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Vol. 77/No. 15      22 de abril de 2013

 
Trabajadores cargan el peso de la crisis en Chipre
(portada)
 
POR BRIAN WILLIAMS  
“Las cosas se están poniendo muy difíciles”, dijo Maria Kiprianou, una dependiente de una librería grande en Nicosia, Chipre, en una entrevista telefónica. “Todo empezó con los bancos, pero ya podemos ver que los derechos de los trabajadores están siendo despedazados”.

Los bancos chipriotas reabrieron el 28 de marzo después de un cierre de casi dos semanas mientras los “expertos” financieros europeos improvisaban un plan para evitar el colapso del sistema bancario del país y a la vez proteger los intereses de las familias gobernantes más poderosas de las 17 naciones que comparten el euro. Berlín es la potencia más fuerte y ejerce la influencia más grande en la zona euro, como se conoce a la unión monetaria.

Al principio, Berlín exigió el cierre de los dos bancos más grandes de Chipre. Después que el gobierno chipriota rechazó esto, la llamada troika —la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional— exigió la confiscación de parte de todas las cuentas bancarias del país como condición para recibir unos 13 mil millones de dólares en préstamos, una carga más para un país que ya cuenta con una deuda masiva.

Pero protestas populares y un rechazo unánime del parlamento chipriota forzaron a la troika bajo la presión de Berlín a llegar a un plan alternativo, otra versión de una oferta que los gobernantes de Chipre no podían rechazar: eliminar una parte del capital y acordar imponer una austeridad severa al pueblo trabajador del país, o renunciar el préstamo de 13 mil millones de dólares y enfrentar las consecuencias económicas y sociales inmediatas de un colapso total de la banca y el crédito y la salida de la zona del euro.

El presidente de Chipre Nicos Anastasiades aceptó las demandas de la troika de cerrar el Banco Laiki, la segunda institución financiera del país. En cuanto al Banco de Chipre, el más importante, los accionistas más grandes serán eliminados y los depósitos de más de 130 mil dólares van a recibir un “corte de pelo” de hasta un 60 por ciento.

El gobierno de Chipre ha impuesto estrictos controles de capital, limitando los retiros diarios a 383 dólares y restringiendo otras transacciones, como la única manera de prevenir que titulares de cuentas nacionales y extranjeros retiren sus fondos y un crecimiento del “banco de colchón”, como un artículo del Financial Times llamó a la resultante pérdida de confianza en los bancos del país.

Recortes en horas y salarios

“En este momento nuestra semana laboral ha sido reducida a dos días por semana con una equivalente reducción en salario,” dijo Kiprianou. “Hay individuos que trabajan toda la vida para ahorrar un poco de dinero y ahora se lo quitan así sin nada más. A los maestros les dicen que habrá despidos y aumentos en las horas de enseñanza para los demás. Y también van tras los fondos de seguridad social para el cuidado de la salud”.

Además de los recortes de empleos y salarios, las condiciones del préstamo de la troika incluyen aumentar los impuestos sobre el alcohol y productos de tabaco y la tasa de impuesto a las compras.

La pérdida de confianza en los bancos está reduciendo la disponibilidad de bienes en las tiendas, ya que los proveedores no aceptan cartas de crédito de bancos, sino que están exigiendo dinero en efectivo. En Limassol, la segunda ciudad más importante de Chipre y un centro para la importación de bienes al país, “los servicios de carga del país se estremeció hasta quedar paralizada,” informó el Wall Street Journal. “Esta es la arteria de la economía y ahora nada puede pasar por aquí porque nadie sabe si le pagarán”, dijo el trabajador portuario Marios Theodosiou al periódico.

Maria Plessa desde Atenas, Grecia, contribuyó a este artículo.  
 
 
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