Pregunta. ¿Podrías hablarnos sobre la lucha por la liberación de todos los presos políticos puertorriqueños, tanto los independentistas que llevan muchos años presos como los que fueron encarcelados por participar en la lucha que sacó a la Marina norteamericana de la isla de Vieques?
Respuesta. Hay una campaña, en Puerto Rico y en Estados Unidos, por la liberación de los presos políticos puertorriqueños. Tres compañeros ya llevan más de 20 años en cárceles norteamericanas por actos por la libertad de Puerto Rico: Oscar López, Carlos Alberto Torres y Haydée Beltrán.
Ellos cumplen sentencias muy largas. Por ejemplo, Oscar López está cumpliendo una sentencia hasta el 2027, así que no tiene posibilidad de salir a la libre comunidad sino a través de una campaña política para obligar a las autoridades norteamericanas a cederle la libertad a él y a los demás.
En el caso de los compañeros encarcelados por actos para sacar a la Marina de Vieques, dos siguen en prisiones federales. Vamos a celebrar la libertad de José Vélez Acosta el 27 de enero. José Pérez González está cumpliendo una sentencia hasta enero del 2008, y exigimos que sea puesto en libertad inmediatamente.
P. Cuando el FBI mató a Filiberto Ojeda Ríos, dirigente de la organización independentista Macheteros, el 23 de septiembre, provocó protestas e indignación entre muchos puertorriqueños. ¿Podrías comentar al respecto?
R. Cuando asesinaron al compañero Filiberto Ojeda Ríos, fue una metida de pata del gobierno de Estados Unidos. Siempre subestiman el sentimiento nacional y la fibra moral de nuestro pueblo. Subestimaron la capacidad del pueblo puertorriqueño de reaccionar ante un asesinato tan vil. Ellos se ciegan con su prepotencia y su concepto de clase ante las reivindicaciones sociales y libertarias de los pueblos oprimidos. Entonces les sorprende que nuestro pueblo haya salido en defensa de uno de sus hijos y reconozca a Filiberto Ojeda Ríos como héroe nacional.
El imperialismo norteamericano tiene más de un siglo de control político y económico sobre Puerto Rico. Tratan de hacernos creer que ellos nos están regalando algo. Pero la realidad es otra: nos están explotando en todo sentido de la palabra. La mano de obra de Puerto Rico sigue siendo saqueada. El desempleo, en términos oficiales, es un 16-17 por ciento, pero en términos reales es un 40 por ciento.
Los imperialistas han tratado de destruir nuestra identidad nacional como pueblo. Han tratado de obligarnos a hablar inglés. Han tratado de negarnos el acceso a la historia de nuestros grandes hombres y mujeres y de los grandes acontecimientos políticos en nuestra lucha por la liberación nacional. Han tratado de destruir nuestros valores de unidad, hermandad y humanismo, para fomentar la mentalidad del mercado y la explotación capitalista.
Naturalmente, esto ha creado una juventud rebelde que reacciona en contra de esto, que no se deja desarraigar de su identidad puertorriqueña.
P. ¿Cómo ves a Puerto Rico en el mundo de hoy?
R. Yo veo la lucha por la independencia dentro del contexto de la lucha mundial contra el imperialismo. Lucho por la independencia de Puerto Rico porque es mi trinchera en la lucha. Pero yo lucharía en cualquier otro país por sus reivindicaciones sociales y por su liberación del imperialismo.
La lucha por la independencia de Puerto Rico está vinculada desde sus inicios con la lucha cubana por la liberación. El Grito de Yara en Cuba se dio justo después del Grito de Lares en Puerto Rico: fueron dos levantamientos en 1868 contra el coloniaje español.
Hoy vemos que el apoyo del pueblo cubano a la independencia del pueblo de Puerto Rico sigue vigente. Le reconocemos al gobierno cubano toda la cooperación, la ayuda y el compromiso que ha tenido con nuestra lucha.
P. Háblanos sobre tu propia experiencia en la lucha por la independencia de Puerto Rico.
R. Yo nací el 15 de octubre de 1945 en la finca de café de mi familia en las montañas cerca del pueblo de Yauco, Puerto Rico. De joven empecé a darme cuenta de la dicotomía de tener dos banderas y dos himnos nacionales. Vi a miembros de la policía militar norteamericana persiguiendo a vecinos porque se negaban a ingresar al ejército de Estados Unidos durante la guerra de Corea.
Esas y otras experiencias me llevaron desde temprana edad a cuestionarme a pesar de que mis padres no eran independentistas la existencia de algo anormal. Empecé a explorar la situación de Puerto Rico a través de la lectura, y tuve la oportunidad de conocer a líderes independentistas como Juan Antonio Corretjer. En 1965, cuando yo tenía 19 años, estuve en el entierro de Pedro Albizu Campos [dirigente del Partido Nacionalista].
Cuando yo estaba en séptimo u octavo grado, a finales de los años 50, la gente no hablaba de independencia o de libertad. Lo que se llamaba la pequeña ley Smith, la ley de la mordaza [basada en la Ley Smith de Estados Unidos] que se había usado para reprimir al movimiento independentista en los años 50, todavía afectaba la mentalidad de muchos puertorriqueños. Una vez que yo y otros estudiantes fuimos cobrando conciencia de la situación política, yo hablaba abiertamente de estos temas en los salones, en la escuela. Los maestros trataban de que no hablara sobre esto.
Poco a poco se fueron creando círculos de estudio en la escuela donde estaba. Estaban disfrazados de cooperativas, a veces con nombres de patriotas que también se conocían como poetas o escritores. En estos círculos empezamos a discutir y a organizarnos en torno a la independencia de Puerto Rico. Luego, en mi escuela esos grupos pasaron a ser parte de la Juventud de la Liga Socialista Puertorriqueña, dirigida por Juan Antonio Corretjer. Eso fue para 1960-61.
Después de que me recibí en 1965, por razones económicas fui a Nueva York, donde tuve varios trabajos en factorías. Estando aquí fui llamado obligatoriamente por el ejército de Estados Unidos. En el ejército estuve dos años, de 1966 a 1968, estacionado en Alemania.
Después de salir del ejército ingresé a la Universidad de Puerto Rico. Me involucré en las luchas estudiantiles, que fueron muy fuertes. Luego me gradué e ingresé a la universidad de derecho, pero después de varios años me di cuenta que esa profesión no había nacido para mí. No quería ser columna de sostén de este sistema.
P. Explica un poco más sobre tu arresto y encarcelamiento.
R. El FBI hizo una masiva redada en Puerto Rico el 30 de agosto de 1985. Hubo más arrestos en marzo de 1987, cuando yo fui detenido. Fueron 19 los acusados en relación al robo de 7.2 millones de dólares de la Wells Fargo por los Macheteros en Hartford, Connecticut, en 1983. Dos fueron exonerados y el resto fueron declarados culpables. Esto fue parte de la guerra del gobierno norteamericano contra la lucha independentista de Puerto Rico.
En 1989 me declararon culpable y estuve preso 15 años en diferentes prisiones, principalmente en la prisión federal de Allenwood, Pennsylvania. Estuve más de nueve años sin ver a mis hijos.
Se dio una campaña de defensa a nivel internacional de grandes repercusiones. Creó una efervescencia popular, en términos de demandar la libertad de los presos políticos, que no se había visto en décadas en Puerto Rico. Cientos de miles firmaron solicitudes de libertad para los presos políticos. Hubo marchas de más de 100 mil personas en Puerto Rico, y protestas en Nueva York, Chicago y otras ciudades de Estados Unidos. Todo esto contribuyó a la libertad de 11 presos políticos en 1999.
Los 11 compañeros salieron en libertad bajo unas condiciones extremadamente onerosas. En mi caso, no acepté las condiciones que exigía el gobierno de Estados Unidos. Por eso permanecí en la cárcel. Mi sentencia era de 15 años y, de acuerdo a la ley, yo tenía derecho de salir a una tercera parte de la sentencia, pero nunca me presenté al parole board. Entonces en 1997 me excarcelan por primera vez, después de nueve años. Me negué a reportarme a las autoridades federales, porque no les reconocía la autoridad en Puerto Rico, y al mes fui reingresado a la cárcel.
En 1999 rechacé las condiciones que exigía el gobierno de Estados Unidos para ponernos en libertad. La primera condición era aceptar culpabilidad. Yo no tengo por qué aceptar culpabilidad por luchar por la independencia de Puerto Rico. Segundo, someterme a exámenes periódicos de drogas. Tercero, reportarles a ellos cualquier visita en mi hogar y todos mis movimientos.
Cuarto, no podría saludar ni conversar con ninguna persona que hubiera cumplido una sentencia federal. Es decir, no podría saludar a Rafael Cancel Miranda, a Lolita Lebrón, ni a otros independentistas que hubieran salido de la cárcel, incluyendo a mi propio hermano, Isaac Camacho, que salió en 1995.
Fui liberado de nuevo en el 2001, y estuve 11 meses fuera de la cárcel. Sin reportarme, naturalmente, y participando en actividades políticas en Puerto Rico. Entonces me ingresaron de nuevo a la cárcel y cumplí los dos años restantes. Me liberaron el 21 de agosto de 2004.
El gobierno de Estados Unidos todavía está alegando que les debo 76 días de prisión. Los alguaciles federales en Puerto Rico le han comunicado a mi abogada, Linda Backiel, que tienen una orden de arresto en contra mío. Nosotros hemos demostrados que sus cómputos son incorrectos. Todavía dicen que tengo que reportarme a las autoridades federales en Puerto Rico, pero nunca lo hice.
P. ¿Podrías describir tus actividades actuales?
R. En estos momentos mi afán es el desarrollo de una nueva organización, el Congreso Nacional para la Descolonización de Puerto Rico, CONADE. Es una organización sombrilla que tiene como objetivo unir a todos los puertorriqueños que crean genuinamene en la descolonización de Puerto Rico, independientemente de su afiliación política actual. Ha tenido una gran acogida entre diversos sectores en Puerto Rico. Tendremos el Primer Congreso para la Descolonización de Puerto Rico del 28 al 30 de marzo de 2006.
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