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Vol. 81/No. 43      20 de noviembre de 2017

 
(portada, En mi opinión)

Soldados regresan de guerras imperialistas a enfrentar catástrofe

 
POR ANTHONY DUTROW
“Gracias por su servicio” es la frase condescendiente que los veteranos han escuchado un millón de veces de funcionarios del gobierno y otros. Ahora es el título de una película basada en un libro de David Finkel de 2013 que sigue las vidas de veteranos de guerra de regreso de Iraq. Está por verse con qué veracidad presenta el trato escandaloso que el gobierno de Estados Unidos brinda a los que le sirven de carne de cañón.

El desprecio por los veteranos no es nada nuevo. Todos nosotros —a mi me dieron de baja en 1965— hemos recibido elogios paternalistas y falsos de parte de las autoridades cuando tratamos de abrirnos camino a través del desdén burocrático que enfrentamos de la Administración de Veteranos.

Como la principal potencia imperialista del mundo, Washington tiene que depender de sus fuerzas armadas para imponer sus dictados. Y la crisis actual de producción y comercio capitalistas genera competencia, conflictos y guerras crecientes.

La crisis también ha producido un desastre económico y social para los trabajadores en este país. Aunque algunos se enlistan en el ejército por un sentimiento de patriotismo, la mayoría lo hace para obtener una educación o simplemente para alejarse de condiciones deteriorantes, incluyendo el alto desempleo, la aceleración del ritmo de trabajo y la epidemia de opiáceos.

Una disputa entre el presidente Donald Trump y la congresista demócrata Frederica Wilson de Florida, por el ofrecimiento de condolencias de Trump a la esposa del sargento La David Johnson, uno de los cuatro soldados norteamericanos que murieron en combate en Níger, ha puesto de relieve la difícil situación de los veteranos del ejército.

En los 17 años que los gobernantes estadounidenses han enviado a jóvenes a luchar y morir en estas guerras imperialistas, el gobierno dice que más de 4 500 han muerto en Iraq y 2 400 en Afganistán. Además de decenas de miles de iraquíes y afganos, soldados y civiles.

Desde 2001, ¡2.5 millones de jóvenes hombres y mujeres han servido en Iraq y Afganistán! Además de las muertes, que son mucho más bajas que en Vietnam o Corea, estas guerras tienen una tasa mucho más alta de lesiones incapacitantes.

La razón principal son los avances en el tratamiento médico, lo que significa que lesiones que anteriormente eran mortales ahora son tratables. Pero con demasiada frecuencia dejan problemas graves para toda la vida.

Las últimas cifras publicadas en 2013 de admisiones a hospitales de la Administración de Veteranos (VA) causadas por la guerra en los 17 años que han durando estas guerras imperialistas suman entre 900 mil a un millón. La VA ya no las hace públicas, supuestamente por “razones de seguridad”.

La negligencia criminal hacia los veteranos de las guerras durante “tiempos de paz” en los últimos 17 años, y de los veteranos de combate y no combatientes en los últimos 50 años, son una parte importante de la catástrofe a la que Trump se refirió en su discurso inaugural.

“Nos haremos cargo de nuestros magníficos veteranos como nunca antes se han ocupado de ellos”, dijo Trump en la convención nacional de los Veteranos de Guerras Extranjeras en julio de 2016. Se refirió a la indignación que provocaron revelaciones en 2014 de que 40 veteranos habían muerto mientras esperaban citas en un hospital de veteranos en Arizona.

Uno de ellos, Thomas Breen, de 71 años, estaba en una lista no registrada en los libros mantenida por los funcionarios de la VA para reducir artificialmente las largas listas de espera, para impresionar a los burócratas de la VA. Breen murió en noviembre de 2013 de cáncer de vejiga grado 4.

Su hijo Teddy y la esposa de Teddy, Sally, intentaron en vano durante dos meses obtener una cita para Breen. Cuando la Administración de Veteranos finalmente llamó en diciembre, Sally dijo que les había dicho: “Ya está muerto”.

Acogidos en acciones antiguerra
Durante la guerra de Vietnam, los gobernantes trataron de mantener separados a los trabajadores que protestaban contra la guerra imperialista de los trabajadores enlistados que regresaban del combate. Promovían el mito de que los manifestantes escupían a los veteranos.

Al contrario, muchos, incluyendo muchos como yo, que no vieron combate en el sudeste asiático, se unieron a las poderosas marchas masivas contra la guerra. El movimiento contra la guerra defendía el derecho de los soldados a conocer los hechos sobre la guerra y que formaran su propia opinión, algo que aborrecían los altos mandos militares y los patrones.

En la actualidad, los veteranos siguen enfrentando el desempleo, carencia de viviendas, altas tasas de suicidio y un 33 por ciento más alto de sobredosis de opiáceos.

Unas 64 mil personas murieron por sobredosis de drogas el año pasado, en pequeños pueblos y barrios obreros en grandes ciudades de todo el país. Eso es más que el total de las muertes bélicas estadounidenses en los últimos 65 años.

Los caucásicos representan el 90 por ciento de las sobredosis de opiáceos en el país. Las áreas más afectadas se encuentran en el llamado Cinturón del Óxido, en pueblos del Medio Oeste azotados por los cierres de fábricas y en las antiguas prósperas regiones mineras de carbón de Virginia Occidental, Kentucky y el sur de Illinois.

¿Por qué la prensa dedicó tanta atención a los tweets entre Trump y la congresista Wilson? Porque el partido de Wilson, la prensa liberal y un ala creciente de republicanos están decididos a derrocar a Trump a toda costa por hacer lo que han hecho todas las administraciones anteriores: fingir preocupación por los soldados muertos en el extranjero.

Los cuatro efectivos de fuerzas especiales que murieron en Níger son parte de los 800 que Washington mantiene allí para ayudar a las tropas francesas a “entrenar” a las fuerzas militares africanas bajo la rúbrica de la “guerra contra el terrorismo”. Los gobernantes estadounidenses tienen soldados en todos los rincones del planeta, protegiendo los intereses de los banqueros y multimillonarios.

Los veteranos, cuyas vidas tienen poco valor para la clase gobernante después de su “servicio”, serán una parte clave de la resistencia de la clase trabajadora a la carnicería que enfrentamos.  
 
 
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