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Vol. 77/No. 30      19 de agosto de 2013


Sindicatos son blanco de
bancarrota en Detroit
(portada)
 
POR BRIAN WILLIAMS
El gobierno muncipal de Detroit se declaró en quiebra el 18 de julio en lo que representa la declaración más grande de un gobierno municipal en la historia de Estados Unidos. La medida tomada por Kevyn Orr —el director financiero de emergencia con amplios poderes designados en marzo por el gobernador de Michigan Rick Snyder para administrar a Detroit, reemplazando de hecho a los funcionarios electos de la ciudad— resultará en la anulación de todos los contratos sindicales de empleados públicos, y golpeará en particular los beneficios médicos y las pensiones.

De los 18 mil millones de dólares en deuda a largo plazo del gobierno municipal, más de 3.5 mil millones se le deben al fondo de pensiones de 10 mil empleados activos y 20 mil jubilados, además de unos 6 mil millones de dólares para el cuidado médico de los jubilados. A través del proceso de bancarrota, Orr está tratando de cortar los fondos para estos trabajadores en más de un 90 por ciento, informó el Wall Street Journal. Al mismo tiempo los 7 mil millones de dólares en bonos municipales propiedad de las familias acaudaladas, asegurados por las ganancias de los casinos y los impuestos por los servicios públicos, serán protegidos.

Sin embargo, Orr también ha amenazado con obligar a los acaudalados tenedores de bonos de obligación general —cuyos 530 millones de dólares invertidos están garantizados por la constitución del estado— a aceptar un sustancial “corte de pelo”.

Los trabajadores de Detroit han sido fuertemente golpeados por la crisis económica capitalista. La tasa oficial de desempleo en mayo fue del 16.3 por ciento.

La población de la ciudad, actualmente 700 mil, ha disminuido en un 25 por ciento desde el año 2000. Más de una tercera parte de los trabajadores viven por debajo del nivel de pobreza establecido por el gobierno, según las cifras del censo federal.

El gobierno municipal de Detroit, como todas las entidades del gobierno de Estados Unidos, ha financiado sus operaciones cotidianas a través de la venta de bonos municipales. El mercado de bonos municipales, con un valor de 3.7 billones de dólares, es un privilegio de los muy adinerados. Estos papeles están garantizados por la “plena fe y crédito” de la agencia de gobierno que los emite.

El hecho de que Orr amenaza con afectar a algunos de los tenedores de bonos ha provocado una feroz protesta de parte de los que defienden el mercado de bonos como algo sagrado. Tales propuestas “nivelaría la jerarquía tradicional de los acreedores, poniendo… a un bibliotecario jubilado a la par de un inversionista dueño de un bono de obligación general”, dijo el New York Times.

Mientras destrozan los beneficios de los trabajadores y rompen los contratos sindicales a través de los tribunales de quiebras, los inversionistas capitalistas, contratistas y otros se han estado preparando para sacar provecho de la bancarrota.

Orr y otros han dejado claro que una vez que las deudas sean eliminadas, y los contratos y las prestaciones de salud y jubilación sean evisceradas, el gobierno municipal emitirá nuevos bonos para una ronda de construcciones y otros proyectos, que prometen rendir considerables ganancias para miembros de estos círculos privilegiados.  
 
 
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