Recurriendo a una ley que data de 1955, durante la guerra francesa contra el movimiento anticolonial en Argelia, el gobierno francés declaró un estado de emergencia el 8 de noviembre, por lo que autoriza que las autoridades locales impongan toque de queda, prohiban asambleas públicas y realicen redadas policiales y registros de armas. Según la BBC, es la primera vez que se decretan estos poderes en Francia continental.
Casi 9 500 policías incluida la odiada policía antimotines CRS fueron desplazados para enfrentar a los manifestantes. Al cierre de la edición habían arrestado a más de 1 200 personas. Unos 5 mil autos han sido incendiados durante los enfrentamientos.
El ministro del interior Nicolas Sarkozy ha ordenado la expulsión de todos los extranjeros declarados culpables de participar en acciones callejeras, incluidos los que tienen visas de residente. El informó al parlamento ele 9 de noviembre que 120 manifestantes serán deportados sin demora.
Esta explosión social fue precipitada por la brutalidad y el acoso por parte de la policía. Entre las causas subyacentes está la discriminación racial en el empleo, la vivienda y la educación que enfrentan millones de trabajadores que han inmigrado a Francia de sus ex colonias en Africa.
Las protestas comenzaron tras la muerte de Traore Bouna, de 15 años de edad, y Zyad Benna, de 17 años. Los dos murieron electrocutados cuando intentaron eludir a la policía en el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois. Los jóvenes, hijos de trabajadores inmigrantes de Mauritania y de Tunicia, respectivamente, regresaban a casa después de jugar un partido de fútbol, cuando se toparon con uno de los muchos puestos de control de la policía establecidos para acosar y exigir documentos a los residentes.
Adel Benna, hermano de Ziad, dijo al Washington Post que uno de los muchachos había dejado sus documentos en casa. Al no querer ser llevado al cuartel de la policía, evadieron el control, trepando por la pared de una subestación eléctrica para evitar ser retenidos por la policía.
Los jóvenes no se tiran así no más a la corriente eléctrica, dijo Adel Benna. Ellos miraron atrás y vieron algo que los asustó tanto que se desesperaron, y lo hicieron del puro miedo. Yo odio a la policía. Ellos son responsables de la muerte de mi hermano.
Las autoridades enviaron 1300 policías más a Seine-Saint-Denis, un distrito en el noreste de París que abarca el suburbio de Clichy-sous-Bois, donde los enfrentamientos han sido los más fuertes. La policía disparó bombas de gas lacrimógeno y balas de plástico contra los jóvenes manifestantes que se defendían lanzando piedras y botellas. A medida que el conflicto se agudizaba, los manifestantes incendiaron automóviles y edificios.
Inmediatamente después de las muertes, Sarkozy calificó a los dos adolescentes como delincuentes juveniles implicados en robos y vandalismo. Cuatro días después, tras la furia que desencadenaron estas declaraciones a los inmigrantes y al pueblo trabajador en general de todo el país, Sarkozy retractó sus comentarios y reconoció que los jóvenes no tenían antecedentes criminales. Pero el 3 de noviembre, el ministerio del interior divulgó un informe preliminar que exoneraba a los policías de todo vínculo con la muerte de los jóvenes.
El odio a la policía se multiplicó cuando una bomba de gas lacrimógeno, del tipo que usa la policía, fue arrojada el 30 de octubre contra una mezquita en el barrio, provocando la huída de unos 700 devotos debido al humo asfixiante.
La gente está harta de ser controlada por la policía, de ser registrada una y otra vez, dijo Jean-Jacques Eyquem, un taxista de 53 años de edad que vive en Clichy-sous-Bois, al Post.
Es la policía la que nos provoca, comentó un hombre que se identificó al New York Times como Mohamed. Actualmente desempleado, se mudó de Argelia a Francia en 1971. Ellos dicen que nos integremos, pero no entiendo: Ya soy francés, ¿qué más quieren? preguntó. ¿Que beba alcohol?
Salim Khalil, de 25 años y oriundo de Tunicia, es un obrero temporal en la fábrica automotriz de Peugeot en Poissy, en las afueras de París. Las protestas estallaron por la falta de empleos, de ayuda y de instalaciones, especialmente para la juventud de 18 a 25 años, dijo al Militante. Sarkozy provocó a la gente, nos llamó escoria, a nosotros que estamos excluidos de la fuerza laboral.
En Francia no existen programas de acción afirmativa en el empleo, la educación o la vivienda, como existen en Estados Unidos, donde tales programas fueron conquistados por los negros y otras nacionalidades oprimidas, así como las mujeres, a raíz del movimiento por los derechos civiles.
Las protestas han exacerbado las tensiones dentro de la gobernante Unión por un Movimiento Popular. Sarkozy y el primer ministro Dominique de Villepin están compitiendo por la nominación presidencial de su partido para las elecciones de 2007. Sarkozy tachó a los jóvenes que viven en estas viviendas públicas para inmigrantes como escoria de la sociedad y prometió una guerra sin cuartel contra ellos. Villepin ha tratado de presentarse más bien como el policía bueno, pero no ha vacilado en sumarse al resto del gobierno para desplazar a cientos de policías.
El Partido Comunista Francés (PCF), que participa en la administración de las asambleas municipales en varios pueblos donde se han dado los enfrentamientos está pidiendo la renuncia de Sarkozy. Olivier Klein, miembro del PCF y vicealcalde de Clichy-sous-Bois, dijo que en vez de que el gobierno federal envíe unidades federales paramilitares como la CRS a estos pueblos, hace falta una operación de policía de la comunidad.
Julien Dray, dirigente del Partido Socialista, ha declarado que Sarkozy no debe renunciar por que eso sería rendirse a los amotinados. El PS tampoco se opone al estado de emergencia.
Se calcula que en Francia viven 6 millones de ciudadanos de ascendencia norteafricana, muchos de ellos apiñados en suburbios deteriorados y segregados que el gobierno califica como zonas urbanas sensibles. En estas 751 zonas, la tasa oficial de desempleo es de casi el 20 por ciento el doble del índice nacional y asciende a más del 30 por ciento entre los jóvenes de 21 a 29 años. La tasa real de desempleo en algunos barrios es mucho mayor. El ingreso de los trabajadores en estas zonas es apenas la cuarta parte del promedio nacional, según informó el Christian Science Monitor.
Muchos de los que consiguen trabajo reciben salarios más bajos con pocas posibilidades de ser ascendidos. Aquí todos somos limpiadores, dijo un joven de origen norteafricano que se identificó como Awax al International Herald Tribune en la ciudad de La Courneuve. Es nuestro destino.
Entre abril y agosto, en tres incendios en edificios residenciales dilapidados donde vivían inmigrantes africanos, murieron 48 personas, 28 de ellos niños.
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