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Vol. 81/No. 7      20 de febrero de 2017

 
(especial, comentario del director)

Reconocimiento de Israel clave para clase obrera en Medio Oriente

 
El artículo “Gobernantes capitalistas cambian de aliados en el Medio Oriente mientras que los trabajadores enfrentan una catástrofe” publicado en la edición del 16 de enero del Militant en inglés concluye con una cita, sin comentario, del ex primer ministro iraquí Nouri al-Maliki que dice, “El enemigo sionista es una amenaza que supera a la del terrorismo. Debemos unirnos en un solo frente contra esta amenaza”.

Cualquier lector nuevo tendría que asumir que los directores del Militante están de acuerdo con el reaccionario ex primer ministro iraquí en cuanto al “enemigo sionista”.

Lectores familiarizados con el Militante deben haberse sorprendido, ya que la cita representa una línea política opuesta a la de anteriores artículos del periódico, el programa del Partido Socialista de los Trabajadores y su curso político.

La declaración de al-Maliki encaja con el punto de vista de toda la izquierda de clase media en Estados Unidos, en Europa y en todo el mundo, por no decir el régimen iraquí, iraní y muchos otros regímenes burgueses de África del norte, el Medio Oriente y Asia central y del sur, todos los cuales se pre-sentan demagógicamente como defensores del desposeído pueblo palestino para darle fuerza a su propio dominio de clase. Todos ellos oprimen y explotan a los trabajadores y agricultores en esos países.

Esto es lo opuesto al curso proletario internacionalista del Partido Socialista de los Trabajadores. A medida que se intensifica la crisis capitalista mundial, el resurgimiento del odio anti-judío y los ataques contra los judíos y las sinagogas son un recordatorio de que el Holocausto y lo que lo produjo no son asuntos de la “historia”. Son cada vez más las realidades del brutal orden mundial imperialista de hoy.

Los revolucionarios deben presionar por el reconocimiento del estado de Israel, y por el derecho a refugiarse allí de los judíos que deseen hacerlo. Es también una precondición política para reconstruir un movimiento que sea capaz de llevar a cabo una lucha exitosa por un estado palestino y por una patria contigua y viable para el pueblo palestino.

Estos pasos son esenciales para romper el ciclo de derramamiento de sangre perpetuado por el reaccionario régimen islámico de Hamás en la Franja de Gaza y sus ataques con cohetes contra civiles israelíes, por la burguesa Autoridad Palestina y su actitud de aquiescencia a los ataques contra judíos, y por la brutal represalia y “castigo colectivo” que imponen los gobernantes capitalistas de Israel y sus esfuerzos por balcanizar la Ribera Occidental.

Además, el artículo utilizó términos clasistas confusos al hablar de estados, regímenes y religiones: “fuerzas dominadas por chiítas”, “regímenes dirigidos por sunitas”, “milicias chiítas entrenadas por Irán”, “Teherán”, “Israel”, etc. No ayudó a que los lectores vieran los conflictos de intereses que existen entre la clase obrera y sus aliados explotados en la tierra y las clases dominantes y sus apologistas de clase media y sirvientes políticos por toda la región.

Por último, el artículo decía erróneamente que, “Washington, responsable por décadas de guerra y devastación en la región, de manera creciente juega un papel marginal”.

Pero los gobernantes en Washington se encuentran lejos de tener un papel marginal en el Medio Oriente. El pacto “nuclear” con Irán que establecieron Teherán y Washington en 2015, junto con Berlín, Londres, París, Moscú y Pekín, es el eje de la política exterior imperialista en la región, el cual es improbable que la nueva Casa Blanca de Trump “haga pedazos”.

Los gobernantes acaudalados en Washington están buscando cooperar con los gobernantes contrarrevolucionarios en Teherán para contener la lucha de clases y las explosiones sociales en el Medio Oriente. Otros regímenes capitalistas en esta parte del mundo también están buscando alianzas con Washington, Moscú o ambos para defender sus propios intereses de clase.

Vale la pena recordar que el imperialismo norteamericano tiene desplegados más de 40 mil efectivos entre Arabia Saudí y Afganistán y domina las aguas de la región con la Quinta Flota de la marina de Estados Unidos. Desde agosto de 2014, los militares de Washington han llevado a cabo la gran mayoría de los casi 18 mil ataques aéreos en Iraq y Siria, y más sobre Afganistán, Libia, Yemen, Somalia y Pakistán.  
 
 
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