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Vol. 71/No. 11      19 de marzo de 2007

 
Sacudón de la bolsa muestra
el desorden capitalista mundial
(portada, analises de noticias)
 
POR PAUL PEDERSON  
6 de marzo—En la tarde del 27 de febrero los tres índices principales del mercado de valores de Estados Unidos —Dow Jones, Standard & Poor’s 500 y Nasdaq— cayeron más del 3 por ciento. Le siguieron los mercados de valores en Europa, Asia y otros lugares.

La mayoría de los medios de comunicación capitalista declararon que la caída de un 9 por ciento en el mercado de valores de Shangai había sido la causa del resbalón internacional.

Los principales políticos demócratas tomaron la oportunidad para promover el proteccionismo y el nacionalismo norteamericano. La senadora Hillary Clinton, especialmente, culpó al creciente déficit y a los “acreedores extranjeros” de la deuda de Estados Unidos quienes, según ella, amenazan la “soberanía económica” de Estados Unidos.

Las sacudidas en Wall Street, sin embargo, no se originaron en China, y la deuda de Estados Unidos o sus “acreedores extranjeros” no tienen nada que ver con ellas.

El temblor en Wall Street y en otros centros financieros imperialistas registró la creciente inestabilidad y el desorden mundial del capitalismo.

Fue una señal de que el auge del mercado de valores durante la pasada década y media puede convertirse en un fracaso, ya que está basado fundamentalmente en la especulación y no en inversiones productivas en un periodo de declive de largo plazo de las tasas de ganancias industriales.  
 
La histeria sobre China
“Muchas de las cuestiones con las que tenemos que bregar… se hacen aún más difíciles si dependemos de gobierno extranjeros, como el de China”, dijo Hillary Clinton a Bill Griffeth, el entrevistador de CNBC TV. Washington depende demasiado “de las decisiones fiscales y otras decisiones económicas que se hacen en las capitales extranjeras”, dijo Clinton.

Otros han expresado un punto de vista igualmente exagerado del peso de China en la economía mundial capitalista.

Los hechos, sin embargo, desmienten el argumento de que la economía de China o su mercado de valores puedan ser la causa de la inestabilidad en la economía capitalista mundial.

El invertir en el mercado de valores chino se ha puesto de moda en Wall Street. El valor en papel de las acciones en el índice de Shangai aumentó en un 210 por ciento en un año, entre finales de 2005 y finales de 2006. Hoy día están valorados en 1.3 billones de dólares.

Pero esa cifra es solo el 6 por ciento del valor de las acciones que se cotizan en el mercado de valores de Nueva York. Y una gran parte de las acciones del mercado de valores de Shangai están en manos de compañías estatales y otras entidades que actualmente no pueden ser comercializadas.

“En 2005 China sobrepasó a Francia y Gran Bretaña para convertirse en la cuarta economía mundial”, dice un artículo en la edición del 27 de febrero de la revista alemana Der Spiegel, haciendo comentarios parecidos a los de Moneyweek. “Si China continúa creciendo al mismo ritmo, superará a Alemania como la tercera economía mundial en solo dos años, e inclusive tal vez destrone algún día a Estados Unidos de su posición de liderazgo”.

Tales afirmaciones, sin embargo, no toman en consideración que China tiene una quinta parte de la población mundial. La población combinada de Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos es de 506 millones de habitantes, solo el 39 por ciento de la población de China, que es de 1.3 mil millones de habitantes.

Si uno considera el producto doméstico bruto per capita, China ocupa el 109 lugar en el mundo. Existe todavía una gran disparidad entre el tamaño, carácter y el desarrollo de las economías de los países imperialistas y la del estado obrero chino creado tras la revolución de 1949. Esto es cierto a pesar del amplio experimento en capitalismo de estado que está realizando la burocracia gobernante en Beijing.  
 
La burbuja del mercado de valores
Al centro del “milagro de Wall Street” se halla una gigantesca burbuja de valores de papel. En enero, el índice Dow Jones alcanzó otro record.

Entre 1995 y 2004 el valor nominal mundial de los derivados—que son apuestas sobre el valor futuro del dólar y de otras monedas, de las tasas de interés, de las acciones y mercancías, entre otros—se triplicó superando los 200 billones de dólares, con más de una tercera parte en manos de bancos estadounidenses. Los cinco acreedores más grandes entre los bancos estadounidenses mantenían el 94 por ciento de todos los derivados estadounidenses para finales del primer trimestre de 2004, con JP Morgan Chase controlando el 50 por ciento. Esto significa que una de las mayores instituciones financieras del país ha apostado casi 40 billones de dólares en el mercado de valores.

Justo antes de la precipitada caída del mercado, el Departamento de Comercio de Estados Unidos informó que las ventas de bienes productivos —equipo para fábricas y otras inversiones grandes— habían caído casi en un 8 por ciento en enero.

“El sector manufacturero nacional logró entrar en una recesión sin que casi nadie se diera cuenta”, dice un artículo del New York Times el 28 de febrero. “En dos de los últimos tres meses, el sector manufacturero ha encogido, según encuestas del Instituto para Gestión de la Oferta que se hicieron públicos hace varias semanas”.

Al mismo tiempo, Freddie Mac, un gigantesco comprador de hipotecas parcialmente administrado por el estado, anunció el 27 de febrero que está restringiendo sus condiciones de préstamo. ¿La razón? Más y más personas que durante el reciente auge en la compra de casas habían sido incitadas a comprar una vivienda obteniendo “hipotecas fáciles”, es decir, préstamos con intereses muy altos que requerían un depósito muy pequeño y ninguna prueba de ingresos, ahora no pueden cumplir con los pagos y muchos de los prestamistas que habían ofrecido estas hipotecas están yéndose a pique.

Esos días de opulencia se han quedado atrás. Alrededor del 13.5 por ciento de los que adquirieron esos préstamos están atrasados en sus pagos o están hipotecados, según la Asociación de Banqueros de Hipotecas.

El 5 de marzo, las acciones de la New Century Financial cayeron en un 70 por ciento. Y seis de las 25 principales firmas especializadas en este tipo de hipotecas entraron a pasar a la lista de las 28 firmas de este tipo que han caído en bancarrota.

Los principales perdedores son las miles de personas que creyeron en la idea de que podían apostar en su capacidad de poder pagar el préstamo con el aumento del valor de su casa.

“Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, logró calmar al mercado diciendo que uno puede esperar razonablemente una economía más fuerte para mediados de año si la vivienda se estabiliza pronto, y si la manufactura se robustece”, dijo un editorial del New York Times dos días después de la caída del mercado. “Pero esas son suposiciones muy grandes”.
 
 
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