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Vol. 77/No. 29      12 de agosto de 2013

 
‘En las cárceles de EEUU haber
ido a juicio te gana respeto’
René González, 1 de los 5 Cubanos, habla de su
arresto, el caso fabricado y 13 años preso en EEUU
(especial)
 
Reproducimos a continuación parte de una extensa entrevista con René González realizada por Enrique Ojito y Arelys García que apareció en la edición del 15 de junio de Escambray, un semanario de la provincia cubana de Sancti Spíritus. González es uno de los cinco cubanos revolucionarios falsamente acusados y encarcelados por el gobierno de Estados Unidos por su trabajo en defensa del pueblo cubano, y de los partidarios de la Revolución Cubana en Estados Unidos y otras partes, de los ataques armados y provocaciones de organizaciones contrarrevolucionarias con base en Estados Unidos.

Los Cinco Cubanos, como se les conoce por todo el mundo, fueron arrestados por el FBI en 1998. Se está librando una campaña internacional por su libertad. Hoy, todos excepto González permanecen en prisión bajo sentencias que van desde 17 años y nueve meses hasta doble cadena perpetua más 15 años. Puesto en libertad condicional en octubre de 2011, González ganó su lucha para regresar a Cuba el 3 de mayo de este año, habiendo cumplido aproximadamente casi la mitad de su “libertad supervisada”.

González comienza la entrevista relatando sus primeros años en Chicago, donde él nació en 1956. Sus padres participaban en el Comité por “Por un Trato Justo hacia Cuba” de esa ciudad y acudieron a las manifestaciones en contra de la invasión de la Bahía de Cochinos organizada por Washington en abril de 1961. Regresaron a Cuba seis meses después.

González cubre varios temas: como se “apoderó” de un avión fumigador cubano en 1990 y lo llevó a Florida, donde los contrarrevolucionarios lo recibieron como un héroe; sobre cómo dejó a su familia y compañeros, quienes creían que él había traicionado a la revolución y que seis años más tarde se reuniera en Miami con su esposa Olga y su hija mayor Irmita; sobre los 13 años que pasó en prisiones en Estados Unidos; y más.

En una sección, González describe las operaciones y los planes de varios grupos paramilitares cubano-americanos que el infiltró, incluyendo como buscaron aprovecharse de las dificultades económicas del pueblo cubano en los 1990, tras el desplomo de la mayoría del comercio exterior de la isla después de la desintegración de los regímenes del bloque soviético. Entre los objetivos principales de los derechistas, explica González, estaba provocar una confrontación militar entre La Habana y Washington.

La sección que reproducimos se enfoca en el tiempo que González pasó en prisión; en un próximo número del periódico publicaremos otras secciones. La entrevista completa en español está disponible en el sitio web de Escambray (www.escambray.cu).
 

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¿En cuáles circunstancias aconteció su arresto el 12 de septiembre de 1998?

Un arresto en Estados Unidos es un eufemismo por asalto; realmente constituye un asalto. Te asaltan la casa con un alarde de violencia para paralizarte; es el primer paso para ablandarte. Ellos (FBI) empezaron a golpear la puerta; en otros casos las tumbaron con un ariete. Nosotros vivíamos en un pasillo muy estrecho y la puerta era de hierro; parece que la física no les dio y no podían derribarla. La golpearon violentamente, y cuando abrí entraron con pistolas afuera; la empujaron, me lanzaron contra el piso mientras me amenazaban con la pistola; me esposaron de inmediato, y cuando Olguita salió del cuarto la tiraron contra la pared. Después me levantaron; me preguntaron si era René González y si yo era de Hermanos al Rescate. Me sacaron de la casa ese sábado y de allí me llevaron hasta la prisión.

¿Cómo describir los primeros días de cárcel?

Los primeros días son terribles. Además, en el caso nuestro, no fue como en otros que normalmente ellos te llevan a un área de admisión, te dan tu ropa, te explican cómo funciona la cárcel, te dan una llamada telefónica. A nosotros nos dieron un tratamiento especial; en términos militares eso lo llaman golpe y estupor, o sea, te arrestan violentamente, te pasan por el FBI para ver si vas a ser de los que te declaras culpable o no, de los que cooperas o no. De inmediato te meten en el “hueco”, solo ahí, para que comiences a pensar en lo que te espera. Son días en los que no puedes dormir; ni siquiera nos dieron una sábana, nada.

En ese momento se decide tu futuro. Si no decides rajarte, después no lo vas a hacer. Nosotros decidimos desde ese momento que no nos íbamos a rajar y ya. Me tocó esto, pues a enfrentarlo.

Hasta el lunes fueron días difíciles. Todo es un teatro que se prepara: te tienen el sábado, domingo a solas con tus pensamientos, sin afeitarte, sin lavarte los dientes; el lunes te visten de payaso y te bajan a la Corte. Te hacen pasar por un pasillo, y está toda esa jauría de gente, llena de odio, mirándote encadenado, barbudo, con aspecto cadavérico, y la preocupación por la familia está dándote vuelta.

Tuve suerte; cuando me bajan del elevador y me enfrentan a ese salón lleno de gente y voy buscando a la familia, de pronto siento un grito: “¡¡¡Papiiii!!!”, miro y está Irmita haciéndome así (René levanta el dedo pulgar hacia arriba, bien alto). A partir de ahí respiré y me dije: este aire me dura hasta que se acabe esto, y me sigue durando todavía.

¿A qué se aferró usted para no traicionar, como sí lo hicieron otros miembros de la red cubana?

En lo más básico, a la dignidad humana; yo creo en el valor de la dignidad. El proceso demostró que hay quienes no creen en ese valor; los valores humanos existen. Todos los proclamamos; pero en condiciones como esas se demuestran quiénes creen en ellos o no. Los Cinco creímos en ellos. Si los valores humanos existen, no veo por qué un ser humano deba ceder a la fuerza bruta, más allá de la política (ideales).

Porque este tipo tiene la capacidad de maltratarme, de encerrarme, yo cedo; nadie me enseñó que eso tenía ningún valor. A eso se añade la misión que estabas haciendo, el conocimiento de tu causa, la conciencia de lo que estuviste haciendo, saber que tienes la razón, saber que estabas defendiendo la vida humana, saber que estás siendo juzgado injustamente.

Todo eso se va añadiendo, y más allá de eso también está la conducta de ellos. Tú los ves mentirle a la jueza, chantajear testigos, engañar a la Corte, burlarse de las órdenes de la jueza, mentirles a los jurados, preparar gente para que mientan. Al ver que se rebajan y se rebajan, dices: ¿hasta qué punto puede rebajarse esta gente? Entonces te dices: yo no puedo ceder ante esta gente.

Usted estuvo encarcelado en Pennsylvania, Carolina del Sur y Florida. ¿Cómo hacerse respetar en un ambiente tan hostil?

En el caso del sistema penitenciario norteamericano, el haber ido a juicio te da mucho respeto; casi nadie va a juicio. La gente tiene miedo de ir a juicio; el sistema está arreglado de forma tal que el que va a juicio lo pierde. Los abogados te convencen de que no vayas y de que cooperes con la Fiscalía, y cooperar termina siempre con delatar a alguien. ¿Qué pasa?; cuando fuiste a juicio, te enfrentaste al Gobierno.

La gente te respeta mucho por eso; además, saben que no los vas a delatar.

Y más allá está la actitud tuya; si tú tratas bien a la gente, en general, te tratan bien. Debes relacionarte con personas que tengan actitudes positivas, constructivas; rehuir a conductas como el juego, las deudas; no involucrarte en las pandillas.

Las cartas ayudan bastante, es decir, el que la gente te vea recibir muchas cartas de todos los países; entonces, vienen y te piden los sellos. Nos ayudó la emisión de sellos cubanos; decían: “¡Coñooo!, ese tipo sale en un sello”. Hasta los guardias me los pedían escondidos. “Fírmamelo”.

¿Hubo alguien entre los compañeros de celda o de prisión, en general, que lo marcara a usted?

Tuve muchos compañeros de celda. Recuerdo a un rapero que estuvo conmigo [en Marianna, Florida] y se involucró tanto en el caso que un día cogió un pulóver y entre él y Rody [Rodolfo Rodríguez] lo pintaron con el símbolo de los Cinco. Se metieron en la yarda, y cantó una canción rap ahí por los Cinco; por poco aquello se revuelve allí.

Rody es un caso curioso: un cubano con un prontuario delictivo desde que era muchacho, inclusive, violento; sin embargo, cuando me conoció—ya estaba en un proceso de evolución—, él tenía mucho resentimiento contra Cuba. A través de nuestras relaciones comenzó a cambiar sus visiones de Cuba, de la Revolución, de Fidel; luego era más comunista que yo. Me reía a veces: “Oye, compadre, dale un break a la gente; no te fajes con todo el mundo”.*

Había un supermaxista blanco que había tenido, también, un pasado muy violento, una infancia muy disfuncional, había terminado en lo que le llaman skinhead (cabezas rapadas), asaltó banco. Poco a poco había ido reconsiderando, y le tocó la suerte de estar conmigo en la celda cuando él estaba en ese proceso; se me acercó, reflexionó mucho conmigo y terminó politizándose. En general, sí hay mucho respeto hacia uno por parte de todos los presos.

Olga se convirtió en horcón de una familia, madre y padre a la vez; no obstante, usted no perdió las riendas de la casa.

Las riendas de la casa las tenía Olguita; hay que ser franco. No me gusta estar dirigiendo a la gente desde la distancia. Yo confié en Olguita; mi papel era hacer bien lo mío allá. Me pareció siempre importante que ellos supieran que yo estaba bien; de la misma forma que para mí era muy importante saber que ellas estaban bien. Olguita sabía lo que tenía que hacer, y lo hizo bien, y dentro de eso el intercambio con las muchachitas, el consejo… Ellas han tenido una relación muy abierta siempre conmigo. No soy un padre gruñón, creo que soy un buen padre, un buen amigo.

¿Qué hacía René para salir de la depresión que le llega a todo ser humano, más aún en un encierro?

No me llegó, no. Yo acuñé una frase de la que la gente se reía; me preguntaban por la mañana: “¿Cómo tú estás?” I’m always ok. Y ya la gente venía y me decía: “Yo sé que tú estás bien”. ¿Por qué lo decía? No sé; uno tiene que espantar esas cosas, tienes que luchar. Hay días que te levantas más ansioso, o sea, la ansiedad sí llega. Hay una dosis de ansiedad que está ahí, y que tienes que aprender a reconocerla, y decirte: relájate. Hay días que te levantas y a lo mejor estás un poco más irascible; es cuando tienes que decirte: espérate, no te vayas a buscar un problema.

Me refugié mucho en el ejercicio físico, en la lectura, en el estudio. Para mí era muy importante no mirar el tiempo; el tiempo no me va a matar, me decía, y me funcionó: no me llegué a deprimir nunca.

*El Militante publicó extractos importantes de una entrevista con Roddy Rodríguez para el programa La tarde se mueve, de Edmundo García, que fue transmitido el 13 de junio de 2012 por Radio Progreso en Miami. Vea artículo titulado “Conocer a René González, ‘cambió mi vida’: Roddy Rodríguez relata su amistad en cárcel con uno de los ‘Cinco’ revolucionarios cubanos” en la edición del 3 de junio de este año.
 
 
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