la causa internacionalista. Yo estoy orgulloso de haber puesto uno de esos granitos.

Y estoy muy orgulloso de haber estado bajo el mando de Gerardo Hernández Nordelo.
 
 
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