El Militante (logo)  

Vol. 72/No. 14      7 de abril de 2008

 
Discurso de Obama provoca
debate sobre negros en EE.UU.
(portada)
 
POR OLYMPIA NEWTON  
Un discurso que Barack Obama pronunció el 18 de marzo sobre relaciones raciales ha contribuido a convencer a sectores amplios de la clase dominante de Estados Unidos de que él es competente para ser presidente durante los próximos cuatro años. Asimismo, el discurso abrió un debate sobre el racismo en Estados Unidos, tanto en los grandes medios de comunicación como en las fábricas y las universidades.

En los días después del discurso, la dirección del Partido Demócrata aprestó su proceso de alineación a favor de Obama. Algunos comentaristas en los principales diarios empezaron a presentar a Clinton como paria por negarse a abandonar la campaña electoral.

El discurso de Obama fue un caso poco frecuente en que una importante figura burguesa reconoce que persiste la discriminación contra los negros en la vivienda, la educación, el empleo y demás aspectos de la sociedad estadounidense.

En ese sentido, fue un indicio de los cambios de actitudes sociales que son producto de la lucha por los derechos de los negros. Reflejó el hecho que la inmensa mayoría de la clase trabajadora, incluidos los trabajadores que no son negros, no quieren que se echen atrás los logros sociales del último medio siglo.

El discurso fue diferente de cómo Obama había llevado a cabo su campaña hasta ese momento. Fue un discurso serio sobre política, y no palabrería vacía sobre “la esperanza” y “cambios”.

Obama ha hecho campaña como un candidato multiétnico capaz de unificar a los votantes por encima de diferencias raciales. Se ha distanciado de las luchas en la comunidad negra y, en cambio, ha promovido, según lo describió un reportero de ABC, “el brillo unificador pos-racial de la promesa de su campaña”.

El discurso se produjo después de una escalada de insinuaciones acusaciones raciales en la campaña presidencial. Geraldine Ferraro, miembro del comité de finanzas de la campaña de Clinton, dijo a la prensa, “Si Obama fuera un hombre blanco, no estaría en esta posición. Y si fuera una mujer (de cualquier color), no estaría en esta posición”. La implicación de que los negros de alguna manera lo tienen fácil desató una ola de controversia, y Ferraro renunció de la campaña de Clinton.

Más o menos al mismo tiempo, fragmentos de sermones de Jeremiah Wright, ex pastor de la iglesia a la que asiste Obama, empezaron a difundirse por la Internet y la televisión. En uno de ellos, Wright dice, “El gobierno mintió sobre la invención del virus VIH como medio de genocidio contra el pueblo de color”. En otros, presenta el problema de las drogas en la comunidad negra como una confabulación del gobierno de Estados Unidos.

“Hemos apoyado descaradamente al sionismo, mientras desoímos a los palestinos y tachamos de antisemita a cualquiera que habla en su contra”, dijo Wright en 2006.

En su discurso, Obama calificó los comentarios de Wright como “incendiarios”. Dijo que Israel es un “aliado firme” y culpó a “las ideologías perversas y de odio del islam radical” por engendrar la violencia en el Medio Oriente.

Obama presentó a Wright como alguien deformado por “el rencor y la amargura de aquellos años” de segregación oficial en este país. La explicación de Obama no solo le restó importancia a Wright sino a otros demagogos como él que han promovido sus carreras con insinuaciones raciales tendenciosas y teorías conspirativas. “Para los hombres y mujeres de la generación del reverendo Wright”, dijo Obama, “los recuerdos de humillación y dudas y temor no se han borrado”.

Al abordar la cuestión de cómo resolver la discriminación racial, Obama machacó el tema de la unidad como “americanos”. “Necesitamos unirnos para resolver una serie de problemas monumentales”, dijo. “Dos guerras, una amenaza terrorista, una economía en declive, una crisis crónica del sistema de salud y un cambio climático potencialmente devastador, problemas que no son ni negros ni blancos ni latinos ni asiáticos, sino más bien problemas que enfrentamos todos”.

Obama planteó que el origen de estos problemas son políticas fallidas y legados culturales, no el funcionamiento del sistema capitalista, el cual depende de la superexplotación del trabajo de los negros para sacar ganancias.

Al referirse a la acción afirmativa, Obama dijo que cuando los blancos “oyen que un africanoamericano obtiene ventajas al conseguir un buen empleo o una plaza en una buena universidad, debido a una injusticia que ellos mismos nunca cometieron … el resentimiento se acumula con el tiempo”.

Si bien la prensa liberal se puso del lado de Obama después del discurso, la reacción conservadora se encontró dividida. El ultraderechista Patrick Buchanan escribió un cáustico artículo racista que tituló “Un consejo para el blanquito”. Buchanan dijo que el discurso era “el mismo viejo fraude, la misma vieja extorsión que los negros estafadores llevan practicando”.

En la edición digital del National Review, el columnista Charles Murray criticó a sus correligionarios conservadores por desestimar el discurso de Obama. “No puedo votar por él. Es un verdadero izquierdista”, escribió Murray. “Pero el otro día habló sobre el tema de la raza de una forma que ningún otro político importante ha intentado, con un nivel de honestidad que ningún otro político importante ha osado, y con más perspicacia que cualquier otro político importante ha demostrado. No está nada mal”.  
 
 
Portada (este número) | Página inicial | Página inicial en versión de texto