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Vol. 71/No. 36      1 de octubre de 2007

 
¡Justicia para Seis de Jena!
¡Deroguen los cargos ya!
(Articulo principal, editorial)
 
Nos sumamos a los miles que se manifiestan en Jena, Louisiana, y en actos de solidaridad en el resto del país este 20 de septiembre para exigir justicia para los Seis de Jena.

Estos seis jóvenes negros enfrentan cargos criminales con posibles condenas de décadas porque desafiaron a los racistas que habían colgado dogales en su escuela secundaria. Lejos de ser una “broma inocente”, el objetivo de las sogas es aterrorizar a los negros y a cualquiera que “no se comporte como debe” en la sociedad capitalista. Hacen recordar décadas de violencia racista legal y extralegal: desde los linchamientos por el Ku Klux Klan hasta los motines policíacos.

Las duras condenas de prisión que se ciernen sobre los Seis resultan harto familiares para millones de trabajadores atrapados en el sistema de “justicia” capitalista. Para los hombres negros las probabilidades de ir a prisión son siete veces más grandes que las de los blancos. Los negros constituyen el 41 por ciento de la población carcelaria, pero solo el 13 por ciento de la población general.

El racismo permea todo el sistema capitalista. En el lugar de trabajo los patrones se lucran al pagar a los negros menos y relegarlos a los trabajos más sucios y más peligrosos. Esta discriminación contribuye a deteriorar las condiciones laborales de todos los trabajadores. Los patrones fomentan los prejuicios contra los negros en su intento de mantener dividida a la clase trabajadora e impedir que luchemos juntos por mejores condiciones.

Pero la opresión racista que la clase dominante impone es solo un aspecto del cuadro. Los trabajadores que son negros tienen un historial político en Estados Unidos como dirigentes de luchas de masas que es desproporcionado a sus números en el conjunto de la clase. Este historial comienza en los últimos años de la Guerra Civil norteamericana y en la batalla por la Reconstrucción Radical posterior a la guerra, pasa por las batallas para forjar los sindicatos y el movimiento obrero industrial, y por las luchas anti-racistas durante la Segunda Guerra Mundial. Las luchas de masas por los derechos civiles y la liberación negra desde mediados de los años 50 hasta comienzos de los 70 tuvieron un impacto social y político en la clase obrera y el movimiento sindical que repercute hasta la fecha.

Este legado provee una fuerza enorme a la clase trabajadora hoy, a medida que las luchas contra el deterioro de las condiciones de trabajo, salarios cada vez más bajos y ataques antisindicales cobran más y más urgencia. Los trabajadores que son negros van a ser un componente indispensable de la vanguardia política combativa del movimiento obrero en las batallas de clases cada vez más agudas que tenemos por delante. Cuando una reportera le preguntó a Malcolm X en 1965 si él trataba de hacer que el pueblo negro tomara conciencia de su opresión, él respondió, “No, de su humanidad, de su propia valía, de su herencia”.

Hace cinco décadas, los trabajadores y campesinos en Cuba adquirieron conciencia de su humanidad. Arrebataron el poder político a los explotadores e hicieron una revolución socialista. Con ese hecho eliminaron las raíces materiales de la opresión racista. Hoy día, el pueblo trabajador de Cuba tiene una herramienta poderosa para combatir el racismo: un gobierno que representa los intereses de la mayoría.

Tal como aprendieron las masas trabajadoras de Cuba, los gobernantes capitalistas jamás van a corregir una injusticia por voluntad propia. Sumarse a las movilizaciones en defensa de los Seis de Jena puede ayudar a exponer este caso fabricado y a hacer que la clase dominante pague un precio político elevado por el racismo descarado que fomenta. ¡Justicia para los Seis de Jena! ¡Retiren todos los cargos ya!
 
 
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