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   Vol. 69/No. 28           July 25, 2005  
 
 
‘Antiterrorismo’ es bandera del gobierno
británico, antiobrero es su curso
(editorial)
 
Dedicamos el espacio editorial esta semana para reproducir una declaración emitida el 12 de julio por la Liga Comunista en el Reino Unido.

¡No a las tarjetas de identidad y otras restricciones “antiterroristas” a los derechos!

¡Manos fuera de Irán, Corea del norte! ¡Tropas británicas y todas las tropas imperialistas fuera de Iraq, Afganistán, Irlanda, Sierra Leona!

Con llamamientos imperiosos e imperiales a la defensa de “nuestro” país, “nuestra” democracia, los valores “británicos” y “nuestra” forma de vida, el gobierno ha respondido a los ataques dinamiteros en Londres del 7 de julio incrementando su “guerra al terrorismo”. Sin embargo, esta guerra no va dirigida principalmente contra “terroristas”. En el exterior, el blanco es cualquier gobierno en el mundo colonial que se interponga en el camino de los gobernantes imperialistas conforme buscan defender su orden mundial cada vez más plagado de crisis. A nivel nacional, dada la anticipación de los patrones de resistencia a los ataques contra el nivel de vida, las condiciones de trabajo y el salario social, están aumentando sus sondeos para ver cómo pueden restringir los derechos políticos de la clase trabajadora para organizarse y tomar acción.

El gobierno británico ha participado enérgicamente en las invasiones y ocupaciones de Iraq y Afganistán, incluida la actual campaña destinada a “iraquizar” al régimen posterior a Saddam Hussein. Bajo el pretexto de “la caza de Bin Laden”, está mandando fuerzas especiales al sudeste de Afganistán y a la frontera de Pakistán para consolidar un nuevo arreglo basado en una mayor dominación imperialista de Pakistán. Londres encabezó la campaña conjunta angloamericana contra Libia; tuvo éxito al amenazar al gobierno en Trípoli con “el tratamiento Iraq” si no se mantenía a raya. Hoy día ocupa un papel dirigente en las amenazas contra Irán. Algunos de estos estados han sido acusados por el imperialismo de organizar células terroristas en otros países. Cada uno ha demostrado que tiene, o está en vías de desarrollar, armas (convencionales o nucleares) y sistemas de emplazamiento que podrían frenar al imperialismo en cuanto al uso de su poderío militar.

Esta es la política exterior de los gobernantes británicos —y no los cambios de clima ni el fin de la pobreza en Africa— a pesar de lo que proclamaron en la cumbre G-8. Lo que le ofrecen al continente africano no es el fin de la pobreza sino la creciente penetración capitalista, combinada con la fuerza militar cuando resulte necesaria para reforzar esa penetración. Esto se ha manifestado con el envío de tropas británicas a Sierra Leona; su colaboración con el régimen en Nigeria; sus presiones sobre Sudáfrica en torno a Zimbabwe; y la participación de figuras bien situadas de la clase dominante en el golpe abortado en Guinea Ecuatorial.

Este curso de política exterior es la extensión de su guerra contra el pueblo trabajador en el Reino Unido, donde la creciente crisis capitalista los obliga a atacar las condiciones de vida y de trabajo, las pensiones y los beneficios conquistados a través de décadas de lucha. Los gobernantes británicos están reforzándose sistemáticamente, para equiparse para las batallas que saben que llegarán. La principal preocupación de los gobernantes es la capacidad de lucha del pueblo trabajador y de sus sindicatos, y no los “terroristas”. Ellos aprovechan sucesos como el del 7-7 para reforzar aún más las medidas dirigidas contra todo el pueblo trabajador. Su bandera será el antiterrorismo, pero su trayectoria es anti-pueblo trabajador. Consta el caso de agricultores que protestan contra los aumentos de precio del combustible y se ven amenazados con ser procesados bajo la Ley contra el Terrorismo.

El gobierno ha promulgado tres nuevas Leyes contra el Terrorismo desde 2000. Ha reclutado a centenares de policías y agentes de los servicios secretos. Ha utilizado al ejército para realizar patrullas conjuntas con la policía en varias “zonas de prueba”. Ha encabezado las acciones de la Unión Europea para reforzar el espionaje internacional. Y ha presentado un proyecto de ley para imponer una tarjeta de identidad obligatoria. El movimiento obrero y todas las personas de disposición democrática deben pronunciarse en contra de cada una de estas restricciones a los derechos.  
 
‘Unidad nacional contra el terror’
Desde los ataques dinamiteros, el gobierno ha lanzado una campaña a favor de la unidad nacional contra las “acciones bárbaras”. Anunció un momento de dos minutos de silencio para el 14 de julio; también se ha convocado a una vigilia para el mismo día. Con estos llamamientos patrióticos pretenden atar a los trabajadores y agricultores a los intereses y la trayectoria de los explotadores. Pretenden convencer al pueblo trabajador de que aceptemos recortes a nuestro nivel de vida para hacer repuntar sus tasas de ganancia. Pero nosotros no compartimos una “forma de vida” común con ellos. Los trabajadores necesitamos rechazar dicha demagogia nacionalista y orientarnos hacia el fortalecimiento de nuestra solidaridad en acción y el uso de nuestros sindicatos para resistir los ataques patronales.

El gobierno ha encontrado cómplices voluntariosos. El Congreso Sindical está promoviendo el momento de silencio de dos minutos, y anunció su intención de convocar a una manifestación contra el “terrorismo”. El Sindicato Ferroviario, Marítimo y Transportista (RMT) y su secretario general Bob Crow han llamado a que la policía o el ejército brinden más seguridad en el subterráneo. El Consejo Musulmán de Gran Bretaña ha llamado a los musulmanes a que se “unan para ayudar a la policía”.

El alcalde de Londres, Ken Livingstone, citó al sanguinario guerrerista imperialista Winston Churchill como su autoridad al condenar lo que calificó como “criminal matanza masiva”. Cantando las canciones de Westminster, Livingstone pidió que la gente se “presentara” con información para la policía, sumándose a la “guerra contra el terror”.

Hace dos semanas, la izquierda se sumó a las marchas, apoyadas por el gobierno, de Hagamos que la Pobreza sea Historia Pasada. Ahora está marchando al son del tambor del gobierno “contra el terrorismo”.  
 
Alternativa obrera
La Liga Comunista lucha por la claridad y unidad de acción de la clase trabajadora frente a la ofensiva patronal por la “unidad nacional”, unidad que solo puede ser de carácter imperialista. A pocas horas de los bombazos, miembros de la Liga estaban en las calles, vendiendo el periódico The Militant y la revista Nueva Internacional, con carteles que exigían, “¡Tropas británicas y todas las tropas imperialistas fuera de Iraq, Afganistán, Irlanda y Sierra Leona!” y “¡No a las tarjetas de identidad y otras restricciones ‘antiterroristas’ a los derechos!”

Los comunistas que hacían campaña explicaron que, sea quien sea que realizó los ataques dinamiteros en Londres —y las muertes y heridas que causaron—, estas acciones no tienen nada que ver con movilizar al pueblo trabajador y sus aliados para derrotar la explotación capitalista y la opresión imperialista.

Las guerras de conquista, los descalabros económicos, la ruina de los productores explotados y los ultrajes contra la dignidad humana tanto en este país como en el exterior: todo esto continuará hasta que el pueblo trabajador en el Reino Unido tome el poder de manos de la clase dominante capitalista y establezca un gobierno de trabajadores y agricultores.
 
 
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