Vol. 71/No. 37 8 de octubre de 2007
Los gobernantes estadounidenses utilizaron la visita para demonizar a Irán. Se le negó a Ahmadinejad la misma libertad de viajar dentro de la ciudad que se le otorgó a otros jefes de gobierno. El comisario de la policía Raymond Kelley rechazó su solicitud para visitar el sitio en el que se encontraba el World Trade Center, acusándolo de querer planear su próximo ataque. Un coro de voces liberales, conservadoras y reaccionarias denunciaron que Ahmadinejad halla sido invitado a hablar en la Universidad de Columbia. La prensa no dejo de repetir el tema de que se trataba de un nuevo Hitler y un maniático.
Frente a esta presión, pocos respondieron a la necesidad de organizar protestas para defender el derecho de Irán a la auto determinación. Esta omisión solo sirve para envalentonar a los imperialistas en su campaña para hacer que los trabajadores acepten más sanciones y amenazas militares contra Irán, así como también para validar restricciones más amplias en este país al derecho a la libre expresión, al derecho a reunirse y al derecho a viajar libremente.
Washington ha utilizado hábilmente las políticas reaccionarias del régimen de Ahmadinejad para confundir al pueblo trabajador. Los que se oponen al guerrerismo de Washington deben exponer la falsedad de los gobernantes de que buscan la democracia en Irán. Lo que menos necesitan los trabajadores iraníes son las sanciones y la intervención militar de Washington. En 1953, la CIA y la agencia de inteligencia británica organizaron un golpe de estado en Irán en contra del gobierno electo y pusieron en el poder a la odiada dinastía de los Pahlevi. La familia real procedió a romper los sindicatos y prohibir los partidos y periódicos de oposición. Muchos fueron arrestados, encarcelados y ejecutados. En 1979, una insurrección popular de millones de iraníes derrocó la dinastía Pahlevi. Desde entonces Washington ha estado tratando de recuperar lo que perdió.
Debemos denunciar los esfuerzos de Washington para hacer de Irán un estado paria y negarle a su gobierno los mismos derechos que le ceden a otros gobiernos. Debemos oponernos a la campaña de Washington, París, Berlín y Londres para negarle a Irán el derecho a desarrollar la energía nuclear. Debemos decir fuerte y claramente, ¡Manos fuera de Irán! ¡No a las sanciones! ¡No a las amenazas militares!
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