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   Vol. 70/No. 4           January 30, 2006  
 
 
‘La Gaceta’ aborda lucha
contra el racismo en Cuba
(especial)
 
POR MIKE TABER  
“Luego del triunfo de la Revolución Cubana se realizaron esfuerzos sin precedentes para que desapareciera la discriminación racial en nuestro país”, empieza un número especial de La Gaceta de Cuba, dedicada a “Nación, raza y cultura”.

La revista es bimestral y la edita en La Habana la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

“Nuestra Revolución dictó leyes que sancionaron la discriminación y abrió la puerta a los negros y mulatos”, dijo Miguel Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz y uno de los más reconocidos escritores cubanos, en la presentación del nuevo número a principios de 2005.

“A pesar de tantos años en que tantas personas, incluidas muchas aquí que han luchado contra el racismo y los prejuicios, lamentablemente este problema no ha tenido la solución a que todos aspiramos”, continuó Barnet.

Hasta ahora, este tema “se ha tratado casi siempre más bajo el temor de provocar la división social” que el enemigo imperialista podría aprovechar, agregó Esteban Morales, director emérito del Centro de Estudios Sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, quien habló en la misma reunión. Por esa razón, “se ha caracterizado más por el silencio”, dijo.

Este tema ha sido tratado en años recientes en varios números especiales de La Gaceta de Cuba. Este, fechado enero-febrero de 2005, lo hace desde ángulos distintos, mediante ensayos, entrevistas, reseñas, cuentos y poemas.

En su artículo “Somos o no somos”, la periodista Gisela Arandia escribe: “Se trata en resumen de legitimar los logros alcanzados después de 1959, pero también trazar las pautas de cuanto falta aún por hacer”.  
 
Impacto de la revolución cubana
Una de las primeras medidas tomadas por el nuevo gobierno revolucionario tras la victoria en enero de 1959 que desmanteló a la dictadura de Fulgencio Batista apoyada por Estados Unidos, fue prohibir la discriminación de los negros en el empleo y en las instalaciones públicas. Este paso lo explicó Fidel Castro al pueblo cubano en un discurso el 22 de marzo 1959.

Uno de los artículos en La Gaceta de Cuba, “Un debate necesario: raza y cubanidad”, por Alejandro de la Fuente, habla del impacto de esas medidas iniciales.

“Es difícil transmitir la efervescencia y la potencialidad creadora de este momento histórico. A partir de abril [de 1959] un sinnúmero de conferencias, mesas redondas, talleres y artículos de prensa analizaron … la persistencia del racismo en la sociedad cubana y adelantaron propuestas para su erradicación total.

“A lo largo de la isla se realizaron actos culturales, recreativos y políticos ‘de integración’, con la participación de blancos y negros”, continúa de la Fuente. “Se trataba de una campaña nacional sin precedentes, realizada con apoyo estatal. En el proceso temas y prácticas culturales ‘negros’ que habían sido tradicionalmente silenciados o despreciados como formas culturales primitivas, fueron sacados a la luz y revaluados”.

La prohibición de la discriminación en el empleo y en las instalaciones públicas se realizó en combinación con muchos otros pasos que resultaron en una mayor igualdad de los negros dentro de Cuba: una reforma agraria que distribuyó tierras a quienes las trabajaban, una reforma urbana que redujo los alquileres y los costos de los servicios públicos, una masiva campaña de alfabetización y expansión de la educación, entre otras.

La nacionalización de las fábricas y las tierras propiedad de capitalistas estadounidenses y cubanos en el verano y otoño de 1960 coronó estas medidas que golpearon profundamente las bases materiales del racismo en la Cuba capitalista. Las nuevas relaciones sociales que surgieron, señala de la Fuente, se codificaron en el lenguaje, con el uso de palabras como “compañero”, que sigue siendo una forma de tratamiento universalmente utilizada en Cuba hoy.  
 
Persistencia del racismo
Los éxitos en eliminar la discriminación legal y en tumbar las bases económicas que inevitablemente reproducían la desigualdad llevaron a muchos, incluso en la dirección revolucionaria, a adoptar una postura de que el problema del racismo en Cuba en gran parte ya se había resuelto. Los vestigios de prejuicios racistas, se argüía, desaparecerían con el paso del tiempo y el avance continuo de la revolución.

No obstante, a pesar de la enorme transformación ocurrida desde 1959, las actitudes racistas y formas más sutiles de discriminación fueron mas persistentes de lo que muchos habían anticipado.

De la Fuente se refiere a “una multitud de chistes, aforismos, comentarios y expresiones que seguían denigrando al negro como un ser básicamente inferior”.

En su artículo “El tiempo de la memoria”, Daisy Rubiera Castillo, cita a su madre, una negra de 94 años llamada Reyita, cuyas experiencias constituyeron la base de un libro escrito por Rubiera. “Casi no hay negros actores”, señaló Reyita en 1992, “y los que hay nunca son protagonistas de una novela o un cuento, siempre son los criados, los cargadores de sacos de los muelles, los esclavos, en fin depende del tema de que se trate. Al principio de la revolución eso era lógico … ¡pero ahora! Después de todos estos años”.

Una razón material para la persistencia de la desigualdad, sostiene Gisela Arandia en su artículo, es que para superar el legado de discriminación se requiere de medidas especiales para que avancen los afectados. “El principio de ‘iguales oportunidades’ no significa mucho para aquellos grupos que por largo tiempo han estado en el fondo de la pirámide social”.

Este problema ha sido una preocupación para la dirección revolucionaria cubana por muchos años. En un discurso dado en 1986 ante el congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castro declaró: “No podemos confiar que la casualidad se encargue de corregir las injusticias históricas. Para establecer realmente la igualdad total se requiere más que simplemente declararlo en las leyes”. Refiriéndose a la necesidad de incrementar el porcentaje de negros y de mujeres en el Comité Central del Partido Comunista, Castro dijo, “No podemos dejar la promoción de las mujeres, de los negros y de los mestizos a la casualidad … Nosotros tenemos que enderezar lo que ha torcido la historia”.  
 
Período Especial
Con el colapso de los regímenes estalinistas en la Unión Soviética y Europa oriental para 1991, lo que antes representaba el 85 por ciento del comercio exterior de Cuba, la isla fue brutalmente devuelta al mercado capitalista mundial, del cual había estado parcialmente protegida por más de 25 años. La ruptura repentina y unilateral de este intercambio comercial —cuyos efectos los acentuó la intensificación de la guerra económica organizada por Washington— condujo a Cuba a la crisis económica más severa desde 1959. Las medidas tomadas para afrontar estas condiciones se pasaron a conocer como el Período Especial.

Algunas de las políticas aprobadas —como la legalización de la circulación y el uso del dólar y la disponibilidad de numerosas necesidades solamente en las que se llegaron a conocer como “tiendas de dólares”— fomentaron el crecimiento de la desigualdad entre quienes tenían acceso a dólares y quienes no lo tenían.

En su artículo de la Fuente evalúa esta cuestión.

“Aunque la crisis económica de los 90 tuvo un impacto negativo en todos los cubanos, la misma tuvo efectos racialmente diferenciados”, escribe de la Fuente. Una razón de esto, afirma de la Fuente, es que menos negros tienen acceso al dólar, ya que un porcentaje mucho más alto de cubanos que son blancos dejaron la isla para vivir en el exterior. Es menos probable que los cubanos que son negros tengan parientes en Estados Unidos que les envíen dólares.

Otra fuente de dólares en la última década y media en Cuba ha sido la industria turística, muchos de cuyos empleados reciben sus salarios, propinas o bonos en dólares. “Pero el acceso de los negros y mulatos a este sector de la economía cubana ha estado seriamente limitado desde los 90”, escribe de la Fuente. “Esta exclusión ha sido justificada a partir de un argumento que es supuestamente neutral desde el punto de vista racial, que para trabajar en el turismo, particularmente en aquellas ocupaciones que implican un contacto directo con el turista, es imprescindible tener una ‘buena presencia’”.

Fueron casos de tales discriminaciones en hoteles e instalaciones turísticas que llevaron al dirigente cubano Raúl Castro a emitir una advertencia pública en 2000: “Si a una persona no se la deja entrar a un hotel por ser negro, esa instalación se cierra, apelando al uso de nuestras leyes”.

Continuará la semana próxima.  
 
 
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