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Vol. 80/No. 41      31 de octubre de 2016

 
(portada)

Haití: Saqueo imperialista raíz de desastre iniciado
por ciclón

 
POR SETH GALINSKY
Los vientos de 233 kilómetros por hora del huracán Matthew que azotó a Haití son un fenómeno natural, pero el desastre producido tras la tormenta fue creado por el hombre. A diferencia de Cuba revolucionaria —donde más de un millón de personas fueron evacuadas antes de que la tormenta llegara y donde no murió ni una sola persona— el gobierno capitalista de Haití dejó al pueblo trabajador a que se defendiera como pudiera. Y el legado y continua realidad del dominio imperialista garantizan que la crisis social se profundizará en los meses venideros.

Más de mil personas murieron en Haití después que el huracán tocó tierra el 4 de octubre. Según la ONU, más de 1.4 millones de personas necesitan asistencia y 120 mil viviendas fueron destruidas. Estos golpes se suman a la profunda crisis económica y social capitalista en Haití.

Antes del ciclón más de tres cuartas partes de la población de Haití subsistían con menos de 2 dólares por día, la mitad con menos de 1 dólar. Casi el 75 por ciento de los haitianos se concentran en la agricultura de subsistencia y más del 70 por ciento de la población no tiene acceso a la electricidad.

Para cocinar o suplementar sus escasos ingresos, los trabajadores haitianos han talado millones de árboles para producir leña o carbón. Actualmente solo el 3 por ciento de la tierra está cubierta de bosques, un descenso del 60 por ciento desde 1923. En República Dominicana, que comparte con Haití la isla la Española, el 23 por ciento está cubierta de bosques.

La deforestación hizo que el impacto del huracán fuera mayor: deslaves de tierra y desbordamientos de ríos que arrasaron con viviendas y cultivos.

Durante las dictaduras de Francois Duvalier y su hijo Jean-Claude —quienes se enriquecieron junto a sus patrocinadores norteamericanos a expensas de los trabajadores haitianos durante su reinado de terror de 1957 a 1986— los haitianos producían el 80 por ciento de los alimentos del país y exportaban arroz.

En los años 90, el presidente Bill Clinton presionó al gobierno de Jean-Bertrand Aristide a que redujera los aranceles sobre el arroz y el pollo. La afluencia de alimentos estadounidenses más baratos ensancharon las cuentas bancarias de los intermediarios capitalistas locales y de las agroindustrias estadounidenses y expulsaron a miles de agricultores de sus tierras. Clinton admitió posteriormente que la medida había socavado la agricultura de Haití. Hoy, por lo menos la mitad de los alimentos son importados, incluyendo el 80 por ciento del arroz.

Con el ciclón, la producción agrícola local está aún más amenazada. Según el Miami Herald, el 80 por ciento de los cultivos de plátanos fueron destruidos en Arcahaie, la principal región bananera de Haití. En la región de Grand-Anse se perdieron casi todas las cosechas y el 50 por ciento del ganado.

El cólera, que mató a más de 10 mil personas tras el terremoto de 2010, está aumentando después de la tormenta. El cólera fue introducido a Haití por las llamadas tropas mantenedoras de la paz de la ONU, quienes no tomaron las más elementales precauciones sanitarias.

Los primeros aviones con ayuda de Estados Unidos no llegaron a Port-au-Prince sino hasta el 9 de octubre, cinco días después que Matthew azotara las provincias suroestes del país.

La ONU dice que se necesitan 120 millones de dólares en ayuda urgente, pero para el 15 de octubre solo se habían recibido promesas de menos de 15 millones de los gobiernos miembros.

Aunque la ayuda se necesita desesperadamente, la experiencia le ha demostrado al pueblo trabajador de Haití que la asistencia de los gobiernos capitalistas, la ONU y las llamadas organizaciones sin fines de lucro serán usadas para profundizar el dominio del país por el imperialismo norteamericano.

Después del terremoto de 2010 en el que perecieron más de 100 mil personas, la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos envió centenares de millones de dólares en alimentos. Bajo las regulaciones estadounidenses, todos los alimentos distribuidos por la agencia deben ser importados de Estados Unidos, convirtiendo así la “asistencia” en otra arma contra los campesinos.

Además de los capitalistas norteamericanos y haitianos que se enriquecieron con los programas de asistencia, a las agencias sin fines de lucro y no gubernamentales también les fue bien.

Un reportaje sobre la Cruz Roja Norteamericana transmitido en la Radio Pública Nacional (NPR) el año pasado reveló que una cuarta parte de los 500 millones de dólares recolectados por la organización benéfica para “ayudar” a Haití fueron utilizados para sus propios gastos internos. La Cruz Roja dijo que había ayudado a miles de personas a construir viviendas, pero la NPR concluyó que el total de casas permanentes construidas fue de seis.

Cuba revolucionaria respondió rápidamente a la creciente crisis sanitaria en Haití después de la tormenta enviando 38 médicos, enfermeras y especialistas para sumarse a los 646 voluntarios internacionalistas que ya se encontraban en el país.

Los recién llegados ya están trabajando en las áreas más golpeadas por el huracán como la de Anse d’Hainault. “La población en general nos acoge de buena manera”, escribió el Dr. Emmanuel Vigil en el sitio Cubadebate.  
 
 
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