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Vol. 72/No. 14      7 de abril de 2008

 
Amplios debates sobre cultura,
política en la feria del libro de Cuba
(especial)
 
POR MARTÍN KOPPEL
Y BEN O’SHAUGHNESSY
 
LA HABANA—La Feria Internacional del Libro de La Habana 2008 se caracterizó por la amplia gama de debates que transcurrieron durante 12 días sobre literatura, política, historia y otros temas.

Los organizadores calcularon que medio millón de personas asistieron a la feria, que se celebró del 13 al 24 de febrero. En las tres semanas siguientes, cientos de miles más acudieron al festival cultural, el cual recorrió otras 41 ciudades por toda la isla. Hubo ventas de libros y actividades culturales en escuelas, bases militares, hospitales pediátricos, cárceles y zonas rurales. Al término de la feria el 9 de marzo se había comprado 5 millones de libros por todo el país, informaron los organizadores.

Durante el resto del mes de marzo se organizarán “miniferias” en pueblos más pequeños. En abril la “Feria del Libro en la Montaña” llevará literatura a trabajadores y campesinos en las zonas montañosas más remotas del centro y oriente de Cuba.

En La Habana se tomaron medidas para reducir la congestión de las multitudes de amantes de la lectura que en años recientes habían hecho casi intransitables los estrechos caminos de adoquín en el extenso recinto ferial de San Carlos de la Cabaña, la fortaleza histórica a la entrada de la Bahía de La Habana. Una semana antes de la inauguración de la feria, se pusieron a la venta 350 nuevos títulos en 44 librerías por toda la ciudad, así como en parques, centros de recreo y clubes de computación.

Entre las diversas actividades que se celebraron en el marco de la feria del libro hubo recitales de poesía, obras de teatro, películas, seminarios, danza, conciertos, exposiciones de arte, presentaciones de libros y entregas de premios literarios. Este año se dedicó el festival a los escritores cubanos Graziella Pogolotti y Antón Arrufat, y a Galicia, región nororiental de España. Una nutrida delegación de editoriales y escritores gallegos trajo una extensa muestra de literatura de esa parte de la península ibérica, donde el principal idioma se parece al portugués.

La amplia gama de nuevos títulos registró la continua expansión editorial en Cuba desde su fuerte caída durante la crisis económica de los 90. Entre estos libros figuraban literatura contemporánea cubana y latinoamericana, obras clásicas como las del dramaturgo y poeta Friedrich Schiller, nuevos títulos para niños y literatura norteamericana desde La antología de Spoon River, por Edgar Lee Masters, a Alguien voló sobre el nido del cuco, por Ken Kesey.

Hubo expositores de 31 países, siendo España, México y Perú los de mayor representación. Los títulos contemporáneos populares se extendían desde los dedicados al cambio climático hasta el tratamiento del SIDA en Cuba.

Un número importante de eventos debatieron cuestiones políticas, incluyendo títulos sobre el papel que ocupa Cuba en la lucha de clases mundial, tales como la nueva edición de Editora Política de Octubre de 1962: a un paso del holocausto, por Tomás Diez Acosta, publicada en inglés por la Pathfinder bajo el título October 1962: The ‘Missile’ Crisis as Seen from Cuba.

Otro libro de este género fue Operación Carlota, por Milton Díaz Cánter, también de Editora Política. Se basó en una serie documental popular de la televisión cubana con entrevistas a cubanos que en 1975 se ofrecieron como combatientes voluntarios en Angola para ayudar a defender al nuevo país independiente de una invasión del régimen sudafricano del apartheid.  
 
Continuidad revolucionaria
Varios libros nuevos resaltaron la historia del ascenso revolucionario de 1930-35 en Cuba. En esa época fue derrocada la dictadura de Gerardo Machado y llegó al poder el gobierno revolucionario “de los 100 días”, que a su vez fue derrocado en un golpe de estado dirigido por Fulgencio Batista con apoyo de Washington.

Uno de estos libros fue La revolución cubana del 30, de Fernando Martínez Heredia, publicada por Ciencias Sociales. Este examina el papel político de varios destacados revolucionarios de esa época, entre ellos Julio Antonio Mella, uno de los principales dirigentes que en 1925, influido por el ejemplo de la Revolución Rusa de octubre de 1917, fundó el primer Partido Comunista de Cuba; Rubén Martínez Villena, dirigente del PC; y Antonio Guiteras, quien fue ministro en el Gobierno de los Cien Días y luego dirigió una organización revolucionaria, Joven Cuba, en acciones guerrilleras para tratar de derrocar al régimen de Batista.

La trayectoria por la cual lucharon estos revolucionarios, observó Martínez, chocó con la línea política del Partido Comunista cubano a fines de los 20 y principios de 1930. El PC, siguiendo el curso ultraizquierdista del “Tercer Periodo” dictado por la Internacional Comunista bajo la dirigencia de Stalin en aquella época, tachó a Guiteras y a sus seguidores de “socialfascistas”. A raíz del “abandono del Frente Unico preconizado por Lenin y la imposición del sectarismo” por parte de la Comintern, escribe Martínez, el PC cubano se quedó al margen y fue un obstáculo en la lucha de masas revolucionaria de principios de los 30.

En su presentación en la feria del libro, Martínez explicó que Guiteras desempeñó “un papel esencial en el desarrollo del comunismo y la lucha por el socialismo en Cuba”, al cual la Revolución Cubana de 1959 puede trazar su continuidad.  
 
Política cultural de la revolución
Durante la feria se celebraron dos mesas redondas, con una concurrencia de 200 personas en cada una, que se enfocaron en el debate sobre la política cultural de la Revolución Cubana que se ha desarrollado durante el último año.

Una de las discusiones se dio en torno a la presentación de la nueva impresión de Las polémicas culturales de los 60, una colección de debates, publicados en diversos periódicos y revistas en Cuba a principios de los 60, de conocidas figuras del cine, la literatura y la política. Se presentó por primera vez en la feria del libro de 2007 y pronto se agotó. La edición de este título, publicado por Letras Cubanas, estuvo a cargo de Graziella Pogolotti, conocida crítica de teatro, ensayista y ganadora del premio nacional de literatura, quien también escribió la introducción.

La segunda mesa redonda se enfocó en un nuevo título, La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión, una compilación de presentaciones ofrecidas el año pasado por seis destacados escritores: Desiderio Navarro, Ambrosio Fornet, Mario Coyula, Eduardo Heras León, Arturo Arango y Fernando Martínez Heredia. Ellos dieron sus presentaciones en seminarios auspiciados por la revista Criterios, cuyo director es Navarro, como parte del debate que comenzó a principios del año pasado.

La controversia fue provocada por una entrevista por televisión en enero de 2007 con Luis Pavón, quien fuera director del Consejo Nacional de Cultura de 1971 a 1976. Pavón fue responsable de aplicar políticas parecidas a las impuestas por la burocracia soviética, impidiendo que muchos escritores, músicos y artistas, calificados por el Consejo como políticamente “poco fiables”, pudieran publicar o contar con las condiciones y los recursos necesarios para trabajar. Tras la desintegración de la Unión Soviética, esta época llegó a conocerse entre los círculos culturales de Cuba como el Quinquenio Gris o pavonato.

El Consejo fue disuelto en 1976, estableciéndose el Ministerio de Cultura bajo la dirección de Armando Hart, uno de los dirigentes históricos de la lucha revolucionaria clandestina contra la dictadura de Batista en los 50.  
 
‘Dentro de la revolución, todo’
Las políticas estalinistas que hicieron incursiones en Cuba durante los 70 —y no solo en la esfera cultural— representaban lo contrario de la línea política proletaria promovida por Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y otros dirigentes históricos de la revolución como Hart, de garantizar la completa libertad de expresión artística para todos salvo los enemigos abiertos de la revolución. En un famoso discurso en 1961 conocido como “Palabras a los intelectuales”, Fidel Castro resumió esa política con su declaración, “Dentro de la revolución, todo. Contra la revolución, nada”.

El programa de televisión, que presentó a Pavón como una ilustre personalidad cultural de los 70 a la vez que hizo caso omiso de esta historia, indignó a muchos cubanos. Decenas de escritores y artistas destacados, muchos de los cuales habían sido víctimas del “pavonato”, se pronunciaron en reuniones organizadas con funcionarios del gobierno, como también en debates por correo electrónico y en numerosas conferencias.

Los oradores en la mesa redonda sobre Polémicas Culturales de los 60 señalaron que este libro se convirtió en una contribución al debate. El ensayista y guionista Ambrosio Fornet, autor de uno de los artículos polémicos en esa compilación, dijo que el libro documenta los nutridos debates sobre cultura y política que distinguieron a Cuba revolucionaria en los años 60. Entre estos, dijo, hubo fuertes polémicas entre personajes asociados al Partido Socialista Popular (PSP), el antiguo Partido Comunista pro-Moscú, y escritores y cineastas que no eran del PSP y que en el transcurso de la lucha revolucionaria habían encontraron su propio camino al marxismo y dirigido la lucha contra las pretensiones estalinistas de representar un enfoque comunista sobre la cultura.

Los que estaban asociados al PSP argumentaban a favor de lo que se conocía mundialmente como “realismo socialista”, la proclamación burocrática de que existía tal “cultura proletaria” y que debía ser exaltada por todos los “revolucionarios”. Con esa política, dijo Fornet, la novela clásica Ulises de James Joyce fue tachada como “excrescencia burguesa”. Por otra parte, dijo, los escritores como él que “éramos martianos y fidelistas —no habíamos leído los manuales soviéticos”— creían en asumir “todo el patrimonio cultural de la humanidad”.

Pogolotti, también panelista, dijo que el debate cultural se enmarcaba y se enmarca en un problema más fundamental: “¿Cómo se construye el socialismo?” La política de la revolución de fomentar el debate y la expresión artística era parte de una perspectiva más amplia, explicó. “No basta con cambiar las estructuras económicas y todo lo demás se resuelve”, dijo. “Como dijo el Che, para construir el socialismo hay que construir también el sujeto de esa nueva historia, los hombre y mujeres, y también la cultura”.

La discusión continuó en la mesa redonda sobre el libro publicado por Criterios, con la participación de cinco de los seis autores cuyos ensayos aparecen en esta colección. Navarro relató cómo el debate precipitado por la entrevista a Pavón se había desarrollado el año pasado. Una multitud de 400 personas, que rebosó el local, asistió a una conferencia el 30 de enero de 2007 auspiciada por la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC).

Sin embargo, muchos jóvenes no pudieron participar en el encuentro porque era por invitación, mayormente a dirigentes de instituciones culturales. Para rectificar esto, dijo, Criterios y la Asociación Hermanos Saíz, una organización de artistas y escritores jóvenes, auspiciaron un taller el 23 de febrero al que asistieron 400 jóvenes. Los debates se extendieron con una serie de conferencias organizadas por Criterios hasta el mes de julio.

En la mesa redonda, Fernando Martínez afirmó que este proceso de debate era positivo y contribuía a plantear un reto político importante. “Llamó la atención a la urgencia de debatir públicamente los problemas principales del país”, dijo.

Martínez señaló el discurso del 26 de julio de 2007 de Raúl Castro en el cual éste llamó a un debate más amplio sobre problemas sociales apremiantes.  
 
Raza y relaciones sociales en Cuba
Otro título notable que se presentó en la feria este año fue Desafíos de la problemática racial en Cuba por Esteban Morales, publicado por la Fundación Fernando Ortiz. El autor es actualmente director emérito del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana.Presentado por primera vez el 17 de enero ante un público que colmó la sede de la fundación, el libro se considera entre muchas personas aquí como un paso importante hacia una discusión abierta sobre las cuestiones raciales que según dice Morales han sido tabú por mucho tiempo. Estos temas incluyen el papel que ocupan los negros en capítulos importantes de la historia de Cuba y que en gran parte son desconocidos aquí, y cómo combatir el legado heredado del capitalismo de la discriminación contra los negros.

En su libro Morales observa que Fidel y Raúl Castro han sido los más insistentes entre la dirección cubana en promover públicamente la necesidad de tomar medidas conscientes para combatir la discriminación a los negros. Refiriéndose a Fidel Castro, señala que este tema “lo trató por primera vez de manera extensa en marzo de 1959”, apenas dos meses después de la victoria contra Batista, en una serie de discursos. En ese entonces el gobierno revolucionario tomó una serie medidas: entre otras, se prohibió la discriminación contra los negros en el empleo y se abrieron a todos las playas antes exclusivas para blancos. Gracias a la revolución socialista, Cuba ha hecho avances sin precedentes en reducir las desigualdades sociales y eliminar la discriminación racial, subraya Morales.

“Lamentablemente, después de haber devenido un tabú [el tema racial], a principios de los años sesenta” —muchas veces con el argumento de que tales debates propiciarían “divisiones”— “tenemos hoy, en nuestro país, atraso en el tratamiento del racismo, tanto en el orden intelectual como científico y político”, escribe Morales.

El señala la existencia de “desventajas para los negros y mestizos, en términos de acceso a los mejores empleos, poca presencia en los cargos de la estructura estatal a todos los niveles, sobrerrepresentación en los barrios marginales [pobres], peores condiciones de vivienda y de vida en general, entre otros, que nos dicen que todavía hay que avanzar mucho”.

Al hablar en la feria, Morales destacó como señal positiva el hecho que se están realizando más foros públicos y están saliendo más artículos sobre esta cuestión en publicaciones cubanas, incluido, por primera vez, un artículo que debe aparecer en Cuba Socialista, revista del Partido Comunista de Cuba.  
 
Internacionalismo cubano en Africa
Una de las actividades notables de la feria fue la presentación de una nueva edición cubana de Misiones en conflicto: La Habana, Washington y Africa, 1959-1976, por Piero Gleijeses. El libro, publicado en inglés en 2002 y en español en una edición cubana ese mismo año, documenta el historial de solidaridad internacionalista de la Revolución Cubana con las luchas de liberación en Africa de 1959 a 1976.

Junto con Gleijeses, profesor de la universidad Johns Hopkins en Washington, participó en el panel Jorge Risquet, un miembro del Comité Central del Partido Comunista quien dirigió la misión internacionalista cubana a Congo-Brazzaville de 1965 a 1967; y Fernando Remírez, jefe de relaciones internacionales del Comité Central del partido.

Juan Rodríguez, director de la editora Ciencias Sociales, la cual publicó el libro, señaló que Gleijeses ahora está preparando un tomo suplementario que cubre los años 1976-1991, cuando más de 300 mil voluntarios cubanos se sumaron a las fuerzas del gobierno angolano para derrotar a las tropas invasoras del apartheid sudafricano, que culminó en la batalla de Cuito Cuanavale.

Remírez, quien fue combatiente voluntario en Angola en 1986-87, elogió el libro de Gleijeses por su “compromiso total con la verdad histórica”. Dijo, “Es importante que nuestros jóvenes lean este libro” para conocer el papel decisivo del internacionalismo cubano en el mundo. Risquet dijo que el libro de Gleijeses “ha estimulado a muchos otros combatientes a que escriban sobre sus propias experiencias”, y agregó que “hace falta que se escriba más sobre esta historia”.

Gleijeses dijo que la fuerza del libro es la documentación que lo apoya completamente, inclusive de los archivos de los gobiernos de Cuba, Estados Unidos, Rusia y Sudáfrica.

Describió con mucho sentido del humor cómo algunos académicos en Estados Unidos y Europa le han aconsejado que sea más “objetivo” en sus escritos hablando sobre Cuba de una manera menos favorable y presentando más sobre “el otro lado”. Dijo que respondió agregando aún más documentación de fuentes norteamericanas y sudafricanas. Todas confirmaron sus conclusiones favorables sobre la política exterior revolucionaria de Cuba y su papel en Africa.

“Es necesario explicar que Sudáfrica fue derrotada en Angola”, dijo Gleijeses, para rebatir la mentira de que las fuerzas del apartheid se retiraron de Angola y Namibia gracias a la “mediación” norteamericana. Dijo que esto se documenta en su nuevo libro, para el cual obtuvo acceso a archivos sudafricanos y realizó extensas entrevistas con funcionarios importantes de ese gobierno.

En un documento, relató, un general sudafricano reconoció que las tropas cubanas estaban mejor entrenadas y dirigidas que las de su propio ejército. Escribió que Pretoria tendría que retirarse de Namibia y aceptar un gobierno independiente allí o sufrir “miles y miles de bajas blancas” a manos de las fuerzas cubanas y angolanas.

Estas presentaciones fueron una muestra de los nutridos debates que no solo distinguieron la Feria Internacional del Libro de La Habana de 2008, sino que han caracterizado este evento cultural nacional año tras año. Son un reflejo de la fuerza y del carácter proletario de la Revolución Cubana, expresada en la famosa declaración de Fidel Castro a principios de los 60 que se ha convertido en un lema de la feria: “La revolución no te dice, ‘Cree’. La revolución te dice, ‘¡Lee!’”  
 
 
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