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Vol. 77/No. 35      7 de octubre de 2013

 
(artículo principal)
Obreros de la confección
protestan en Bangladesh
Exigen doble salario mínimo, seguridad
 
Reuters/Andrew Biraj
de la costura frente a fábrica en Dhaka, Bangladesh, el 23 de septiembre instan a unirse a huelga para exigir salario mínimo de 103 dólares al mes y más seguridad.

POR EMMA JOHNSON  
En su protesta más grande hasta la fecha, 50 mil trabajadores de la costura en Bangladesh salieron a la calle el 21 de septiembre en Dhaka, la capital, para exigir más del doble del salario mínimo y lugares de trabajo más seguros.

La manifestación tuvo lugar en un momento en el que los trabajadores en la industria están aumentando sus esfuerzos para organizar sindicatos frente a una feroz resistencia y acoso de parte de los patrones.

“Estamos con nuestras espaldas contra la pared, por lo tanto tenemos que alzar nuestra voz con toda nuestra fuerza”, dijo Nazma Akter, presidente de la Federación de Trabajadores de la Costura Unidos, en una entrevista por teléfono desde Dhaka. La federación de 52 grupos de trabajadores de la confección organizó la manifestación.

“La economía se mueve con el sudor de de nuestro trabajo y no vamos a retroceder”, dijo Akter. “Necesitamos el aumento para mantenernos a la par de la inflación. Muchas veces el alquiler de una habitación cuesta 35 dólares por mes y los trabajadores tienen que compartirla”.

El salario mínimo es de 38 dólares por mes. El salario promedio es aproximadamente 15 dólares por encima de eso. Los trabajadores exigen un aumento a un mínimo de 103 dólares, mientras que los patrones de la industria de la costura ofrecen un aumento de 20 por ciento.

Los dueños de unas 300 fábricas en los suburbios del norte de Dhaka tuvieron que parar la producción el día de la manifestación después de que más de 10 mil trabajadores abandonaron las fábricas y bloquearon una carretera que conduce al centro de la ciudad.

Durante los días siguientes, miles de trabajadores continuaron las protestas callejeras, enfrentándose con policías que utilizaron gases lacrimógenos para dispersarlos. El 23 de septiembre una fuente policial dijo a Agence France-Presse que “hasta 200 mil trabajadores” se unieron a las últimas manifestaciones.

Sólo una pequeña fracción de las 5 mil fábricas de ropa de Bangladesh tienen sindicatos, que requiere legalmente que el 30 porciento de la fuerza laboral esté a favor del sindicato.

Según Alonzo Suson, director del Centro de Solidaridad de Bangladesh, auspiciado por la AFL-CIO (federación sindical estadounidense), el número de solicitudes ha ido en aumento. En lo que va de este año, de las 90 solicitudes presentadas, 50 sindicatos han sido registrados y 29 están pendientes. En 2010 hubo una sola solicitud, en 2011 nueve, y en 2012 unas cuantas más. La mayoría fueron rechazadas.

“Hemos registrado ocho sindicatos nuevos en los últimos meses y tenemos tres pendientes”, dijo Amirul Haque Amin, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Confección el 21 de septiembre en una entrevista telefónica desde Dhaka. “Nuestros miembros han tenido problemas en varias fábricas. Un ejemplo típico: El gobierno aprobó el registro, los afiliados eligieron a un presidente y la administración lo despidió. Así que ahora tenemos que hacer de nuevo la solicitud”.

El acoso, la intimidación y la brutalidad de la policía y de los matones contratados por las empresas no son nada nuevo para los organizadores sindicales en Bangladesh. En abril de 2012 el dirigente sindical Aminul Islam fue torturado y asesinado en Dhaka. Otros han sido encarcelados bajo cargos falsos.

El 15 de julio, el Parlamento modificó la ley laboral en respuesta a las protestas masivas y presiones políticas después de que más de 1 100 trabajadores murieron cuando Rana Plaza —un edificio de ocho pisos de mala construcción con cinco talleres de costura en Savar, a 20 millas de Dhaka— se derrumbó el 24 de abril. Una enmienda prohíbe que el gobierno entregue a los patrones los nombres de los organizadores sindicales.

El 8 de julio, la Unión Europea declaró, refiriéndose al colapso de Rana Plaza, que una nueva ley laboral que fortalezca los derechos de los trabajadores tiene que entrar en vigor en Bangladesh a finales de 2013 o el país perderá su acceso libre de aranceles a los países de la UE.

El 27 de junio el presidente Barack Obama anunció la decisión del gobierno estadounidense de suspender las importaciones de Bangladesh libres de aranceles, una medida que cuenta con el apoyo de la AFL-CIO.

Participantes en la protesta del 21 de septiembre se opusieron a la anulación del estatus libre de aranceles de las exportaciones de Bangladesh, según Nazma Akter.

“Somos parte de una lucha internacional, presionamos a las compañías aquí para mejorar las condiciones de los trabajadores”, dijo Akter. “La anulación del estatus libre de aranceles no nos ayuda. Necesitamos que los trabajadores en Europa y Estados Unidos presionen a los empresarios para que aumenten los salarios y mejoren las condiciones de trabajo aquí”.

Las 5 mil fábricas de ropa de Bangladesh generan el 80 por ciento de las divisas del país. Es el segundo exportador de prendas de vestir más grande del mundo después de China. Durante las últimas dos décadas la fuerza de trabajo en la costura ha aumentado de 1 a 4 millones, la gran mayoría mujeres de las zonas rurales.

Después de la masacre reciente de tantos trabajadores de la confección de Bangladesh en el altar del lucro, los medios de comunicación capitalistas especularon que los proveedores de prendas de vestir norteamericanos y europeos podrían cortar sus lazos comerciales con Bangladesh. Pero el país todavía tiene la producción de ropa de más rápido crecimiento en el mundo.
 
 
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