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Vol. 77/No. 27      15 de julio de 2013

 
Gobernantes debaten ‘estímulo’
sin resolver crisis
(artículo principal)
 
POR BRIAN WILLIAMS
Las bolsas de valores por todo el mundo cayeron después de que el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Ben Bernanke anunció el 19 de junio que es posible que comiencen a reducir sus esquemas de impresión de dinero o “flexibilización cuantitativa” en los próximos meses. El 17 de junio, mientras que corrían los informes noticieros sobre el anuncio de la reserva, el presidente Barack Obama anunció en el programa de la PBS Charlie Rose que el mandato de Bernanke está por vencer. “Ha permanecido en el puesto mucho más de lo que él hubiera querido o de lo que se esperaba”, dijo Obama.

Las divisiones entre los gobernantes norteamericanos sobre si deberían continuar los masivos programas de “estímulo” de la Reserva Federal están aumentando . Por un lado los que los defienden temen que descontinuarlos exacerbaría la contracción de la producción y aumentaría el desempleo. Por otro lado, la creciente oposición señala el aumento de la deuda gubernamental, la falta de cualquier indicio de progreso hacia las metas programadas y el temor de que aumenten las presiones inflacionistas a largo plazo. Aunque ambos lados identifican problemas reales del capitalismo, ninguno tiene una solución.

Como jefe de la Reserva Federal por los últimos ocho años, Bernanke ha presidido un esfuerzo de “estímulo” monetario sin precedente. Desde 2008 la reserva ha comprado decenas de miles de millones de dólares de valores respaldados por hipotecas de bancos norteamericanos así como de sus propios bonos gubernamentales, y ha transferido 2.5 billones de dólares a los bancos basándose en la idea de que los patrones pedirían prestado dinero fácil, lo que impulsaría la producción y crearía empleos.

Pero los patrones enfrentan una crisis de producción y comercio muy distinta a las que han confrontado en muchas décadas. Por lo tanto, en general sus esfuerzos para obtener ganancias no incluyen la inversión en equipo y trabajo para ampliar la producción. En su lugar, han elegido acumular miles de millones de dólares o buscar acciones y otros “instrumentos” financieros que produzcan ganancias más altas. En esencia apuestas especulativas en la futura subida o caída de diversas clases de papel comercial, lo qué Karl Marx llamó el “capital ficticio”.

El dinero fácil creado por los programas de la reserva ha servido para impulsar los precios en la bolsa de valores de Estados Unidos, pero no ha hecho nada para animar a los patrones a crear ni un solo puesto de trabajo.

En Estados Unidos, el índice de valores Standard & Poor’s 500 bajó en 2.5 por ciento al día siguiente del anuncio de Bernanke, su caída más grande en un día desde noviembre de 2011. Los valores de las acciones cayeron aún más en Europa, Asia y América Latina.

En Estados Unidos, la industria manufacturera se contrajo en mayo a su nivel más bajo desde el comienzo, hace casi cuatro años, de la “recuperación” de la recesión de 2007-2009, según un informe del Institute for Supply Management.

A la vez, la economía china se está frenando, destruyendo las ilusiones de capas de los gobernantes capitalistas norteamericanos y de otros países imperialistas de que un “milagro chino” eterno estimularía el comercio y la producción mundiales.

Después de que Bernanke hablara, los precios de la bolsa de valores en China cayeron en más del 3 por ciento. Los bancos chinos están restringiendo el crédito, limitando la capacidad de los fabricantes de financiar la producción.

En junio, la producción manufacturera en China cayó a su nivel más bajo en nueve meses, según el índice HSBC de directores de compras, al disminuir los nuevos pedidos de productos para exportación.

En el primer trimestre de 2013, el producto interno bruto de la zona euro, una medida de bienes y servicios, disminuyó por el sexto trimestre consecutivo, afectando a las 17 naciones del bloque común de moneda y comercio.

Aunque los patrones en todo el mundo no tienen ninguna respuesta a la ralentización de la producción y del comercio, están esforzándose en impulsar sus márgenes de ganancias industriales a costo de los trabajadores a través de la aceleración del ritmo de trabajo y de los cortes de salarios.

Desde que la manufactura industrial en Estados Unidos alcanzó su punto más bajo tras la recesión de 2007-2009, la producción ha subido a niveles similares a los que tenía antes de la recesión. Pero la misma cantidad de trabajo está siendo hecha con 2 millones de trabajadores menos. Y, según las cifras del gobierno, los salarios y beneficios de los trabajadores en Estados Unidos han caído a su nivel más bajo desde 1955.  
 
 
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