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   Vol. 69/No. 39           October 10, 2005  
 
 
Resistencia boricua durante la II Guerra Mundial
Partido Comunista pidió a Nacionalistas
que apoyaran a EE.UU. en guerra imperialista
(Segunda de dos partes)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
El artículo de la semana pasada describió la resistencia al imperialismo norteamericano que libraron los independentistas puertorriqueños durante la Segunda Guerra Mundial. Rechazando los llamamientos a que subordinaran su lucha a la “unidad” con las potencias imperialistas de los Aliados contra el los imperialistas del Eje, los independentistas hicieron frente a casos fabricados y persecución por parte del gobierno “democrático” de Washington.

El Partido Nacionalista, dirigido por Pedro Albizu Campos, encabezó una campaña contra el servicio militar obligatorio impuesto por Washington. Decenas de jóvenes puertorriqueños fueron encarcelados por rehusar ser carne de cañón en el ejército de sus opresores coloniales.

Los nacionalistas no cejaron en su lucha a pesar de ser acusados por voceros proimperialistas de que estaban “saboteando” la lucha contra el fascismo. Albizu Campos y sus partidarios fueron difamados como “camisas negras” simpatizantes de Mussolini (los Cadetes de la República, la sección militar del Partido Nacionalista, portaban camisas negras y pantalones blancos).

Los independentistas también tuvieron que enfrentar la oposición del Partido Comunista, tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico. Los estalinistas, siguiendo la línea de Moscú del “Frente Popular” —apoyar al gobierno imperialista norteamericano en la guerra— instaban a los puertorriqueños a que subordinaran la lucha anticolonial a la guerra.

En un libro publicado en 1944, el secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos (PCEUA), Earl Browder, advirtió, “Entre algunos círculos de la actual vida puertorriqueña, se manifiesta claramente el crecimiento de una hostilidad intransigente e irrazonable hacia Estados Unidos”, lo cual, agregó, “conduce igualmente a la tolerancia del fascismo y hasta a la adopción del mismo. Yo personalmente he tenido que enfrentar graves síntomas de este fenómeno en mis intentos de cooperar con los grupos nacionalistas puertorriqueños.

Como parte de esa “cooperación”, el PCEUA había financiado la publicación en Nueva York de un nuevo semanario en español en 1943, Pueblos Hispanos, dirigido por Juan Antonio Corretjer, un dirigente del Partido Nacionalista que había sido reclutado también al Partido Comunista. Pueblos Hispanos hizo campaña para apoyar al gobierno norteamericano “en la lucha común para aplastar el nazi-fascismo”. Le rogó a Washington que le otorgara a Puerto Rico su independencia a fin de persuadir a los puertorriqueños a que apoyaran la guerra.

En un artículo publicado en la edición del 20 de marzo de 1943, Consuelo Lee Tapia, la esposa de Corretjer, afirmó: “Si nosotros los puertorriqueños no guardamos rencor y estamos dispuestos a entrar en la guerra como aliados del poder que nos ha esclavizado, si solo pedimos que se nos haga la justicia que se promete a todo el mundo en esta guerra de liberación contra la esclavitud del Eje, es prueba de que el pueblo puertorriqueño conoce sus deberes y está dispuesto a olvidar el pasado reconociendo que el no luchar contra el Eje ayudaría a esclavizar a otros pueblos”. Pueblos Hispanos también publicó artículos elogiando al dictador cubano Fulgencio Batista como aliado de Washington y denunciando al sindicato minero UMWA en Estados Unidos por romper el compromiso de no hacer huelgas que había sido impuesto por Franklin D. Roosevelt, “nuestro comandante en jefe”.

Los estalinistas puertorriqueños instaron a los jóvenes boricuas a que siguieran el ejemplo de César Andreu Iglesias, dirigente del PC de Puerto Rico, quien cumplió tres años de servicio en el ejército norteamericano a partir de 1943. Otro conocido miembro del PC, Bernardo Vega, ofreció sus servicios a Washington y trabajó en la División Postal de la Oficina de Censura de Estados Unidos.

En la isla, el Partido Comunista Puertorriqueño apoyó fervorosamente la guerra imperialista. El periódico de la Confederación General de Trabajadores, dirigido por el PC, exhortó en febrero de 1944 a los trabajadores azucareros a que no salieran en huelga en momentos “en que nuestra nación libra una lucha a muerte por la supervivencia de la democracia” y, en cambio, a que apoyaran a “nuestro Gobierno Democrático”. El periódico, que publicaba fotos de José Stalin en su portada, también reprodujo declaraciones de Rexford Tugwell —calificándolo como “el mejor gobernador de la colonia”— donde éste insistía en que “Puerto Rico y los Estados Unidos están indisolublemente unidos”.  
 
PC retira su apoyo a nacionalistas
El PCEUA intentó convencer al Partido Nacionalista de que respaldara a Washington, argumentando que una victoria norteamericana conduciría a la independencia de Puerto Rico después de la guerra. “Albizu Campos, por el contrario, concebía que el imperialismo norteamericano era el principal enemigo”, escribe Marisa Rosado en su biografía cuidadosamente documentada de Albizu, Las llamas de la aurora.

Incapaz de disuadir a los independentistas, explica Rosado, el Partido Comunista estadounidense “retiró toda la ayuda económica que venía ofreciéndole al Partido Nacionalista”.

En su artículo “Pedro Albizu Campos: Estrategias de lucha y luchas estratégicas”, el historiador Carlos Rodríguez-Fraticelli señaló: “Esto precipitó una crisis y división entre las filas de la Junta del Partido Nacionalista en Nueva York. Corretjer, quien apoyaba la línea política del PCEUA, se salió del Partido Nacionalista” junto con otros influenciados por los estalinistas (Puerto Rican History and Politics, Invierno, 1991-92).

De hecho, según detalla Rosado en su libro, la dirección de Albizu Campos decidió expulsar, en noviembre de 1943, a Corretjer, Clemente Soto Vélez y otros estalinistas de los organismos directivos del Partido Nacionalista.

Esta escisión llevó a la existencia de dos periódicos orientados a la comunidad independentista puertorriqueña en Nueva York: uno reivindicaba la oposición incondicional al imperialismo norteamericano y el otro llamaba a apoyar a Washington durante la guerra.

“La Junta [Nacionalista] publicaba su revista Puerto Rico, que salía una vez al mes” mientras que los de la agrupación apoyada por el PC “publicaban el semanario Pueblos Hispanos, cuyo director era el poeta Corretjer”, escribió Oscar Collazo en sus Memorias de un patriota encarcelado.

Collazo era presidente en esa época de la sección en Nueva York del Partido Nacionalista. Más tarde fue uno de los cinco héroes nacionalistas que pasaron más de un cuarto de siglo en las prisiones estadounidenses por sus acciones en defensa de la independencia de Puerto Rico.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en diciembre de 1947, Albizu Campos pudo regresar a Puerto Rico. Tras recibir una tumultuosa bienvenida por parte de miles de trabajadores y jóvenes en los muelles de San Juan, él lanzó una nueva campaña de actividades independentistas en la isla.

En una ruptura con el Partido Popular Democrático de Luis Muñoz Marín, se fundó el Partido Independentista Puertorriqueño, el cual comenzó a postular candidatos en las elecciones de la isla.

El Partido Nacionalista defendió una posición minoritaria durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, durante la Guerra de Corea en 1950-53, se disparó la oposición en Puerto Rico al servicio militar obligatorio. Unos 100 mil jóvenes rehusaron ingresar al ejército imperialista.

Durante la guerra de Washington contra Vietnam, la resistencia en Puerto Rico al servicio militar obligatorio fue tan masiva que los tribunales en la isla fueron reacios a enjuiciar a los jóvenes por desafiar el servicio militar obligatorio impuesto por Washington. Cientos fueron arrestados pero solo uno fue declarado culpable.

En 1969 Edwin Feliciano Grafals, miembro de la Federación Universitaria Pro Independencia, recibió una sentencia de un año por evasión del servicio militar obligatorio. Más tarde, en medio de las continuas protestas contra la guerra, el juez redujo la sentencia a una hora. Feliciano continuó su apelación y la acusación fue desechada en 1970.

Primera de dos partes  
 
 
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