Vol. 71/No. 30 20 de agosto de 2007
Después de seis años del mayor ascenso económico en la historia de Estados Unidos y 13 años de agitación a favor de los derechos civiles, las masas negras están en peores condiciones que antes, escribió George Novack el 4 de septiembre de 1967 en el Militant. Las autoridades se han mostrado más prestos a movilizar a la Guardia Nacional que a tomar acción efectiva contra las condiciones que causan las rebeliones.
Tras las exitosas acciones proletarias de masas del movimiento pro derechos civiles en el Sur, las protestas contra la discriminación racial se propagaron a docenas de centros urbanos en el Norte a mediados de los años 60. Estallaron rebeliones en Harlem en 1964, Watts (Los Angeles) en 1965, Chicago en 1966 y Newark y Detroit en 1967.
Los levantamientos no son una sorpresa, escribió Novack. Culminan una serie que empezó hace cuatro años en Birmingham, cuando una ola de marchas y plantones en contra del sistema de segregación racial Jim Crow se topó con ataques policiales.
En 1967 los negros constituían el 60 por ciento de la población de Newark. La brutalidad policial era desenfrenada y los trabajadores, especialmente los afroamericanos, vivían crecientes índices de pobreza con pésimas condiciones de vivienda, de educación y de empleo. En el verano de 1967 unas 20 mil personas en barrios obreros se vieron amenazadas con ser desahuciadas para dar paso a una nueva autopista y escuela de medicina.
El 12 de julio la policía detuvo, arrestó y golpeó al taxista afroamericano John Smith. Se concentró una multitud frente al cuartel de la policía del Distrito 4 donde tenían a Smith y exigieron verlo. Durante el año anterior la policía había matado a por lo menos nueve hombres en esa zona. Al día siguiente cientos se manifestaron frente a la comisaría para protestar contra la brutalidad policiaca. La policía los atacó.
Miles de jóvenes se tomaron las calles protestando contra el motín policiaco. El alcalde de Newark, Hugh Addonizio, pidió al gobernador Richard Hughes que despachara a la policía estatal y a la Guardia Nacional a la ciudad. Hughes envió 627 policías estatales y 5?900 efectivos de la Guardia Nacional, encima de los 1?390 policías municipales.
Algunas personas allanaron tiendas. No entiendo todo esto que dicen de saqueos , comentó un residente al Militant. A nosotros nos roban todos los días. ¡Nos roban con el alquiler! ¡Nos roban con la comida, en el trabajo! ¡A nuestros hijos les roban la educación! ¡En todo! ¡Qué diablos se esperan!
Bajo el pretexto de que francotiradores estaban ocultos en los proyectos de viviendas públicas, la policía y la Guardia Nacional patrullaron la ciudad con tanques. Destruyeron cerca de 100 tiendas de comerciantes negros. Además de matar a 24 personas, hirieron a 1 100 personas y arrestaron a muchas más.
En las investigaciones posteriores se constató que de los 13 mil disparos que se registraron, apenas se alegó que 100 provinieron de la comunidad. Ni un solo policía o Guardia fue acusado por las muertes. Nadie resultó acusado de ser francotirador.
Unos días después de la rebelión, casi mil personas participaron en esa ciudad en una Conferencia Nacional sobre el Poder Negro. Los delegados se enteraron que había estallado otra rebelión negra en Detroit.
Hoy el 40 aniversario de estos sucesos es una noticia de primera plana en esta ciudad. Algunos políticos aprovechan para denunciar la violencia de negros contra negros y celebrar la supuesta revitalización de la ciudad. Algunos también señalan el desempleo, la falta de vivienda y la mala educación que siguen caracterizando a Newark hoy en día. El alcalde Cory Booker dedicó una placa conmemorativa en el cuartel del Distrito 4 y ordenó que se izaran las banderas a media asta por seis días.
La Organización por el Progreso Popular (POP), grupo pro derechos de los negros, convocó una conmemoración de la rebelión el 12 de julio. Unas 100 personas marcharon del cuartel del Distrito 4 hasta un monumento que rinde honor a los caídos en las protestas.
Tres días antes, 100 personas participaron en una discusión y presentación del documental PBS titulado Revolution 67 [Revolución del 67] en la sede de la Asociación de Historia de Newark. El documental también se presentó varias veces en el único cine de Newark.
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