Getty Images/Karen Bleier
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Randal McCloy, único sobreviviente del desastre de mina Sago del 2 de enero, donde murieron 12 mineros, con su esposa Anna en la Casa Blanca el 15 de junio. Su testimonio sobre el desastre acaba de hacerse público.
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Sin embargo, contrario a lo que los mineros esperaban, los funcionarios federales de rescate y el personal de la compañía presente en la escena, no trajeron el equipo para determinar la posición de los trabajadores atrapados que fue utilizado exitosamente para salvar a los mineros atrapados bajo tierra en el desastre de la mina Queecreek en Pensilvania en 2002.
Estos hechos quedaron claros después de que se hizo público el testimonio del único sobreviviente de la explosión en la mina Sago.
Randal McCloy, un asegurador de techos de 26 años de edad, fue el único minero sobreviviente del desastre en Sago. McCloy fue entrevistado a mediados de junio por funcionarios federales y estatales de la seguridad en las minas que están investigando la explosión. Despues de que la agencia Prensa Asociada sometiera una solicitud bajo la Ley de Libertad de Información, la oficina de la Administración de Seguridad y Salud en las Minas (MSHA) en Virginia del Oeste publicó en su sitio web el 28 de junio su entrevista con McCloy.
Once trabajadores y un supervisor murieron en la explosión, uno de ellos murió a causa de la explosión misma y once sucumbieron al envenenamiento por monóxido de carbono después de estar atrapados bajo tierra esperando a los socorristas. Fue el número de muertos más alto en una sola mina en el estado en casi 40 años.
McCloy dijo que cuando los trabajadores oyeron la explosión se encontraron rápidamente cubiertos de humo y gas. Trataron de salir usando el vehículo utilizado para entrar y salir de la mina, pero pronto descubrieron que el camino estaba bloqueado.
Cuando los mineros se pusieron sus equipos de auto rescate, cuatro de ellos descubrieron que los equipos que supuestamente deberían proveerlos de oxigeno en caso de emergencia no funcionaban, dijo McCloy. El describió sus esfuerzos para tratar de hacer funcionar el equipo de auto rescate de su compañero Jerry Groves. Le metes aire, lo mueves, pero el aparato no hacía nada, testificó McCloy. Eso fue lo que me dijo que estaba roto.
Batalle con el aparato por no se cuanto tiempo, trate de mover la válvula, soplar aire a través de ella, o todo lo que pude hacer, pero nada dio resultado, dijo McCloy.
Finalmente, los mineros levantaron una barricada con láminas de plástico, el único material que pudieron encontrar, para protegerse de los gases venenosos y del humo, y compartieron el aire que les quedaba en los equipos de autorescate restantes. Tal y como habían sido entrenados, empezaron a golpear con un mazo en los pernos del techo con la esperanza de atraer la atención de alguien en la superficie.
Pensé que iban a traer aquella máquina y nos hubieran encontrado, hubieron hecho un hoyo con un taladro en el lugar preciso y nos hubieran sacado de ahí, dijo McCloy. Eso es lo que yo esperaba. Esperaba escuchar disparos en el techo….y no escuche nada.
Golpeamos y golpeamos y golpeamos, todos lo hicimos. Tuvimos una discusión sobre eso y sobre cuanto tiempo tomaría, dijo el minero. Pensábamos que íbamos a ser rescatados, dijo McCloy.
Lo que los mineros atrapados no sabían era que los dueños de la mina Sago, el International Coal Group (ICG) esperaron dos horas después de la explosión antes de siquiera informar a MSHA que había habido una explosión. No fue sino hasta 11 horas después que entró a la mina el primer equipo de rescate en busca de los trabajadores. Los encontraron 42 horas después de la explosión.
El equipo de sismografía al que se refería McCloy es utilizado en las minas para detectar golpes en los pernos del techo. Este tipo de equipo fue utilizado exitosamente en 2002 en la mina Queecreeck en Pensilvania para determinar la posición de los mineros que habían quedado atrapados bajo tierra después de una inundación. Los socorristas después abrieron un hoyo en el sitio indicado y encontraron y sacaron a todos los mineros a la superficie. Ni la compañía, ni los funcionarios de seguridad del gobierno hicieron ningún intento para traer ese tipo de equipo a la mina Sago. Durante una audiencia pública sobre el desastre que tuvo lugar en mayo, el director de distrito de MSHA, Kevin Stricklin, dijo que el equipo sísmico de la agencia no fue necesario porque los socorristas sabían aproximadamente donde estaban los mineros. Stricklin dijo que hubiera tomado ocho horas obtener e instalar el equipo.
Pero sabemos por las notas que dejaron los hombres que estaban vivos a las 4:45 p.m., respondió Pam Campbell, cuñada de Marty Bennett, uno de los mineros que murió. Eso fue más de diez horas después de la explosión, señaló.
Ustedes les fallaron a estos hombres, dijo Russell Bennett, hijo de Marty Bennett. Ellos son entrenados a golpear en los pernos del techo y a escuchar por disparos, pero nadie estaba escuchando.
Varias familias pidieron que el sindicato minero UMWA los representara en la investigación que tuvo lugar después del desastre. El ICG luchó en contra de la solicitud. La compañía trató de prohibirles a los representantes del UMWA entrar a la la mina y trato de excluirlos de la investigación subterránea. Bajo presión de los familiares de los mineros muertos, la MSHA obtuvo una orden de un juez que protege el derecho de los familiares a elegir el representante que ellos seleccionen. Una corte federal de apelaciones reafirmó la orden el 28 de junio. El caso continua abierto.
Se había programado publicar el informe oficial del gobierno sobre el desastre en la mina Sago el 1 de julio, pero esto ha sido pospuesto hasta el 19 de julio.
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