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Vol. 81/No. 15      17 de abril de 2017

 
(suplemento especial)

Washington escala guerra en Siria e Iraq

 
POR JIM BRADLEY
Washington intensificó su creciente intervención militar en el Medio Oriente y la guerra civil de seis años en Siria el 6 de abril, con el lanzamiento de 59 misiles de crucero Tomahawk de buques de guerra estadounidenses en el Mediterráneo contra la base aérea de Al Shayrat de Assad. Acusan a la dictadura de Bashar al-Assad en Damasco de usar armas químicas contra civiles en la ciudad de Khan Sheikhoun, provincia de Idlib, controlada por la oposición, la semana pasada.

“Esta noche, ordené un ataque militar contra la base aérea de Siria desde donde se lanzó el ataque químico”, dijo el presidente Donald Trump a periodistas en su propiedad de Mar-a-Lago en Florida, donde mantiene una cumbre con el presidente chino Xi Jinping.

Trump dijo que la represión de Assad ha creado una crisis de refugiados que “continúa profundizándose, y la región sigue desestabilizándose, amenazando a Estados Unidos y a sus aliados”.

Pero la desestabilización es el resultado de las guerras de Washington en la región: Iraq tres veces, Afganistán, Siria, Libia, Yemen y más.

Trece personas murieron por los ataques con misiles, incluyendo cinco soldados en la base y ocho civiles cerca de la instalación. Cuatro niños estaban entre las muertes civiles. El ejército estadounidense dijo que los ataques dañaron y destruyeron aviones, infraestructura de apoyo y equipo en la base.

Moscú y Teherán se unieron inmediatamente a su aliado en Damasco para condenar los ataques estadounidenses. Afirmaron que los aviones de Assad bombardearon un almacén de armas químicas controlado por opositores a su régimen.

Informes de testigos oculares del sitio del bombardeo en Khan Sheikhoun dijeron que los aviones sirios lanzaron bombas el 5 de abril liberando gas, causando lo que el personal sanitario en el lugar describió como síntomas de intoxicación por gas nervioso. También informaron de la evidencia de gas de cloro. Murieron casi 80 personas, incluyendo 27 niños. Más de 500 resultaron heridos, muchos de ellos están en estado crítico. Unas horas más tarde, los aviones del régimen bombardearon uno de los hospitales donde las víctimas del ataque de gas estaban siendo ayudadas.

Según la Organización Mundial de la Salud, las autopsias en víctimas enviadas a hospitales en Turquía mostraron evidencia clara de la muerte causada por un agente nervioso como el sarín.

Reforzado por el poder aéreo de Moscú y las fuerzas terrestres de Irán, Hezbollah y las milicias chiítas, el régimen de Assad ha combinado bombardeos asesinos con asedios para hacer morir de hambre y golpear las zonas de la oposición. Después ofrecen lo que llaman ofertas de “reconciliación” para conseguir que los combatientes entreguen su territorio, y luego se les permite ir a la provincia de Idlib.

Ahora Assad está usando su poder aéreo —y armas químicas— para martillear las áreas rebeldes. Estos ataques son crímenes atroces. Los trabajadores de Siria no tienen partido revolucionario. La solidaridad mundial, el espacio político y el desarrollo de tal partido son el único camino hacia adelante para los trabajadores de Siria y la región.

Declaraciones de apoyo al ataque de Washington procedieron tanto de los demócratas como de los republicanos en Estados Unidos y de los gobernantes de las potencias capitalistas de todo el mundo. Los editores de periódicos liberales, implacablemente hostiles al gobierno de Trump, saludaron el ataque con misiles.  
 
 
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