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Vol. 81/No. 2      9 de enero de 2017

 
(artículo principal, análisis de noticias)

Voto sobre Israel en ONU: Golpe a lucha de palestinos

 
POR NAOMI CRAINE
Cambiando la política bipartidista mantenida por Washington desde hace mucho tiempo, la administración de Barack Obama decidió no bloquear una resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 23 de diciembre, que condena la constante expansión de los asentamientos israelíes en territorio palestino.

La resolución dice, en parte, que “el establecimiento de asentamientos por parte de Israel en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, no tiene validez legal y constituye una flagrante violación del derecho internacional y un obstáculo importante para el logro de la solución biestatal”.

La votación en realidad representa un golpe a la lucha de décadas del pueblo palestino contra su opresión nacional. Refuerza el camino sin salida de las direcciones de la Autoridad Palestina y de Hamas de depender de Washington y de otras potencias imperialistas para presionar a Tel Aviv, mientras atan a las masas palestinas a un papel de espectadores pasivos. Da un impulso a las fuerzas en Israel que abogan por hacer mayores incursiones en territorio palestino.

Esto refleja la ausencia de una dirección palestina que luche por un camino hacia delante: un acuerdo negociado que incluya el reconocimiento del estado de Israel, junto con el reconocimiento de un estado palestino, así como existe hoy día, como un punto clave hacia la lucha por una sola patria contigua para el pueblo palestino. Esta lucha es la única que puede servir de base para avanzar los intereses de los trabajadores de todas las nacionalidades en la región hoy en día.

La educación y la movilización de los trabajadores y agricultores palestinos en torno a una campaña para alcanzar este acuerdo podría romper el ciclo de los últimos años de guerra, derramamiento de sangre y de más asentamientos. Esto podría abrir la puerta a su renovada participación como protagonistas de la historia.

Como dijo el Militante en su editorial del 25 de agosto de 2014, “abriría el espacio para luchar contra la balcanización de Palestina, para luchar por empleos para los desempleados, por el derecho a la tierra y el agua de los palestinos y por la libertad para viajar de los palestinos, incluyendo el derecho a cruzar la frontera con Israel para trabajar. Proporcionaría una base más solida para el desarrollo económico y social en Gaza y en la Margen Occidental. Y crearía el espacio político para la lucha de clases y la promoción de la solidaridad obrera en Israel, la Margen Occidental y en Gaza”.

Envalentonado por el voto del Consejo de Seguridad y la ausencia continua de una movilización política en la Margen Occidental, el ministro de educación israelí, Naftali Bennett, dijo que iba a presentar un proyecto de ley para anexionar una gran parte de la Margen Occidental. El partido Casa Judía de Bennett, con una posición a favor de los asentamientos, es parte de la coalición gobernante encabezada por el partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu. Netanyahu ha respaldado la expansión de muchos de los asentimientos, a la misma vez que hace gestos vacíos en apoyo a una negociación para un acuerdo para “dos estados”.

El voto en el Consejo de Seguridad fue de 14 a 0. Por décadas el gobierno de Estados Unidos, el cual es miembro permanente del Consejo de Seguridad, utilizó su derecho al veto para bloquear cualquier resolución que critique a su aliado en Tel Aviv. La abstención de Washington provocó un fuerte debate en el seno de la clase gobernante estadounidense, incluyendo entre la administración de Obama en sus últimos días y el presidente electo Donald Trump.

La resolución desató una serie de protestas diplomáticas y recriminaciones por parte de Netanyahu contra los miembros del Consejo de Seguridad. Retiró al embajador de Israel a Nueva Zelanda y Senegal, cuyos representantes auspiciaron la resolución, y canceló los viaje a Israel programados por el canciller senegalés y el primer ministro ucraniano.

Netanyahu acusó a Obama de haber escenificado una “vergonzosa emboscada” con el voto y dijo que esperaba poder trabajar con Trump. La administración de Obama frecuentemente ha tenido diferencias con Tel Aviv, a medida que ha venido cambiando sus prioridades en el Medio Oriente, en la persecución de un acuerdo con el gobierno iraní para desacelerar el desarrollo de su programa nuclear como trampolín para desarrollar nuevas alianzas en la región para buscar la estabilidad en pos de los intereses imperialistas estadounidenses. Obama se negó a reunirse con el primer ministro israelí cuando habló en el congreso contra el acuerdo con Irán, y se opuso abiertamente a su reelección en marzo de 2015.

ONU repunta punto muerto

El presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas elogió la resolución como algo que ofrece “una base jurídica para resolver” el conflicto israelí-palestino. El dirigente de Hamas Khaled Meshaal dijo que era “un paso en la dirección correcta”. En nombre de la “internalización” de la lucha, Abbas se ha enfocado cada vez más en lograr la intervención de los gobiernos e instituciones imperialistas, tales como Naciones Unidas y la Unión Europea, para presionar a Tel Aviv.

Los dirigentes palestinos ahora dicen que “utilizarán la resolución en los organismos internacionales”, informó el New York Times el 26 de diciembre. Ninguno de ellos tiene la perspectiva de movilizar a los trabajadores palestinos para luchar eficazmente por sus derechos sociales y políticos, ni mucho menos para un reconocimiento mutuo, lo cual es la única vía para combatir la toma de más tierras por los asentamientos israelíes.

Actualmente viven alrededor de 580 mil judíos israelíes en las áreas ocupadas después de 1967, en asentamientos distribuidos por la toda la Margen Occidental y en complejos de viviendas construidos en el este de Jerusalén, rodeando las comunidades árabes de la ciudad. Entre ellas se encuentran 123 asentamientos autorizados por Tel Aviv y alrededor de 100 puestos de avanzada establecidos sin autorización, que han dividido el territorio palestino hasta la frontera con Jordania.

Tanto la Autoridad Palestina como el grupo reaccionario islamista Hamas han organizado e instigado actos terroristas y provocaciones, incluyendo los horrendos ataques contra civiles, que le han brindado a Tel Aviv pretextos para su asesina represión y que han desmoralizado a los trabajadores y agricultores palestinos. La trayectoria de la Autoridad Palestina y de Hamas considera a los trabajadores palestinos como carne de cañón y socava la capacidad de ganar apoyo entre el pueblo trabajador dentro de Israel, donde las contradicciones sociales apuntan hacia las batallas de clase que se avecinan.

Es por eso que la lucha por un acuerdo que tiene como punto de partida el reconocimiento de Israel y de un estado palestino tal como existe hoy es una demanda inmediata indispensable que el pueblo trabajador debe respaldar.  
 
 
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