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   Vol. 69/No. 27           July 18, 2005  
 
 
El ejército imperialista no es ‘nuestro’
(editorial)
 
Este periódico, como afirma nuestra portada, se publica en defensa de los intereses del pueblo trabajador. Sin embargo, el editorial en nuestra edición del 27 de junio (y la del 13 de junio en inglés) contradijo ese compromiso y debe ser corregido.

El editorial comentó sobre informes noticiosos de que la Point Blank Body Armor, una empresa con plantas en Florida y otros estados que fabrican chalecos antibalas y otro equipo afín, había vendido equipo defectuoso a los marines. El artículo condenó “la producción y venta por parte de los patrones de chalecos antibalas defectuosos que son utilizados por soldados estadounidenses”, lo cual, según dijo, estaba “aumentando el peligro que encaran los soldados desplegados en Iraq y Afganistán”. En el artículo de primera plana de la misma edición aparecieron declaraciones parecidas.

La demanda de “oponerse a chalecos defectuosos para soldados” no puede interpretarse como otra cosa que apoyo a “nuestros soldados”. Pero el ejército imperialista norteamericano y sus tropas no son “nuestros”. Las fuerzas armadas norteamericanas no defienden los intereses del pueblo trabajador. Es el ejército del puñado de familias capitalistas que mantienen su poder y sus privilegios a costa de la riqueza que se produce mediante la fuerza de trabajo de nuestra clase y sus aliados.

Junto con la policía federal, estatal y local, el ejército es el cuerpo de hombres y mujeres armados que los gobernantes adinerados usan para defender su explotación y opresión de los trabajadores y agricultores, desde Boston hasta Bagdad. Las sanguinarias guerras de Washington en el exterior son una extensión de la ofensiva patronal dentro de Estados Unidos, cuyo objetivo consiste en rebajar los salarios, prolongar las horas laborales, echar por la borda las normas de salud y seguridad, y recortar las pensiones y el seguro médico.

Por eso los trabajadores con conciencia de clase no se suman a las demandas de “mejor calidad” para los chalecos antibalas u otro equipo militar. El “equipo protector” que produce la Point Blank no se distingue de los armamentos que permiten que las unidades del Ejército, de los marines y de las Operaciones Especiales libren combates urbanos con mayor brutalidad.

Los intereses de los trabajadores se ven perjudicados por todo lo que refuerce al ejército de nuestros explotadores. Eso incluye todo lo que vaya dirigido a reducir los peligros que encara el ejército estadounidense conforme Washington libra operaciones militares contra nuestros hermanos y hermanas en el mundo.

El editorial anterior contrasta con el internacionalismo proletario que es y sigue siendo lo que destaca al Militant desde nuestra primera edición hace más de 75 años. Fue una adaptación política a lo que los comunistas han llamado social-patriotismo. Se hizo eco de una de las justificaciones que “nuestra propia” burguesía ha utilizado para desviar al pueblo trabajador a fin de que apoye la política de guerra del gobierno norteamericano.

Desde nuestros orígenes, el Militant ha respondido a las guerras e intervenciones norteamericanas —de la Segunda Guerra Mundial a Corea, Vietnam y las guerras del Golfo de 1991 y de hoy— oponiéndonos a todo llamamiento patronal a la “unidad nacional” y a la “igualdad de sacrificio”. Hemos instado al movimiento obrero y a los oprimidos a rechazar todo llamado a subordinar o aflojar en las luchas por mejores salarios y condiciones, por los derechos de los negros, por la igualdad de las mujeres y otras demandas.

Ante todo, hemos explicado que el pueblo trabajador debe organizar un movimiento revolucionario para tomar el poder de manos de los guerreristas y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores: la única forma de poner fin a la guerra y brutalidad imperialista de una vez por todas.

La usura de guerra, sea de la Point Blank o de la Boeing, es inherente a la guerra capitalista. A medida que los patrones atizan el patrioterismo para justificar el uso de jóvenes trabajadores y agricultores como carne de cañón, también extraen cada centavo posible de la producción bélica: de sus propios gobiernos, de otros gobiernos y en muchos casos de ambos lados.

La respuesta de los trabajadores con conciencia de clase es la demanda de retirar inmediata e incondicionalmente todas las tropas estadounidenses y otras tropas imperialistas de Iraq, Afganistán, Yugoslavia, Corea, Haití, Colombia, la Bahía de Guantánamo, Cuba, y de cualquier otro país donde estén desplegadas. Eso sí beneficiará los intereses del pueblo trabajador, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.  
 
 
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